lunes, 9 de marzo de 2020

Malcolm X (1992)



En 1968, tres años después del asesinato de Malcolm X, el escritor James Baldwin estaba trabajando en la adaptación cinematográfica de la autobiografía que Alex Haley escribió a partir de las conversaciones que mantuvo con el famoso activista. Fue por aquel entonces cuando otro asesinato, el de Martin Luther King, golpeó al escritor, a la comunidad afroestadounidense y a cuantos sin distinción de credo, sexo, color u origen étnico luchaban contra el racismo, exigiendo la igualdad y el cumplimiento de los Derechos Civiles. En un primer momento, se anunció que el encargado de dirigir el proyecto sobre la vida de Malcolm X sería Stuart Rosenberg, pero la producción no se concretó más allá del anuncio. No obstante, el guion existía y los derechos cinematográficos continuaban en posesión de Marvin Worth, quien los había adquirido en 1967. Finalmente, un cuarto de siglo después, Worth pudo producir la película, que inicialmente iba a dirigir Norman Jewison. Baldwin había muerto en 1987; y años antes, Arnold Perl, cuyo nombre, al contrario que el de Baldwin (omitido por decisión familiar), sí se acredita junto al de Spike Lee en el guion de Malcolm X (1992).


Para el responsable de Haz lo que debas (Do the Right Thing, 1989), la biografía cinematográfica del carismático líder afroamericano supuso un cambio sustancial en su cine, además de un reto personal, ya que se enfrentaba a la biografía de un personaje y a una realidad histórica de las que podía salir mal parado. A priori, podría parecer que el proyecto no encajaba con lo realizado hasta entonces. Pero esto no es del todo cierto, si contemplamos que la mayor parte de su cine gira en torno a historias de la comunidad afroestadounidense (aunque hasta entonces tratase "pequeñas" historias). Por otra parte, Lee admira al personaje, admira lo que este supuso en la Historia, su legado. Dicha admiración se refleja en la pantalla, en su exposición del hombre, a quien muestra desde su desorientación inicial, cuando su lucha se reduce a sí mismo, hasta el momento de su muerte en febrero de 1965. Entremedias desarrolla la vida del personaje —su paso de la irrealidad en la que se descubre en un primer momento a la realidad que asume—, e introduce varias y breves analepsis explicativas de su infancia y adolescencia —la muerte del padre, que apunta a la intervención de supremacistas blancos, la separación familiar, los hogares de acogida o el momento en el que su profesor le dice que ser abogado no es oficio para un negro, que sería más adecuado el de carpintero. El resto de la narración se desarrolla en presente, tanto su caída en la delincuencia y en las drogas como su estancia en prisión, donde toma contacto con la Nación del Islam. Entre rejas desarrolla sus sobresalientes capacidades intelectuales y se produce su transformación, la cual será definitiva un año antes de ser asesinado, cuando asume la postura que lo libera después de romper con la Nación, organización en la que creía, porque creía en su líder Elijah Muhammad (Al Freeman, Jr). Malcolm hace crecer la organización, la mediatiza con sus discursos incendiarios e ideas de libertad para la comunidad afroamericana. A Malcolm X (Denzel Washington) la cuestión económica no le importa, no busca dinero ni cualquier otro beneficio personal; él persigue un sueño similar al de King, aunque lo hace desde una postura opuesta, radical, beligerante, que aboga por emplear los medios necesarios para hacer real el objeto de su lucha y de su vida: la libertad que se les niega desde siglos atrás. Al inicio, vive en la ignorancia, pasa sus días con su amigo Shorty (Spike Lee) moviéndose por locales donde su máxima expresión de protesta consiste en acostarse con mujeres blancas. Es su modo de mandar a paseo la opresión blanca, de expresar su orgullo y su decir que no pueden ponerle límites, aunque en ese instante él es quien se limita. Durante su estancia en el correccional algo sucede; descubre una nueva realidad, la que le ofrece Baines, el personaje ficticio interpretado por Albert Hall, que vendría a ser la suma de personajes reales y de las lecturas (libros y cartas) a las que el Malcolm real tendría acceso en prisión. Baines toma el relevo en las funciones paternas que en los bajos fondos había asumido Archie (Delroy Lindo), paternidad que Malcolm encuentra perfeccionada en Muhammad, a quien venera hasta que se produce la ruptura entre ambos, y que resulta determinante en el devenir de los sucesos posteriores. Las tres figuras paternas, el enfrentamiento entre ellas y el protagonista, son fundamentales en la evolución de este último, puesto que su alejamiento también implica aprendizaje, liberación y marca su propio camino, aquel que finalmente asume fuera del movimiento que hizo crecer gracias a su capacidad mediática y a la fuerza discursiva con la que denuncia la segregación y otros abusos que denigran a los suyos.

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