lunes, 5 de enero de 2015

Plan 9 del espacio exterior (1958)

¿De qué va Plan 9 del espacio exterior (Plan 9 from Outer Space)? ¿De zombies? ¿De extraterrestres? ¿De profanadores de tumbas? ¿De nada? A riesgo de equivocarme elijo esta última opción y me decanto por pensar que ni el propio Edward D.Wood, Jr. estaba seguro de qué iba a filmar cuando se dispuso a llevarla a cabo, así que profundizar en las imágenes de su obra más conocida (honor compartido con Glen or Glenda) tampoco tendría más sentido que aquel que se descubre al visionar el film. Con un presupuesto irrisorio, de unos cincuenta mil dólares, sin talento, pero con descaro y empleando imágenes de archivo, entre ellas las de Bela Lugosi (fallecido antes del rodaje), la de un avión que sirve para introducir la minimalista cabina desde donde pilota Jeff Trent (Gregory Walcott) o la de un cañón del ejército lanzando obuses (que Wood empleó en el montaje como arma defensiva contra las tres naves de fabricación casera que atacan el planeta), se descubre una película de ¿ciencia-ficción? en la que un grupo de extraterrestres llega a la Tierra con la intención de advertir a los humanos del peligro que conlleva el empleo de las armas atómicas (emulando de manera simplona a lo expuesto por Robert Wise en Ultimátum a la Tierra) y de la bomba solar que los científicos humanos están a punto de desarrollar. Pero, ante la falta de colaboración de los terrícolas, los invasores del espacio no encuentran más alternativa que poner en marcha el Plan 9, que consiste en resucitar cuerpos humanos para quién sabe qué, o puede que simplemente para que deambulen por los tres o cuatro decorados cutres que no desentonan con el plantel artístico, que a lo largo del metraje evidencia su nula capacidad dramática. Entre los incontables defectos de Plan 9 del espacio exterior no sería justo incluir el lícito empeño de Wood por filmar una película, aunque en realidad se trate de un despropósito, carente de calidad, orden y sentido, en el que los diálogos, las situaciones y las imágenes parecen extraídas de una mente infantil que mezcla cuanto ha visto para crear un divertimento propio que le permita fantasear; pero si Plan 9 del espacio exterior posee o no encanto, es una cuestión que cada quien ha de juzgar en el momento de su visionado. Hubo quien la menospreció y también hubo quien la consideró una película de culto, no obstante, cualquier postura que se tome con respecto al film no puede negar las excesivas limitaciones cinematográficas y narrativas de un realizador que desde el primer minuto de proyección dio muestras de su falta de talento como cineasta. Sin embargo, y a pesar de la baja calidad de sus producciones, resulta curioso como un mal director, condenado a caer en el olvido, alcanzó cierta notoriedad años después de su fallecimiento, cuando su nombre encabezó una lista que le concedió el dudoso honor de ser el peor director de cine de todos los tiempos. A partir de ese momento el nombre de Edward D.Wood, hijo, empezó a ser conocido, aunque fue en la década de 1990, con Ed Wood (Tim Burton, 1994), cuando se inmortalizó la figura imaginaria (aquella interpretada por Johnny Depp) de este cineasta que, visto lo visto en sus películas, nunca llegó a serlo.

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