martes, 5 de mayo de 2020

Blue Jasmine (2013)



Las historias cinematográficas de Woody Allen son suma de situaciones en las que sus personajes dialogan, hablan, piensan o recuerdan en voz alta; también desvarían, pero siempre desvelan la parte oculta que el director neoyorquino hace accesible al público. Apenas hay espacio para el silencio y, cuando podría haberlo, introduce música. De ese modo, provoca que las interioridades humanas salgan a la superficie y suele hacerlo con acierto, humor, ingenio, cinefilia y dosis de neurosis. Repite temas con variantes y, como mínimo, los resultados son más que aceptables, cuando no espléndidos. Los títulos Annie Hall (1977), Hannah y sus hermanas (Hannah and Her Sisters, 1985) y Alice (1990) remiten a mujeres distintas entre sí, como diferentes puedan serlo las dos hermanas no biológicas de Blue Jasmine (2013), pero todas tienen en común que nacen en la mente de Allen y, por tanto, no escapan a las relaciones humanas que este muestra a lo largo de su filmografía. Las atrapa en su irracionalidad. Al final de Annie Hall, Alvin recuerda el chiste del hombre que le dice a su psiquiatra que su hermano se cree una gallina. El psicoanalista le pregunta ¿por qué no lo interna en un psiquiátrico? Y el primero responde que no lo hace porque necesita los huevos. Aunque cómico de profesión y por devoción, Alvin no pretende hacernos reír, solo reflexiona sobre sus experiencias y concluye que las relaciones humanas son irracionales, "pero necesitamos los huevos". Esos huevos son sensaciones, sentimientos y emociones que nos relacionan. Son pasionales, contradictorios, necesarios, vitales y no responden a la razón; aunque, sin éxito, los personajes intenten racionalizarlas.


La presencia de neuróticos y neuróticas en el cine de Allen obedece a la incapacidad de dar respuesta a lo irracional. A pesar de que las busquen, no las obtienen, tampoco logran controlar sus vidas, ni sus reacciones. Esto les puede conducir a estados de frustración como el de Jasmine (Cate Blanchett), perdida entre su pasado y el presente en el que vive con Ginger (Sally Hawkins), su opuesta, aunque no tan distinta. La estancia de Jasmine en San Francisco no es un periodo de reconstrucción, sino de desorientación y de negación de la irracionalidad de la que nos habla Alvin. Pero su negación no es constructiva, como sí lo pueda ser en la fantasía de Alice. La suya es destructiva, huye en el pasado y en el presente. En el primer tiempo le avergüenza su origen, no le interesa saber qué contienen los documentos que firma o asume ceguera ante las infidelidades de Hal (Alec Baldwin).


Cerrar los ojos, rodearse de lujo y superficialidad dan cuerpo a su idea de estabilidad; idea que desaparece y que ella pretende recuperar cuando conoce a Dwight (Peter Sargaard). Esta necesidad de recuperar el paraíso perdido, su estabilidad, apunta que tanto su presente como su pasado son dos tiempos que podrían ser uno. Ambos se intercalan con fluidez en la pantalla. Las imágenes del ayer muestran a Jasmine viviendo en un mundo que ha idealizado y construido sobre la mentira de que todo funciona y es perfecto: matrimonio, amistades, imagen, glamour, posición social. No obstante, la perfección de las apariencias o la aparente perfección ya no existe cuando, al inicio, la descubrimos hablando con una pasajera que desea alejarse de ella, harta de escucharle contar su vida anterior. Esta desesperada, pérdida; ni se explica ni logra asumir su situación actual; y esto genera la crisis que la atrapa entre un final y un inicio, aunque, en realidad, la atrapa en el mismo lugar donde ha estado siempre: en la mentira que le sirve para racionalizar. <<El jazmín nocturno, renace cuando anochece>>, dice respecto a su nombre de pila cuando conoce a quien supone le devolverá el esplendor perdido. Sin embargo, la noche ha caído y es incapaz de renacer. No puede olvidar su ayer, sus prejuicios, sus inseguridades, su culpabilidad. No tiene a donde ir, ni tiene respuestas, tampoco puede huir de los hechos pretéritos que Allen intercala con el presente en San Francisco, durante el cual intenta cambiar a su hermana, a quien atosiga y juzga en sus relaciones, haciéndole ver que se merece algo mejor que Chili (Bobby Cannavale) o Augie (Andrew Dice Clay), su anterior pareja. Durante este periplo, se descubre destructiva y desorientada, llena de dudas, con una copa en la mano, con intenciones, buscando y no encontrando más que la negación y la irracionalidad que necesita los huevos de los que habla Alvin, esas relaciones que la han llevado a su estado actual de neurosis.

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