sábado, 21 de octubre de 2017

El séptimo cielo (1927)


No era poeta ni pretendía serlo, al menos, no un poeta que emplease la palabra como recurso que le permitiera expresar sentimientos, sensibilidad, belleza o ternura. Pero sí podría decirse que su mirada era la de un iluso idealista, que manifestaba su poesía en cada plano y en cada suspiro de sus películas más personales. Su nombre, Frank Borzage, su profesión, cineasta, su talento, crear poesía en movimiento, su lírica, popular, y sus temas, siempre vigentes: injusticia, amor o desheredados como Chico (Charles Farrell) y Diane (Janet Gaynor), los protagonistas del magistral sueño romántico El séptimo cielo (Seventh Heaven, 1927). Ambos están condenados a no encontrar la felicidad ni sobre la superficie ni bajo ella, solo en las alturas de su séptimo piso les será factible, porque, como ambos repiten, no hay que mirar hacia abajo, sino hacia arriba. Abajo se encuentra el alcantarillado parisino donde descubrimos a Chico trabajando mientras expresa su deseo de ser barrendero. Como el de muchos, su deseo no es grande, únicamente aspira a ver la luz que los túneles que lo aíslan del mundo le niegan. Pero, al contrario que Diane, él es libre para soñar y decir a quien quiera escucharle que es <<un tipo muy especial>>. Abajo, Borzage, también nos presenta a la dulce heroína interpretada por Janet Gaynor, sobre el suelo donde encoge su cuerpo para protegerse de los latigazos infligidos por su hermana Nana (Gladys Brockwell), alcoholizada y ruin, que la maltrata y la utiliza a su antojo. Diane teme. Diane ha perdido la esperanza. Diane sufre a diario al comprender que para ella no hay un lugar, ni quien la quiera y proteja. Para ella solo existe dolor y miedo, como descubre Chico cuando la salva de las garras de Nana y de la muerte, aunque para la sufrida heroína esto solo signifique alargar su sufrimiento. Lo tiene decidido, va a poner fin a su existencia, pero entonces algo cambia. Una mano no la golpea, la salva, como también evita su detención, tras ser señalada por la harpía de su hermana. El muchacho afirma al policía que la joven es su mujer y el agente le responde que está bien, pero que llevaran a cabo una investigación para comprobarlo. La única solución para que Chico no pierda el empleo de barrendero que el padre Chevillon (Emile Chautard) acaba de ofrecerle es cobijar a Diane en su casa hasta que todo se calme. Suben uno, diez, cien,... escalones hasta alcanzar la altura donde conviven y se enamoran, su séptimo cielo, aquel que nada ni nadie puede quebrantar: ni el reclutamiento del muchacho cuando estalla la Gran Guerra, ni la inesperada aparición de la pérfida Nana, ni los años durante los cuales se prolonga la contienda que únicamente distancia sus cuerpos. Ensoñación romántica donde las haya, El séptimo cielo obtuvo un enorme éxito popular, además de tres premios importantes en la primera edición de los Oscar (mejor dirección, mejor actriz y mejor guión adaptado), pero su mayor acierto, el que ha mantenido la película protegida de las modas y de los años transcurridos desde su rodaje, es la ilusión que Borzage logró plasmar en esa pareja que se encuentra en un plano superior a la realidad que aflora en la superficie que no afecta a su amor, porque arriba, en su buhardilla, donde acarician las estrellas, solo existen <<Chico, Diane y el cielo>>.

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