domingo, 12 de febrero de 2012

El Planeta de los Simios (1967)



Se habla del final de El Planeta de los Simios (Planet of the Apes, 1968) como inesperado y sorprendente, incluso hay quien afirma que es el mejor final de la historia del cine, quizá haya visto y comparado todas las películas rodadas desde los orígenes del cine para poder afirmar tal absoluto, que no dejaría de ser subjetivo y, por tanto, abierto a la interpretación de quien compare. Pero si bien puede sorprender, no considero que sea inesperado, ya que todo apunta que el planeta es el que es; otra cuestión es que la secuencia final sea efectiva e impacte por su combinación audiovisual. Lo que sí puedo decir sin miedo a errar es que El planeta de los simios es una de las contadas producciones que puede presumir de haber generado secuelas, precuelas, una serie de animación y otra de personajes reales, comics y hasta un remake que, a pesar de contar con Tim Burton en la dirección, no aporta novedad ni mejora la original (como tampoco aporta ni mejora el conjunto el resto de la saga). La historia filmada por Franklin J. Schaffner, y basada en una novela de Pierre Boulle, se inicia en el interior de una nave en la que viajan cuatro astronautas, de los cuales sólo George Taylor (Charlton Heston) permanece en estado de vigilia, reflexionando sobre la misión y otras cuestiones relacionadas con la especie dominante del planeta que abandonó seis meses atrás. Sin embargo, ese medio año de viaje espacial equivalen a más de siete siglos en tiempo terrestre, un largo periodo que confiere al astronauta la vaga esperanza de que la raza humana haya evolucionado para mejor, como apunta en la grabación que efectúa antes de sumirse en el profundo letargo del que despierta tras la colisión de la nave.

Landon (Robert Gunner) y Dodge (Jeff Burton) también han sobrevivido al choque, y les apremia para que abandonen un vehículo espacial que se hunde en las aguas de un lago en un planeta remoto; pero no sin antes observar que el calendario ha avanzado hasta el año 3978. Si hay agua, se puede respirar, y si se puede respirar, se puede caminar; sin embargo, allí donde miran sólo encuentran desierto, sin señal de vida por ninguna parte, excepto la planta que descubren cuando casi habían perdido toda esperanza. El hallazgo confirma la existencia de vida en el extraño planeta, cuestión que proporciona una nueva perspectiva, aunque Taylor continúa pensando que la raza a la que pertenece es de naturaleza violenta, egoísta y destructiva; una especie que no esperaba encontrar en una jungla en la que no tarda en comprender que debe correr y escapar, porque los hombres no son la especie dominante, allí quienes dominan son los simios que pretenden darles caza. Durante la batida Landon es apresado, Dodge abatido y Taylor herido y arrastrado hasta una celda desde la que no puede comunicarse, debido al disparo que le ha alcanzado en la garganta. Desde el interior de su jaula observa como le observan; los simios hablan, le estudian, comentan su comportamiento y sus extraordinarias capacidades, como si estuviese ausente o fuese incapaz de entenderlos, cuestión que desespera al viajero de las estrellas, porque ni puede decir quién es ni preguntar dónde se encuentra. El Planeta de los Simios muestra un mundo al revés, en el cual el hombre ha pasado de ser la especie dominante a ser rebajado a la condición de animal peligroso y falto de raciocinio. Los humanos que comparten cautiverio con Taylor no presentan la capacidad del habla, actúan como actuarían los simios en el planeta natal del piloto, así como los simios actúan como lo harían los humanos; no obstante, descubre en Nora (Linda Harrison) los mismos sentimientos que podría tener cualquier mujer de La Tierra. ¿Cómo es posible? ¿Dónde surgió esta civilización al revés? Puede que conocer la respuesta le resulte impactante, pero debe encontrar una explicación, y para obtenerla tendrá que escapar de las garras del doctor Zaius (Maurice Evans), un simio asustado ante la amenaza que significa para su civilización la presencia de un animal que habla y piensa. Pero ni todos los simios son hostiles ni todos temen a los humanos; Zira (Kim Hunter) y Cornelius (Roddy MacDowall) descubren que ese espécimen de ojos claros puede comunicarse, o dicho de otra manera, que ojos claros es inteligente. Tal hallazgo probaría la hipótesis evolutiva que ha desarrollado Cornelius, la misma que podría condenarlo por herejía, pero esa pareja de enamorados no puede ocultar la verdad, porque ambos son simios de ciencia y, además, se han encariñado con esa mascota cuya existencia niega las bases sobre las que se sustenta la tradición simiesca. El Planeta de los Simios encierra un discurso pesimista que encuentra su explicación en la época en la que fue rodada, cuando la Guerra Fría amenazaba con un hipotético conflicto nuclear que significaría el fin del planeta tal y como Taylor lo conocía; así pues, el miedo de Zaius parece justificado, pues sabe que se trata de una raza destructiva que debe ser controlada para que no destruya el equilibrio de ese mundo al revés en el que el ser humano ha involucionado de ser racional a animal acorralado y odiado.

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