lunes, 26 de agosto de 2013

Con destino a la Luna (1950)

A mediados del siglo XX existía la creencia de que aquella nación que controlase el espacio controlaría la Tierra, amén de los posibles ataques nucleares que se desatarían en una hipotética Tercera Guerra Mundial. Dicho temor convence a los empresarios estadounidenses de Con destino a la Luna (Destination Moon) para embarcarse en un proyecto espacial con el que pretenden alcanzar el satélite terrestre, algo que hasta ese instante se da por imposible, aunque, como explica el pájaro loco durante la proyección que protagoniza, menos de lo que creen los magnates que se reúnen en la sala donde Jim Barnes (John Archer) les muestra el cortometraje animado donde se expone, desde la sencillez del famoso cartoon, la teoría que piensa llevar a la práctica. En ese momento se alude a la carrera espacial, la cual también se desarrollaría en la realidad, de igual modo se nombra la existencia de un país rival que también se encuentra estudiando la posibilidad de enviar cohetes fuera de la órbita terrestre. Sin embargo en el film de Irving Pichel no se dan nombres propios, en realidad no haría falta, pues los presentes saben perfectamente cual sería su rival; y ante la posibilidad de verse a merced de él aparcan sus dudas y colaboran en el proyecto. Esta producción de George Pal, uno de los productores y cineastas más destacados dentro del género, fue pionera de la denominada edad de oro de la ciencia-ficción, aunque al contrario que la mayoría de sus hermanas genéricas su presupuesto no fue de serie B. Tras la alusión a la seguridad y a la carrera espacial, el equipo se pone manos a la obra para construir la aeronave diseñada por el doctor Cargraves (Warner Anderson), quien en compañía de Jim, del general Thayer (Tom Powers) y de Joe Sweeney (Dick Wesson) (en quien recae un ligero toque cómico) se lanzan al espacio antes de lo previsto como consecuencia de que su viaje se encuentra a punto de ser cancelado por cuestiones políticas. A partir de la cuenta atrás, y durante el tiempo que la tripulación permanece en el interior de la nave, se descubren aspectos que recuerdan a La mujer en la Luna (Fritz Lang, 1927), quizá debido al asesoramiento entre otros de los prestigiosos científicos Willy Ley y Hermann Oberth, que colaboraron con Lang en su odisea espacial. No obstante, en el film de Pichel siempre prevalece el tono didáctico, de tal modo que se expone desde la rigurosidad de un documental en el que se muestra la aceleración de salida, la ingravidez que se crea en la nave al abandonar la atmósfera terrestre, la fuerza de atracción lunar que el cohete aprovecha para alcanzar su destino o los riesgos que implica salir al exterior para reparar el radar, hecho este último que casi provoca que "Doc" se pierda en el espacio. Pero al contrario que sucede en la película de Lang, los astronautas de Con destino a la Luna no pueden caminar alegremente por la superficie lunar sin sus trajes espaciales, ya que las condiciones del satélite nada tienen que ver con las terrestres, realidad física que los personajes aclaran cuando descienden sobre el suelo lunar, donde se preparan para realizar el estudio que les ha llevado hasta allí. Pero las circunstancia y los imprevistos les obliga a cambiar de planes, pues resulta apremiante superar la complicación derivada del alunizaje forzoso en el que se produjo la pérdida de energía en los motores de la nave. Durante la breve estancia en la Luna se observa a los cuatro astronautas tomando posesión del satélite en nombre de su país y por el bien de la humanidad, sin embargo, todo cuanto pretenden realizar, tomar fotografías, estudiar el terreno o recoger muestras minerales, se viene abajo cuando desde la base terrestre les confirman la importancia de los daños materiales sufridos durante el descenso, catástrofe que implica la imposibilidad de despegue si no lo hacen en la menor brevedad y con el menor peso posible. Estos instantes se desarrollan como los más tensos de la expedición, ya que resulta inútil cualquier esfuerzo por aligerar el peso del cohete, por mucho lastre que posan en la superficie parece no ser suficiente para poder realizar el despegue con éxito. Con destino La Luna se expone desde una perspectiva que pretende ceñirse a los conocimientos teóricos de la época, detallando mediante comentarios (o actos) del cuarteto cuestiones como la ingravidez, las fuerzas de atracción y la gravitatoria, la aceleración de salida, la disminución del peso en la superficie lunar u otros aspectos técnicas como las apuntadas por el pájaro loco en el cortometraje animado al inicio del film. Esa misma intención didáctica fue el principal problema con el que se encontraron los responsables de la película a la hora de captar el interés del respetable, que al parecer se aburriría durante la proyección al carecer ésta de momentos de acción o de aventura; sin embargo, Con destino a la Luna resulta un alarde de precisión científica en la que se descubren aspectos que serían empleados en posteriores producciones de este tipo, como la salida al espacio de los astronautas o las dificultades para regresar a la Tierra, aunque ésto último ya había expuesto en La mujer en la Luna (Fraud im mond), y como en aquella también se muestra el sacrificio de los viajeros espaciales en el instante de necesidad extrema.

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