viernes, 18 de octubre de 2019

Urxa (1989)

Se dice que "habelas hainas", pero Urxa (Luma Gómez) no es una "meiga", y menos aún una bruja, es una guardiana de la "madre tierra", de sus mitos y leyendas, tan reales para ella como el uso medicinal de las plantas que recoge y los recuerdos de la época olvidada en el tiempo, que, a través de ella, convive con el presente en el que se mantiene oculta. Urxa siempre es la última de una estirpe que continúa su ciclo en Ádega (Raquel Lagares), la niña a quien, a pesar de la oposición del padre, muestra, enseña y le cede su medallón, su bastón de druida, su sabiduría, sus recuerdos, pues sabe que ha llegado el momento de partir y de que Ádega tome el relevo y, al tiempo, sea la nueva y la vieja Urxa. Ambas mujeres son una, son el ser intemporal y protector que funciona de nexo entre los tres episodios que conforman la película de Alfredo García Pinal -quien había destacado con su cortometraje Morrer no mar (1984)- y Carlos López Piñeiro -uno de los pioneros en el desarrollo del cine y del audiovisual gallego en la década de 1970-, historiador cinematográfico, productor, fundador del grupo Imaxe y realizador de Malapata (1979), el primer largometraje gallego rodado en 16 mm. De apariencia sencilla, sin formas enrevesadas, sencilla como las gentes y el espacio que retrata a lo largo de años que parecen no pasar, Urxa (1989) fue proyectada durante la muestra Cinegalicia celebrada en Vigo en noviembre de 1989. Durante aquel certamen ya histórico para el cinematografía gallega se estrenaron otros dos largos que, junto a este, forman la trinidad seminal del cine gallego. Sempre Xonxa (Chano Piñeiro, 1989) fue el último en exhibirse, pero, por derecho propio, se considera el primer largometraje profesional gallego, un film que se decantó por el paisaje natural y rural y el "enxebrismo" mágico que no tienen cabida en la gélida Continental (Xavier Villaverde, 1989), una película que vive de y en su estética nocturna, salpicada de rojo sangre, aunque más forzada que necesaria e incapaz de dotar de entidad a los personajes y al drama sangriento que se desata en la irrealidad de sus decorados: el local que le da título y los muelles de la ciudad portuaria donde se desarrolla parte de la trama. Por su parte, Urxa, la segunda proyectada de este trío pionero, quizá las más desconocida y la de menor presupuesto (no alcanzó los 70 millones de pesetas), transita por espacios rurales donde la magia, la fantasía, la leyenda y el folclore popular dan forma a sus tres partes: O medallón de Urxa, cuyo argumento abre este comentario, O arcón de Petro Xesto, que hereda el costumbrismo, la ironía y el humor de los cuentos que Álvaro Cunqueiro publicó en Escola de menciñeiros (1960), Xente de aquí e de acolá (1971) y Os outros feirantes (1979), e O ídolo de Mider, donde el pasado se ve alterado por el presente y el mito da paso al terror que se desata cuando Alonso (Ernesto Chao), el arqueólogo protagonista, desentierra una figura del pasado mitológico sin ser consciente de la maldición que encierra el objeto que lo transforma y acabará destruyéndole.

2 comentarios:

  1. Por favor, de nada sirve comentar una película que NO SE PUEDE VER. No entiendo para qué la rodaron allá en 1989, si no es para que la gente la vea. Es más, quiero comprarla si la encuentro, pero es imposible. Ni pagando dejan verla. Es un sinsentido

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    1. Lamento que no puedas verla. En su momento, sí pude. La proyectaron en 2014, y creo que también en TVG. De cualquier forma, estoy de acuerdo contigo en que resulta ilógico que un film considerado seminal de una cinematografía, en este caso de la gallega junto Sempre Xonxa y Continental, no sea de fácil acceso. Saludos.

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