Uno de los ejes fundamentales en la obra cinematográfica de Howard Hawks se descubre en las relaciones de sus personajes en películas como Solo los ángeles tienen alas, Río Rojo, Río de sangre, Río Bravo, Hatari o Río Lobo, que ofrecen enfoques complementarios de la amistad que une a dos o más individuos en situaciones alejadas de aquéllo considerado como normal. Dicha constante se erige en el centro argumental de El Dorado, western que a menudo se considera un remake de Río Bravo, sin embargo desde el primer momento se apuntan diferencias entre ambos films que podrían poner en tela de juicio tal apreciación. La historia de El Dorado muestra evidentes paralelismos con la narrada en el anterior western hawksiano, pero su exposición resulta menos opresiva en cuanto a los espacios y a la fotografía, además de dotar de cierto tono paródico a sus dos personajes principales, derrotados, entrados en edad, que sufren un cansancio vital que en su precedente aún no era definitivo; así pues nos encontramos ante un sheriff alcoholizado y un pistolero que ya no puede disparar porque su lado derecho queda inmovilizado como consecuencia de una bala incrustada cerca de su espina dorsal. En este punto fue donde Hawks ironizó en mayor medida, pues les enfrenta, incapacitados por su adicción al alcohol o por su parálisis lateral, a un puñado de pistoleros profesionales con la única ayuda de un viejo ayudante (Arthur Hunnicutt), similar al interpretado anteriormente por Walter Brennan, y del joven inexperto que, avanzada la película, seguirá al errante Cole Thornton (John Wayne) hasta el pueblo donde éste se reúne definitivamente con ese amigo que le necesita. El Dorado arranca con una introducción inexistente en Río Bravo, en ella se presenta la amistad que une a John Paul Harrah (Robert Mitchum) y Thornton, recién llegado al pueblo donde Harrah ejerce de sheriff. Cole se encuentra en la localidad porque ha sido contratado como revólver de alquiler por Bart Jason (Edward Asner), el terrateniente que desea apoderarse de las tierras de un pequeño propietario llamado Kevin MacDonald (R.G.Armstrong). Esos instantes iniciales también sirven para comprender que Cole es un mercenario que prioriza sus valores por encima del dinero; no duda en rechazar la oferta de Jason cuando su amigo le comenta las intenciones de aquél. Del mismo modo, gracias a esos primeros compases, se comprende que el lazo inquebrantable que les une se forjó en un pasado que se deja entrever cuando Maudie (Charlene Holt) lo alude después de abrazar al forastero sin poder ocultar el amor que le profesa. Además de apuntar aspectos de la personalidad de Thorton, el prefacio muestra su accidental encuentro con dos de los hijos de MacDonald, Luke (Johnny Crawford), a quien hiere antes de que aquél se suicide como consecuencia de su herida, y Joey (Michele Carey), la chica que dispara sobre Cole después de que éste entregue el cadáver de Luke a sus padres. A partir de ese instante, y con la bala amenazando su espina dorsal, Thornton se aleja una vez más de su amigo y de la mujer que le ama, cuestión que Hawks aprovechó para avanzar unos seis meses y presentar otro punto geográfico, donde se produce el encuentro entre el maduro pistolero y el joven Mississipi (James Caan), inexperto en el manejo de armas de fuego y desorientado tras ver cumplida su venganza. Río Bravo resulta más rápida en cuanto al desarrollo de los hechos que se centran, en exclusiva, en el pueblo donde se encarcela al criminal que crea la situación límite, por contra, El Dorado solo se centra en una localización semejante hacia la segunda mitad del metraje, cuando Thorton regresa en compañía de Mississippi para ayudar a ese amigo que, tras haber sufrido un desengaño amoroso, ahoga sus penas en alcohol.
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