<<La plaza del Callao está llena de puestos de libros. Todos los años, cuando van a empezar las clases, hay feria de libros y Madrid se llena de puestos. Donde más hay es aquí, que es el barrio de los libreros, y en la Puerta de Atocha. Aquí llenan la plaza y en la Puerta de Atocha, el paseo del Prado. A mi tío y a mí nos gusta recorrer los puestos y buscar gangas. Cuando no hay ferias, entramos en las librerías de la calle de Mesonero Romanos, de la Luna y de la Abada. La mayoría son barracones de madera en los solares. En la esquina de la calle de la Luna y de la calle de la Abada está la librería mayor. Es una barraca de madera, pintada de verde, tan grande como una cochera. El dueño, un viejo, es amigo de mi tío y, como él, fue labrador; se lían a hablar de sus tiempos y de la tierra. Yo, mientras, revuelvo todos los libros y hago un montón con los que me gustan. Son baratos. La mayoría valen diez o quince céntimos. Cuando mi tío ve el montón se enfada siempre, pero yo sé que el librero no me dejará que me vaya sin ellos, ni dejará que mi tío separe la mitad. Si no me los compra, él me los regala. Lo único que hace a veces es quitar libros que no debo leer, según dice. Lo malo es que luego estos libros no puedo vendérselos. Cuando los he leído se los llevamos y se los dejamos gratis. También compro yo libros en la calle de Atocha, pero estos me los vuelven a comprar por la mitad de lo que me cuestan.
Hay un escritor valenciano que se llama Blasco Ibáñez, que ha hecho todos estos libros. Los curas de mi colegio dicen que es un anarquista muy malo, pero yo no lo creo. Un día dijo que en España no se leía porque la gente no tenía bastante dinero para comprar libros. Debe de ser verdad, porque los libros del colegio cuestan muy caros. Entonces dijo: “Yo voy a dar de leer a los españoles”. Y en la calle de Mesonero Romanos puso una tienda y empezó a hacer libros. Pero no los libros de él, porque dice que eso no le interesa a nadie, sino los libros mejores que se encuentran en el mundo. Y todos valen, nuevos, treinta y cinco céntimos. La gente los compra a millares y cuando los ha leído los vende a los puestos de libros viejos, y allí los compramos los chicos y los pobres. Así yo he leído a Dickens y a Tolstoi, a Dostoievsky, a Dumas, a Víctor Hugo, a muchos otros.>>
Entre comillas texto de Arturo Barea: “La forja de un rebelde”
“La Novela ilustrada”
<<Con el subtítulo “publicación periódica económica” y al precio de 15 céntimos cada entrega, colección literaria de novelas cortas españolas originales, que empiezan a ser editadas a partir del 15 de diciembre de 1884, al principio dos veces al mes y posteriormente, tres veces, en las que se incluyen dentro de texto “láminas al cromo”, en su mayor parte de color. La colección de la Biblioteca Nacional de España consta de 60 números, hasta la entrega del 20 de agosto de 1886.
Uno de los principales autores de esta colección es Emilio de la Cerda, con títulos como La mujer de dos maridos. Otros son Carlos Álvarez Malgorry, Joaquín Ardila, Antonio de San Martín, Lorenzo Gil y Gonzalo Jover.
La segunda época de este título, a partir e octubre de 1905, fue dirigida por el escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez, que publicó autores europeos consagrados, como Maupassant, Hugo, Dumas, Doyle, Dickens, Goncourts, Dostoievsky o Turgeniev, durante el periodo de mayor auge de este tipo de colecciones de narrativa y novelística corta dirigidas al gran público.>>
Texto/Fuente: Biblioteca Nacional de España.
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