viernes, 27 de agosto de 2021

A viaxe dos Chévere (2014)


Recuerdo una canción infantil en la que alguien cantaba Veo, veo y varias voces le preguntaban <<¿qué ves?>> Ahora, asumo ser la voz subjetiva que canta veo veo y mi mente, inquisitorial, hace los coros para que el sujeto cuestionado responda qué ves. Veo A viaxe dos Chévere (2014), veo emociones, sueños, decepciones, lucha y nuevas ilusiones, veo un documento sobre la ciudad donde nací, pero sobre todo veo el ayer soñador e iluso de una juventud que avanzaba hacia la conquista de ese sueño que es el camino en sí. Veo el camino que se crea con cada paso dado, veo a las personas que lo viven y las escucho apuntar aspectos de sus vidas relacionados con la historia de la ciudad que les abrió y cerró sus puertas, aunque el cierre fue consecuencia del recorte de subvenciones y de la “persecución” política aludida al inicio y al final del film. Veo el Santiago de Compostela de mi juventud, veo su esplendor universitario, su movida que atraía a jóvenes de toda Galicia y su oferta cultural, rica y variada, una oferta que en parte correspondía a ese espacio, ya mítico, llamado Sala Nasa, un lugar ubicado en el barrio santiagués de San Lourezo. Veo el viaje que el cineasta compostelano Alfonso Zarauza realiza en compañía de Miguel de Lira, Patricia de Lorenzo, Manuel Cortés e Xesús Ron, veo la historia de la sala y del devenir del grupo teatral que la hizo posible. Veo el viaje de Chévere, su historia y la de su exilio, pero también veo la de la ciudad en la que crearon un espectáculo que abría sus puertas a actores, actrices, aspirantes y espectadores que pasaron por allí entre 1992 y 2011, año durante el cual el gobierno local dejó de subvencionarla. De ese modo, Santiago perdía uno de sus referentes culturales y los miembros del grupo se vieron empujados a la carretera, a reinventarse sin renegar de sus señas de identidad. A lo largo de los minutos, las imágenes y las voces recuerdan con nostalgia y orgullo, pero sin pesar, ¿o lo hacen con el pesar del destierro, con el orgullo de no traicionarse y sin nostalgia, pues el show continúa? Cuentan que allí crearon Ultranoite, <<un cabaré de fin de siglo XX, un cabaré que se puede definir como estrictamente gallego>>, un espectáculo vivo en el que tuvieron su oportunidad un nutrido grupo de actores y actrices que subían al escenario con aspiraciones artísticas y con la ilusión de ilusionar a un público cómplice, que acudía con ganas de disfrutar de las veladas teatrales que hicieron de la sala un punto de encuentro diferente.


El grupo recuerda que la Nasa rebosaba vitalidad y, más que vanguardia, riesgo, pues se arriesgaba a un teatro distinto y a otros eventos que pudiesen aportar a la evolución de ese espacio escénico premiado en 2012, en los premios de la AAAG (Asociación de Actores e Actrices de Galicia), por ser <<alternativo, independiente, de referencia en Galicia y en el estado español. Por convertirse en una sala de exhibición imprescindible en la vida teatral y cultural de Santiago y provocar una generación de profesionales de la escena que se criaron y crecieron con la sala convirtiéndose en una auténtica escuela de calle>>. Cuando la sala inició su particular recorrido escénico, la movida compostelana vivía su apogeo, los estudiantes transitábamos locales ya inexistentes, acudíamos a las fiestas en facultades como la de Farmacia, bailábamos en Clangor y en Salón o abarrotáramos la calle Nueva y sus galerías, entre otros lugares, las noches de los jueves y demás festivas. Turistas y peregrinos visitaban la ciudad en los meses de verano, en aumento que supondría el Xacobeo 93, quizá el principio del fin para aquel Santiago alegre, vital, joven, a pesar de ser milenario, con personalidad propia, hospitalario, abierto a cualquiera que quisiera visitarlo o quedarse. A viaxe dos Chévere es al tiempo memoria, lugares, personas y personajes, sueños, pero también el despertar al fin de una época y al comienzo de un viaje hacia alguna parte donde continuar lo iniciado. El documental propuesto por el grupo teatral Chévere, galardonado con el Premio Nacional de Teatro en 2014, y por Zarauza tampoco es un simple documento para quienes desconozcan la ciudad y lo que la sala Nasa significó como espacio alternativo y, más que independiente, al margen, puesto que dependía de subvenciones públicas, lo que implicaba simpatías, antipatías y una dependencia económica de la administración de turno. Por ejemplo, en varios momentos de la película se aluden las antipatías que la formación despertó en el popular y, posteriormente, famoso Gerardo Conde Roa, quien, en 2008, con motivo del anuncio de un acto-homenaje convocado por la plataforma <<Que voltem a casa>> en la sala Nasa —en el que iban a participar dos independentistas gallegos condenados por la colocación en 2005 de un artefacto explosivo en un cajero de una oficina compostelana de Caixa Galicia—, exigió al gobierno local que retirase la subvención, de unos sesenta mil euros anuales. El film arranca insertando en la pantalla declaraciones contra la formación teatral por parte de Conde Roa, quien en 2011 asumió la ansiada alcaldía y, apenas un año después, se vio obligado a dimitir del cargo, debido a la imputación de delito fiscal del que sería declarado culpable en 2013.


Veo veo, me repito. ¿Qué ves?, replico. Veo intereses enfrentados, veo 
que primero fue la cultura, después la propaganda; veo que la cultura nació elitista, accesible a una minoría, luego se popularizó y, a raíz de su popularidad, hubo quien quiso hacer de ella una herramienta política, es decir, a lo largo de los siglos hubo políticos y artistas que quisieron (y consiguieron) hacer de la cultura un medio con el que propagar su ideología, a menudo a costa de aquellas otras que no encajaban en sus credos. En definitiva, guste o disguste, veo que la Cultura no es política, aunque los artistas quieran su arte político y los políticos deseen prestigio cultural y guiar la cultura hacia sus fines. Veo que, al igual que la Educación o la Sanidad, la Cultura, que no confundo con el negocio que se disfraza de cultura, ni con la cultura politizada, es un bien común y, por tanto, es de todos y para todos. Evoluciona y se transforma porque la transformamos, nos acoge sin distinción de género, ideas o credo y, como bien común, debemos corresponder su generosidad, fomentándola, disfrutándola, enriqueciéndola, siendo culturalmente abiertos e independientes o, mejor, siendo capaces de respetarla más allá de rivalidades, rencillas, caprichos, ambiciones e intereses personales que en nada la benefician ni nos benefician, pues somos la parte viva de la misma.



2 comentarios:

  1. A juzgar por tus palabras, se nota que esta película te ha tocado la fibra.

    Saludos.

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    1. Más que la película en sí, la fibra me la tocó recordar aspectos de la época y de la ciudad. El film fue una especie de detonante para que hiciese mi viaje por la memoria, paralelo al propuesto en la pantalla.

      Saludos.

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