Los valientes andan solos (1962)
La imagen en blanco y negro de Jack (Kirk Douglas), tumbado sobre el suelo, apoyada su cabeza sobre su silla de montar, abre Los valientes andan solos (Lonely Are the Brave, 1962). Segundos después, la tranquilidad que desprende la escena, podría ser la de un western clásico, se rompe con el estruendo sonoro de los reactores que sobrevuelan el cielo que observa. Los aviones le confirman y confirman al público su condición de hombre fuera de tiempo y de lugar, ajeno a la modernidad que va descubriendo mientras avanza montado sobre su caballo. Alambradas, carteles y el asfalto, por donde circulan más y más automóviles, remarcan el rechazo de Jack y hacia Jack. Así se inicia la intimista y pesimista adaptación cinematográfica de la novela de Edward Abbey, realizada por David Miller y guionizada por Dalton Trumbo en un guión que fue definido por Kirk Douglas como el mejor que leyó en su vida.
Aparte de la aportación de Trumbo, de la gran dirección de Miller, probablemente su mejor película, y de las interpretaciones de Douglas, Walter Matthau y Gena Rowlands, en un breve papel, destaca la fotografía en blanco y negro de Philip H. Lathrop, que resalta la desubicación temporal y humana del jinete que se adentra en la civilización/modernidad para ayudar a un viejo compañero. La perspectiva vital de Jack sería similar a la asumida por aquellos cowboys nómadas que transitaban las grandes extensiones del viejo oeste, un espacio y un tiempo desaparecidos mucho antes del nacimiento del protagonista, que hereda y asimila la visión que aquellos vaqueros tenían del entorno, sin fronteras, sin alambres y sin leyes escritas, como las que han condenado a Paul (Michael Kane) a dos años de cárcel.
El primer encuentro de Jack con un semejante se produce en una casa donde saluda a una mujer con quien quizá haya mantenido una relación sentimental; y así es, aunque no la que podría creerse a primera vista. No tarda en comprenderse que este hombre no tiene más ataduras que las riendas de su yegua y que Jerry (Gena Rowlands) es la mujer de su único amigo, arrestado por cobijar y alimentar a inmigrantes ilegales que pasaron la frontera geopolítica que, para Jack y Paul, solo es una línea imaginaria e imaginada por intereses humanos, y no por el espacio natural, que ni entiende de legalidades ni de particiones. Por su forma de interpretar la realidad, el protagonista no comprende el por qué se condena a alguien por ayudar a semejantes a asentarse en un espacio libre, al menos, en su anacronismo, él así lo considera. Tampoco puede explicarse el por qué la sociedad transforma el medio natural hasta el extremo de eliminar su esencia, sin pensar en sus consecuencias. Lo que sí comprende este fuera de tiempo es la fidelidad, la unión de la amistad, y que su deber como amigo consiste en ayudar, en estar ahí cuando lo necesitan. La única forma que ve para hacerlo implica su propio encierro, así que busca pelea en un bar, pero con la mala fortuna de que la policía lo suelta. Esto le obliga a agredir a un agente y le supone un año de condena, tiempo más que suficiente para que alguien libre, incapaz de sobrevivir entre barrotes físicos e imaginarios, enloquezca. Ante la negativa a huir de Paul, y después de recibir la paliza de su carcelero (George Kennedy), Jack emprende su fuga en solitario por un terreno escarpado que domina, aunque perseguido por la modernidad; en ese espacio aun salvaje representada por un vehículo todoterreno y un helicóptero.
Más allá de la etiqueta genérica de western moderno que se puede pegar a Los valientes andan solos, el film es la lucha del individuo por sobrevivir a una sociedad homogénea que ha cambiado libertad por comodidad, y que ha desechado u olvidado el modo de vida natural, quizá primitivo y seguro que ajeno al validado, que convierte a Jack en un superviviente, en un inadaptado, en el último de una especie -pues, aunque lo haya hecho por su familia, su amigo ha cambiado y acepta su "culpa" y su "error", por el que debe pagar su deuda con la justicia- que vaga en la soledad que comparte con su yegua, otro símbolo que refleja su manera de ser, su sentir y su negación del presente que, implacable, le persigue por la montaña donde le cerca sin éxito, pues el terreno rocoso todavía pertenece al pasado, y sobre el asfalto donde se produce la definitiva colisión temporal: su imposibilidad existencial.
Una película magnifica con un Kirk Douglas en estado de gracia, estas son las películas que merecen ser recordadas por lo sustancial de su mensaje.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo, Marcelo. Una película magnífica
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