domingo, 20 de febrero de 2022

Unos días para recordar (2014)


La amabilidad de Jean Becker a la hora de priorizar las relaciones personales, familiares y de amistad, y el lado bueno de las cosas y de la vida en sus comedias dramáticas, o en sus dramas cómicos, apunta la habilidad e intereses de un cineasta que no pretende sorprender, sino que le gusta contar lo aparentemente trivial. Puede que su intención de narrar historias corrientes, de personajes que podrían ser cualquiera, no conquiste a quienes exijan o esperen del cine algo más grande que la vida. Pues ese no es Becker, que ve más grande la vida que las películas, y pretende llevar sencillez y un poco de sustancia vital a su cine, aunque sea en una comedia que pueda parecer que peca de sentimental o que no tenga más pretensión aparente que emocionar con emociones, como es el caso de este film que se desarrolla prácticamente en la habitación del hospital donde convalece Pierre (Gérard Lanvin), tras un accidente en el que fue atropellado. Cierto que no hay novedades, pero acaso ¿qué vida corriente o insólita puede presumir de novedosa o de original, salvo en la originalidad de quien la vive? El protagonista de Unos días para recordar (Bon rétablissement!, 2014) es un hombre encerrado en sí mismo, un personaje que asoma en el cine de Becker para vivir la transformación que le abra o devuelva al mundo y a los demás. Esa es la historia, no necesita más que ese alguien que ha olvidado sentir, porque sentir le causa dolor, pero, como humano, no puede dejar de sentir mientras viva. Aunque vista coraza de gruñidos y distancia, lo quiera o no, su humanidad, como la de cualquiera, se nutre de sentimientos y de su relación con el medio donde inevitablemente se produce su contacto con otros individuos que también sufren, temen, aman, sueñan, ríen, lloran...



2 comentarios:

  1. Recuerdo con agrado esta película. Sobre todo la relación entre los dos hermanos. Es lo que tú dices: una pequeña historia cotidiana, pero muy entrañable.

    Saludos.

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    1. Coincido, la relación entre ambos está muy bien. Es cercana, pero no insistente, ni forzada; y creo que Darroussin aporta un plus de humanidad.

      Saludos.

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