lunes, 4 de septiembre de 2017

Gary Cooper, un cowboy de Montana en Hollywood



<<La cámara y el micrófono son dos instrumentos tan sensibles que no es necesario proyectarse hacia ellos, porque penetran en los intérpretes y muestran lo que realmente llevan dentro. En el caso de Cooper, en la sala de proyección se revelaba una personalidad sumamente compleja y fascinante. El poder psicoanalítico de la cámara puede ser beneficioso o perjudicial para un actor. En el caso de Cooper, era lo que le daba vida.>>

King Vidor (1)


Existe una gran diferencia entre interpretar un personaje y que un personaje se adapte a la personalidad del intérprete. En el primer caso, de mayor capacidad dramática, el actor o la actriz crean múltiples formas y registros y los muestran en su esencia. En el segundo, la personalidad aludida por Vidor se transfiere al ser ficticio, provocando que las películas giren en torno a las características específicas de quienes le dan vida en la pantalla y, cuando recordamos sus actuaciones, la imagen que viene a la memoria popular es la que repitieron a lo largo de sus exitosas carreras. Más que actores o actrices, estos últimos serían iconos cinematográficos; valgan de ejemplo la divina Greta Garbo, el incorregible Groucho Marx, el rudo John Wayne, la ambigua Marlene Dietrich, el cínico y mundano Clark Gable o el honesto Gary Cooper, definido en la ficción por su caminar, por el laconismo de su personajes y por la integridad que se descubre tanto en sus hombres corrientes en las comedias de Frank Capra, como en sus héroes a las órdenes de William A. Wellman, Henry Hathaway o Cecil B. DeMille y en los numerosos westerns que interpretó a las órdenes de otros grandes cineastas como Anthony Mann, Delmer Daves, Fred Zinnemann, Raoul Walsh o William Wyler. De tal manera, fuese en las arenas del desierto de Marruecos 
(Morocco, Joseph von Sternberg, 1931) o en Beau Geste (William A. Wellman, 1939), recorriendo con su andar característico (secuela de un accidente automovilístico de juventud) las calles del pueblo de Solo ante el peligro (High Noon, Fred Zinnemann, 1952) o cabalgando por El jardín del diablo (Garden of Evil, Henry Hathaway, 1954), Frank Cooper, nacido en Montana en 1901, se convirtió en la imagen lacónica, íntegra e idealista que reaparece una y otra vez a lo largo de una filmografía envidiable que, salvo excepciones como las de Alfred HitchcockJohn Ford, Nicholas Ray o Samuel Fuller, reúne a los mejores cineastas de Hollywood.


<<Reservado, introspectivo e independiente por naturaleza, Cooper era un enamorado del ejercicio físico, de la vida al aire libre y de la soledad, aunque gradualmente supo ir reconciliando su retraimiento natural con el hecho de que, como estrella de Hollywood, su vida fuera de dominio público. Consiguió convertirse  en un sofisticado hombre de mundo sin perder por el camino su sencillez e integridad naturales.>> (2) Con nueve años de edad, el futuro astro cinematográfico fue enviado a Inglaterra para formarse como un pequeño "gentleman" inglés, lo cual vendría a ser el perfil opuesto al asumido durante sus primeros años en Helena (Montana), donde el viejo oeste y la modernidad se daban la mano y en ocasiones puntapiés. Después de sus tres años de estricta educación en un colegio británico, el muchacho regresó a su hogar estadounidense haciendo gala de un refinamiento que chocaba con el medio físico y humano que nunca dejó ni dejaría de formar parte de él, como delata su predilección por el western, por los espacios abiertos, por las armas y por la caza. El género del oeste siempre estuvo presente a lo largo de sus más de tres décadas de actor, de hecho, sus inicios en el cine lo descubren como extra en películas del oeste, cuando, recién llegado a California, a donde se había trasladado su familia, intentó sacar algún dinero participando como doble y extra, sin pensar que en pocos años sería un astro del celuloide.


<<Cooper era sui generis, un tipo muy determinado de hombre, afable aunque caprichoso, un auténtico cowboy que sabía cómo llevar la ropa, natural en la lectura de sus frases y natural en el momento de no decir nada..., un muchacho atractivo con el aspecto de un hombre serio.
 Después de actuar como especialista y extra y de algunos papeles secundarios, Cooper llegó al estudio de Goldwyn, pero Goldwyn creyó imposible meterlo en un reparto, y dejó que B. P. Schulberg se lo llevara a la Paramount>>, (3) compañía donde alcanzó el estrellato gracias a
Marruecos, Las calles de la ciudad (City Streets, Rouben Mamoulian, 1931), Adiós a las armas (Farewell to Arms, Frank Borzage, 1932) o Una mujer para dos (Design for Living, Ernst Lubitsch, 1933). Su atractivo y su presencia en Flor del desierto (The Winning of Barbara Worth, Henry King, 1926) y sobre todo en Alas llamaron la atención de propios y extraños, pero, como no podía ser de otra manera, la película que encumbró al joven cowboy oriundo de Montana fue un western. El virginiano (The Virginian, Victor Fleming, 1929) lo aupó dentro de la Paramount Pictures, estudio que, antes de que Cooper firmase su posterior contrato con Samuel Goldwyn, aprovechó al máximo (hasta provocar su agotamiento) su imagen en aventuras, comedias, westerns o en un drama tan extraño y atrayente como Sueño de amor eterno (Peter IbbetsonHenry Hathaway, 1935). A su envidiable currículum habría que añadirle sucesivos éxitos, su carrera apenas contempla fracasos de taquilla, y sus dos Oscar al mejor actor del año por El sargento York (Sargeant YorkHoward Hawks, 1941) y Solo ante el peligro, quizá el film que mejor representa su imagen cinematográfica: la del héroe lacónico que mantiene el tipo y no se derrumba aunque todo esté en su contra. Pero el Cooper humano presentaba contrastes y altibajos como cualquier persona de carne y hueso, altibajos impensables para su yo en la gran pantalla que en algunos casos fueron fruto de sus relaciones con su madre o con las mujeres con quienes estuvo ligado, del exceso de trabajo y de la inseguridad que provocó que se planteara el abandono de una profesión y de un lugar (Hollywood) en la que no encontraba el entorno tranquilo que proporcionase estabilidad a su solitaria y conservadora personalidad. Pese a todo, Cooper superó las trabas que se le presentaron durante su ascensión en Hollywood, donde se convirtió en el icono de la integridad y del individualismo del héroe de ficción, un héroe cercano y tan querido para el público como Lou Gehrig, a quien dio vida en El orgullo de los Yanquis (The Pride of the Yankees, Sam Wood, 1941), lo sería para los seguidores del equipo neoyorquino.



Filmografía

La horda maldita (The Thundering Herd, William K. Havard, 1925)

El águila negra (The Eagle, Clarence Brown, 1925)

Flor del desierto (The Winning of Barbara Worth, Henry King, 1926)

Hijos del divorcio (Children of Divorce, Frank Lloyd, 1927)

Quicksands (Jack Conway, 1927)

Alas (Wings, 
William A. Wellman1927)

La legión de los condenados (The Legion of the Condemned, 
William A. Wellman, 1928)

Solos en la isla (Half a Bride, Gregory La Cava, 1928)

El virginiano (The Virginian, Victor Fleming, 1929)

Todo un hombre (The Texan, John Cromwell, 1930)

Marruecos (Morocco, Josef von Sternberg, 1930)

Las calles de la ciudad (City Streets, Rouben Mamoulian, 1931)

Si yo tuviera un millón (If I Had a Million, episodio de Norman Z. McLeod, 1932)

Adiós a las armas (A Farewell to Arms, Frank Borzage, 1932)

Vivamos hoy (Today We Live, Howard Hawks, 1933)

Una mujer para dos (Desing for Living, Ernst Lubitsch, 1934)

Ahora y siempre (Now and Forever, Henry Hathaway, 1934)

Tres lanceros Bengalíes (The Lives of a Bengal Lancer, Henry Hathaway, 1935)

Noche nupcial (The Wedding Night, King Vidor, 1935)

Sueño de amor eterno (Peter Ibbetson, Henry Hathaway, 1935)

Deseo (Desire, Frank Borzage, 1936)

El secreto de vivir (Mr. Deeds Goes to Town, Frank Capra, 1936)

El general murió al amanecer (The General Died at Dawn, Lewis Milestone, 1936)

Buffalo Bill (The Plaisman, Cecil B. DeMille, 1936)

Almas en el mar (Souls at Sea, Henry Hathaway, 1937)

Las aventuras de Marco Polo (The Adventures of Marco Polo, Archie L. Mayo, 1938)

La octava mujer de Barba Azul (Bluebeard's Eight Wife, Ernst Lubitsch, 1938)

El vaquero y la dama (The Cowboy and the Lady, H. C. Potter, 1938)

La jungla en armas (The Real Glory, Henry Hathaway, 1939)

El forastero (The Westerner, William Wyler, 1940)

Policía Montada del Canadá (North West Mounted Police, Cecil B. De Mille, 1940)

Juan Nadie (Meet John Doe, Frank Capra, 1941)

El sargento York (Sargeant York, Howard Hawks, 1941)

Bola de fuego (Ball of Fire, Howard Hawks, 1941)

El orgullo de los Yanquis (The Pride of the Yankees, Sam Wood, 1941)

Por quién doblan las campanas (For Whom the Bells Tolls, Sam Wood, 1942)

Por el valle de las sombras (The Story of Dr. Wassell, Cecil B. DeMille, 1944)

Casanova Brown (Clarence Brown, 1944)

El caballero del Oeste (Along Came Jones, Stuart Heisler, 1945)

La exótica (Saratoga Trunk, Sam Wood, 1945)

Clandestino y Caballero (Cloak and Dagger, Fritz Lang, 1946)

Los inconquistables (Unconquered, Cecil B. DeMille, 1947)

El buen Sam (Good Sam, Leo McCarey, 1948)

El manantial (The Fountainhead, King Vidor, 1948)

Puente de mando (Task Force, Delmer Daves, 1949)

El rey del tabaco (Bright Leaf, Michael Curtiz, 1950)

Dallas, ciudad fronteriza (Dallas, Stuart Heisler, 1950)

You're in the Army Now (Henry Hathaway, 1951)

Tambores lejanos (Distant Drums, Raoul Walsh, 1951)

Solo ante el peligro (High Noon, Fred Zinnemann, 1952)

El honor del capitán Lex (Springfield Rifle, André de Toth; 1952)

Retorno al paraíso (Return to Paradise,  Mark Robson, 1953) 

Soplo salvaje (Blowing Wing, Hugo Fregonese, 1953)

El jardín del diablo (Garden of Evil, Henry Hathaway, 1954)

Veracruz (Vera Cruz, Robert Aldrich, 1954)

The Court Martial of Billy Mitchell (Otto Preminger, 1955)

La gran prueba (Friendly Persuasion, William Wyler, 1956)

Ariane (Love in the Afternoon, Billy Wilder, 1957)

10 Calle Frederick (Ten North Frederick, Philip Dunne, 1958)

El hombre del oeste (Man of the West, Anthony Mann, 1958)

El árbol del ahorcado (The Hanging Tree, Delmer Daves, 1958)

Alias Jesse James (Norman Z. McLeod, 1959)

Llegaron a Cordura (They Came to Cordura, Robert Rossen, 1959)

Misterio en el barco perdido (The Wreck of the Mary Deare, Michael Anderson, 1959)

Sombras de sospecha (The Naked Edge, Michael Anderson, 1961)


(1) King Vidor: Un árbol es un árbol (traducción de Francisco López Martín). Paidós, Barcelona, 2003.

(2) Jeffrey Meyers: Gary Cooper. El héroe americano (traducción de Gustavo Vecino). T&B Editores, Madrid, 2011.

(3) Ethan Mordden. Los estudios de Hollywood (traducción de Jorge Bertevoro). Torres de papel, Madrid, 2014.

No hay comentarios:

Publicar un comentario