sábado, 17 de agosto de 2019

Korda. De Sándor a "Sir" Alexander de London Films


Catalina la "Grande", Enrique VIII, Rembrandt, Lady Hamilton y Lord Nelson son personajes históricos que demuestran el gusto de Alexander Korda por las historias de la Historia. Su propia existencia podría dar para una de esas vidas privadas que le dieron mayor fama como cineasta. Pero aquí no vamos a invadir su privacidad, ni alteraremos la intimidad de su alcoba, dejaremos ambas en el lugar que les corresponde y nos detendremos en los datos biográficos que nos permitan aproximarnos al pionero que debutó en la dirección en 1914, en su Hungría natal, y al magnate cinematográfico que triunfó con La vida privada de Enrique VIII, <<un éxito planetario sobre el cual construyó a su alrededor su propia compañía>>1; en definitiva, al realizador, al productor y al ambicioso empresario que <<entre 1914 y 1919 dirigió personalmente al menos veinticinco películas; desde su llegada a Viena en 1920 hasta su viaje a Inglaterra en 1932, dirigió veinticuatro más en Viena, Berlín, París y Hollywood. Desde 1933 a 1956 produjo bastante más de cien películas, algunas de las cuales también dirigió total o parcialmente>>2. Korda, de nombre original Kellner Sándor Lászlo, nació en 1893, en un pequeño pueblo húngaro, en el seno de una familia sin más recursos que los proporcionados por el trabajo paterno. De aquella época nos habla su sobrino en Alexander Korda. Una vida de ensueño, desde su investigación y desde los recuerdos de otros, e intuyo que desde la leyenda que envuelve al hombre transformado en mito. Korda nació como Sándor Kellner pero se convirtió en Alexander Korda, en el Sir del Imperio Británico y en el magnate cinematográfico que quiso competir con los dueños de los estudios hollywoodienses y, gracias al éxito de su Enrique VIII, <<estaba en posición de tratar a los magnates de Hollywood como a iguales>>3. De la miseria a la opulencia, del exilio a caballero del país que lo acogió tras su deambular durante la década de 1920, de director de cine a empresario cinematográfico, de asalariado insatisfecho en su paso por First National a dueño de su propio feudo cinematográfico, que en su mayor esplendor contó con la productora London Films, con una importante participación en United Artists y con la distribuidora British Lion. Quizá si hubiera nacido cincuenta años antes o medio siglo después, nada de lo escrito hasta ahora habría sido posible, pero lo fue; y en parte lo fue porque nació en el instante preciso en que lo hacía el cine, ya que, por aquel entonces, el cinematógrafo no era más que la ilusión que vería su primera proyección pública en 1895. Sándor creció a la par que el celuloide daba sus primeros pasos por un terreno virgen y propicio para quienes osaron aventurarse en busca de nuevas posibilidades. Pero de esto nada sabría el adolescente que, junto a su familia (su madre y sus hermanos menores, Zoltan y Vincent), fue desahuciado de su hogar tras el fallecimiento del cabeza de familia. Apunta Michael Korda en su libro que los Kellner no tuvieron más opción que refugiarse en la casa del abuelo paterno. Pero allí la situación doméstica no tardó en ser insostenible para los recién llegados, una situación que convenció al primogénito para trasladarse a Budapest, en busca de formación y fortuna; lo mismo harían su madre y sus hermanos poco después. Corría el año 1908 cuando el protagonista de nuestro relato pisó la gran ciudad, el mismo año en el que Mór Ungerleider y József Neumann fundaban Projectograph, la primera distribuidora cinematográfica húngara. Este dato sitúa a nuestro personaje en el momento oportuno: en el inicio de la industria del cine húngaro. Aunque su idea original contemplaba cursar estudios en el instituto, su intención varió según se desarrollaron los hechos, o según se presentaron nuevas opciones que desbancaron a las anteriores, opciones más atractivas y satisfactorias para quien no tardó en cambiar un posible título académico por libros y conversaciones en los cafés, <<la mejor academia, el lugar donde mejor se informaba uno de todas las novedades>>4, donde los jóvenes inquietos establecían contacto con la cultura viva.




(Vincent, Alexander y Zoltan Korda)

En el interior de aquellos locales se producían encuentros inesperados, pero fue uno de sus profesores en el gimnásium quien le posibilitó su primer trabajo. De ese modo, dio su primer paso en el mundo laboral; lo hizo en el diario Független Magyarország, donde entró con los bolsillos vacíos y la mente abierta a posibilidades que le permitieran abandonar la pobreza. Escribió artículos, críticas cinematográficas y cuentos bajo seudónimo, decidiéndose finalmente por el Korda Sándor con el que, más adelante, firmaría sus películas húngaras. No cabe duda de que era un joven con los pies en el suelo, ambicioso e inteligente, un muchacho que sabía lo que quería y que pronto supo cómo conseguirlo. ¿Lo conseguiría viajando a Francia con una recomendación del diario? No. ¿Lo conseguiría en su retorno a Hungría? Tal vez. De lo que sí estaba seguro era de que, más temprano que tarde, encontraría el medio para lograrlo. La oportunidad se presentó a su regreso de París, cuando Lajos Biró, su amigo y su futuro guionista, le presentó a <<Mór Ungerleider, el cofundador de Projectograph>>5. Así, en 1909, se descubrió a sí mismo en la distribuidora y productora más importante del país, <<escribiendo anuncios y traduciendo los subtítulos de las películas extranjeras, mientras al mismo tiempo fundaba la primera revista húngara de cine, el semanal "Pesti Mozi">>6, y, ya desaparecida esta, pondría en marcha "Mozi" y "Mozihét". Pero su futuro no estaba en la escritura, ni en la crítica ni en dirigir revistas cinematográficas, sino en la realización, en la producción y, años después, en la distribución de sus propias películas. En 1914 debutaba en la dirección, pero fue durante la Gran Guerra (1914-1918) cuando se convirtió en uno de los cineastas más reputados de su país. <<Sin duda, Alex se hubiera abierto camino en el cine antes o después, pero el estallido de la guerra aceleró su avance>>7. Al contrario que su hermano ZoltanSándor no fue movilizado debido a un déficit visual, lo que supuso que permaneciese en Budapest y que las puertas de una cinematografía que necesitaba material propio para llenar las pantallas, vacías de producciones extranjeras como consecuencia de la guerra, se le abriesen definitivamente. Una vez más, estaba en el momento y en el lugar precisos, y supo aprovecharlo. <<Dónde se terminará la carrera de Sándor Korda, no lo sé. Ahí donde sus deseos, la fama, la riqueza, la vida ociosa y la joven vejez le conduzcan>>8 profetizaba en 1917 el crítico Ernö Gál. Su premonición se basaba, quizás, en la propia personalidad del cineasta, en el afán de independencia, en la ambición y en la ya temprana intención de crear su propio imperio cinematográfico. Hombre de recursos y con facilidad para emprender negocios sin contar con capital propio, ese mismo año Korda convencía a Miklós Pástory y compraban el estudio Corvin. Presidente de su propia compañía cinematográfica, <<Korda, que hasta entonces ha estado compaginando la producción de películas con la dirección de "Mozihét", pone en marcha una serie de producciones...>> en las que <<prima la vertiente "literaria" de las películas, y su cine está dirigido a determinadas clases sociales>>9. Durante el periodo bélico, el viento soplaba a favor del cineasta, pero la inestabilidad política que sucedió al conflicto armado le pasaría factura. En 1919, tras la caída del gobierno de Karoly, el líder del Partido Comunista Húngaro Béla Kun se hizo con el poder e instauró la República de los Consejos. Uno de sus primeros pasos al frente del gobierno fue nacionalizar la industria cinematográfica y, como otros cineastas, Korda asumió la nueva política y realizó films de propaganda. Meses después de alzarse con el control político, Kun era derrocado por el ejército contrarrevolucionario, hecho que puso al realizador en una situación comprometida respecto al nuevo régimen del almirante Horthy, quien no dudó en emplear la fuerza bruta para borrar cualquier vestigio del periodo anterior. Por aquel entonces, junto a Mihály Kertész (mundialmente conocido como Michael Curtiz), Sándor era el cineasta de mayor prestigio del cine húngaro; acariciaba su sueño y había abandonado la pobreza, pero todo lo conseguido se vino abajo cuando fue arrestado. La intervención de su mujer, la actriz Maria Corda, le salvó la vida y ambos <<abandonaron Budapest en otoño de 1919 para no volver nunca>>10. La época de deambular de aquí para allá se abría ante ellos, y Viena fue su primera parada y el lugar donde asumió su definitivo Alexander Korda. En Austria dirigió varias películas, entre ellas la adaptación de la novela de Mark Twain El príncipe y el mendigo, de la que no obtendría beneficios al no poseer los derechos cinematográficos, y la superproducción bíblica Sansón y Dalila, antes de trasladarse a Berlín en 1923; y de allí, a Hollywood tres años después. Sin embargo, en suelo californiano, era uno más entre tantos cineastas al servicio de los estudios cinematográficos. <<El hundimiento de la bolsa le dejó sin blanca>> y, desilusionado ante la falta de independencia <<pidió dinero prestado para comprar un billete de primera clase>>11 y regresó a Europa, en concreto a París, donde rodó Maurice.



 El éxito de Maurice <<había restablecido su crédito como director, pero el deseaba menos que nunca trabajar para otro y estaba decidido a tener su propia compañía>>12. Aún así no rechazó la oferta de Paramount para dirigir una película en Inglaterra. En 1931, la industria cinematográfica británica todavía se encontraba en pañales y buscaba el modo de competir con las producciones que procedían del otro lado de Atlántico. Pero ¿cómo competir con Hollywood? Posiblemente Korda lo supiese mejor que ningún otro, pues había trabajado para el sistema de estudios y comprendía los entresijos del mismo. Lo primero era ser independiente, tener su propia productora para que nadie interfiriese en su trabajo, al fin y al cabo, él quería ser como los magnates hollywoodienses. ¿Y qué tenían estos, aparte de dinero y una red de distribución propia? Estrellas. La cuestión monetaria tendría fácil arreglo para alguien como él. Una de las claves del éxito consistía en crear su propio star system (Leslie Howard, Charles Laughton, Merle Oberon -con quien contraería matrimonio-, Laurence Olivier o Vivien Leigh). Consciente de su capacidad de vender hielo en el polo, contrató a Laughton y convenció a inversores para que financiaran la creación de London Films, una pequeña productora que, gracias al descomunal éxito internacional de La vida privada de Enrique VIII, se convirtió en puntera del cine británico, posición que mantuvo durante la década de 1930, hasta que la Segunda Guerra Mundial precipitó la salida del magnate hacia California; de donde regresaría para ser nombrado caballero del Imperio, por los servicios prestados al cine británico. Como cualquier otro productor, Korda produjo buenas y malas películas, pero siempre lo hizo con la intención de hacerlas dignas, para ello buscaba los mejores actores y actrices, directores de talento como Carol Reed o David Lean, e incluso se adelantaba a su época intuyendo la importancia de los ingresos por la venta de los derechos de emisión de sus películas por televisión, donde todavía brillan sus producciones La vida futura, filmada por William Cameron Menzies a partir de la novela de H. G. WellsLas cuatro plumas, realizada por su hermano Zoltan KordaEl ídolo caído o El tercer hombre, ambas dirigidas por Reed, RembrandtLady HamiltonKorda, <<hombre paradójico>>13, ¿quién no?, culto, ostentoso y ambicioso visionario empresarial, también fue <<un productor creativo que podía sacar lo mejor de las personas en una empresa de colaboración y que entendía la alquimia de los procesos creativos>>14, asimismo recibió el título de Sir por los servicios prestados a la industria del cine británico (se dijo que también  por los extraoficiales a Churchill durante la guerra), por darle bríos e internacionalizarla gracias al mayor éxito de su carrera, La vida privada de Enrique VIII, el film que le permitió crear su imperio cinematográfico.



Filmografía como director (parcial)

A becsapott ujsagiro (1914)

Tutyu es totyo (1914)

Lyon lea (1915)

Atiszti kardbojt (1915)

Feher ejszakar or Fedora (1916)

Mesek az irogeprol (1916)

A nagymama (1916)

A ketszivu ferfi (1916)

Az egymillio fontos banko (1916)

Ciklamen (1916)

Vergodo szivek (1916)

A neveto szaskia (1916)

Magmas miska (1916)

Szent Peter esernyoje (1917)

A golyakalifa (1917)

Magia (1917)

Harrison es barrison (1917)

Faun (1918)

Az aranyember (1918)

Mary Ann (1918)

Ave Caesar! (1918)

La rosa blanca (Feher Rozsa, 1919)

Yamata (1919)

El príncipe y el mendigo (Seine Majestät das bettelkind, 1920)

Herren der Meere (1922)

Sansón y Dalila (Samson und Dalila, 1922)

Das Unbekannte Morgen (1923)

Jedermanns Weib (1924)

Mayerling (Tragödie im Hause Habsburg, 1924)

El bailarín de la señora (Der Tanzer Meiner Frau, 1925)

La señora no quiere niños (Madame wünscht Keine Kinder, 1926)

Una moderna Dubarry (Eine Du Barry Von Heute, 1926)

Los húsares de la reina (The Stolen Bride, 1927)

La vida privada de Helena de Troya (The Private Life of Helen of Troya, 1927)

Sin escudo ni blasón (The Yellow Lily, 1928)

El vigía (The Night Watch, 1928)

El amor y el diablo (Love and the Devil, 1929)

La última pena (The Squall, 1929)

Su vida privada (Private Life, 1929)

Lirios silvestres (Lilies of the Field, 1930)

Mujeres por doquier (Woman Everywhere, 1930)

La princesa se enamora (The Princess and the Plumber, 1930)

Rive gauche (1931)

Marius (1931)

Service for Ladies (1932)

Wedding Rehearsal (1932)

La vida privada de Enrique VIII (The Private Life of Henry VIII, 1933)

La dama de chez Maxim's (The Girl From Maxim's)

Catalina de Rusia (The Rise of Catherine the Great; Paul Czinner, 1934) (sin acreditar)

La vida privada de Don Juan (The Private Life of Don Juan, 1934)

The Man Who Could Work Miracles (Lothar Mendes y A. Korda, 1936)

Rembrandt (1936)

The Lion Has Wing (1939) (sin acreditar)

El ladrón de Bagdad (The Thief of Bagdad, 1940) (sin acreditar)

Lady Hamilton (That Hamilton Woman!, 1941)

Separación peligrosa (Perfect Strangers, 1945)

Un marido ideal (An Ideal Husband, 1947)

Bonnie Prince Charlie (1948) (sin acreditar)




Fuentes bibliográficas

1.Christian Aguilera, Natalia Ardanaz, Llorenç Esteve, Tomás Fernández Valentí. Historia del cine británico. T&B Editores. Madrid, 2013
2,3.Michael Korda. Alexander Korda. Una vida de ensueño. T&B Editores y Festival Internacional de Cine de Las Palmas, Madrid, 2003
4.Stefan Zweig. El mundo de ayer. Memorias de un europeo. Editorial El Acantilado, 2012 
5,6,7.Michael Korda
8.Pablo Mérida. Michael Curtiz. Cátedra, Madrid, 1996
9.Miguel A. Fidalgo. Michael Curtiz. Bajo la sombra de "Casablanca". T&B Editores, Madrid, 2009
10,11,12,13. Michael Korda
14. Charles Drazin. El narrador (pág 127-144) en Carol Reed. Festival Internacional de Cine de San Sebastián y Filmoteca Española. San Sebastián-Madrid, 2000

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