El fin del segundo milenio de la era cristiana dio pie a múltiples interpretaciones de dudoso nivel racional, según el gusto del visionario de turno, dicho momento sería utilizado por Kathryn Bigelow como marco temporal para el desarrollo de Días extraños (Strange Days, 1995), thriller escrito por James Cameron (también productor del film) y Jay Cocks a mediados de la década de 1990. La acción se inicia cuando faltan dos días para la entrada del siglo XXI; en las calles de Los Ángeles se respira una anarquía violenta, un territorio hostil e inseguro que parece no afectar a Lenny Nero (Ralph Fiennes), quien huye de su realidad recordando su relación con Faith (Juliette Lewis). Lenny vende experiencias ajenas, destinadas a un público adicto a sensaciones que le permitan alejarse de sí mismos; se trata de material prohibido por las autoridades, no por su contenido explícito de sexo, violencia o cualquier otra circunstancia que atraiga al consumidor, sino por la peligrosa tecnología empleada para grabar y reproducir el material con el que se trafica. Las grabaciones se realizan directamente desde la corteza cerebral de quien vive la experiencia, hecho que crea, en quien se conecta, la ilusión de vivir algo real, pero que aparta de la realidad. La sociedad a la que pertenece Lenny se encuentra enferma, alienada, caracterizada por la violencia, los desordenes raciales o la corrupción que habitan las calles. Para Lenny nada de eso importa, su presente no existe, sólo el pasado que pretende recuperar, quizá porque en aquel tiempo fue protagonista y no un mero espectador. Días extraños se desenvuelve dentro de un entorno depravado y violento, muestra de una sociedad que ha tocado fondo, debido a la pérdida de identidad a la que apunta el film, circunstancia más real de lo que podría parecer a simple vista. La pérdida de identidad individual y de relaciones personales, el auge de grabaciones o instantáneas que rompen la privacidad y que se convierten en un espectáculo de masas o el aumento de realities donde se muestran ridículas y falsas experiencias ajenas, acercan a la sociedad actual al mundo de Lenny. Sólo “Mace” (Angela Bassett) parece poseer una personalidad no contaminada por cuanto le rodea, característica que le permite reflexionar y comprender que el hombre a quien ama se encuentra a punto de ser engullido por un tipo de vida en la que nada importa salvo enchufarse para vivir unas experiencias que roban su libertad y le condenan a ser alguien carente de esencia propia. Lenny no reconoce que es un adicto, circunstancia que le impide ver cuestiones mucho más importantes que las que parecen afectarle, sin embargo, cuando visiona una grabación anónima se produce un cambio en su comportamiento. Ese instante confirma que no se ha insensibilizado por completo, porque no puede soportar la experiencia de ver como Iris (Brigitte Bako), la mujer que le pide ayuda, es violada y asesinada. Ni su cerebro ni su estómago toleran esa macabra visión que le sumerge en un estado momentáneo de pérdida y alarma, pero que sirve para alterar su posterior conducta, implicando a sus amigos, Max (Tom Sizemore) y “Mace”, en una investigación que le conduce hasta el nuevo amante de Faith, Philo Gant (Michael Wincott), representante del rapero cuyo asesinato fue grabado por Iris. Lenny Nero se muestra como un perdedor que cree que ya no tiene nada más que perder, no obstante, la presencia de "Mace" señala una salida para un hombre que vive obsesionado por la promesa hecha a Faith, una mujer que parece rechazarle y a la vez protegerle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario