Sleepy Hollow (1999)
La carrera profesional de cualquier cineasta está marcada por los proyectos que se ven en la pantalla, pero también por aquellos que pudieron ser y, por diferentes motivos, no fueron; se quedaron por el camino. A este último tipo pertenece la versión de Superman en la que Tim Burton llevaba un año trabajando cuando, a punto de iniciarse su rodaje, fue cancelada por la productora. Claro está, este despropósito afectó al realizador, que sentía el desencanto de haber tirado un año de su vida a la basura, aunque de no haberse producido, no se hubiera hecho cargo de la adaptación cinematográfica del famoso cuento de Washington Irving La leyenda de Sleepy Hollow (The Leyend of Sleepy Hollow, 1820). Pero más allá de la inspiración de las páginas que conforman el texto original de Irving, de las que Sleepy Hollow se aleja desde su primera imagen, se encuentra la del mediometraje animado que Walt Disney produjo en 1948, que el responsable de Eduardo Manostijeras (Edward Scissorhands, 1990) disfrutó en su infancia y recordaría en su madurez para llevar a cabo su propia versión, que, a pesar de tratarse de un encargo, en la industria la mayoría lo son y a veces se dan magníficos films, hizo suya. La estética visual de Sleepy Hollow (1999) encaja a la perfección dentro del universo creativo de este cinéfilo y fabulador de películas que a lo largo de su filmografía homenajea las producciones y los personajes que despertaron su pasión por el cine. Influenciado por la capacidad deductiva del detective victoriano Sherlock Holmes y por los títulos de terror de la Hammer Films, a la que realizó un guiño al incluir entre los actores a Christopher Lee y Michael Gough, este cuento de hadas, macabro, entretenido y visual, se adentra en el terror gótico, que se entremezclan con el humor y la fantasía, para crear la atmósfera enrarecida y misteriosa que envuelve el enfrentamiento entre lo irracional e inexplicable, simbolizado en el jinete descabezado, y la lógica racional, representado en Ichabod Crane (Johnny Deep).
Como la mayoría de los personajes de Burton, Ichabod es un inadaptado social, y lo es porque su pensamiento lógico no encuentra cabida ni en Nueva York, donde trabaja, ni en el pueblo adonde sus superiores lo destinan para deshacerse de su molesta presencia. Al igual que el famoso investigador creado por Arthur Conan Doyle, el excéntrico y solitario policía interpretado por Deep aboga por el razonamiento y el método científico para resolver los misterios que investiga. Dicha predilección se descubre al inicio, antes de que se aleje del escenario urbano neoyorquino de finales del XVIII y se traslade al espacio rural y fantasmagórico que descubre en la villa y alrededores donde su lógica deductiva choca con la irracionalidad y las creencias populares de una sociedad cerrada, hipócrita, puritana, supersticiosa, llena de secretos que ocultar… El misterio de los asesinatos que lo han llevado hasta allí hace tambalear los principios sobre los que sustenta su comprensión de la realidad, aún así Crane racionaliza cuando
observa, ya que su mente rechaza las historias sobrenaturales que las fuerzas vivas del pueblo le narran. Los representantes locales le aseguran que el asesino es un jinete sin cabeza que regresa del infierno para calmar su sed de
sangre, pero el agente descarta la superstición, aunque por un momento tiembla como un niño al escuchar el
relato del cual se recupera para desestimar la leyenda popular y aferrarse al análisis científico de los hechos. Como consecuencia, se convence de que tras las muertes se esconde la mano de un ser de carne y hueso, y no la
de un fantasma en el que no quiere creer, a pesar de que los indicios parecen confirmar su existencia y los hechos posteriores le llevan a su encuentro. Su estancia en Sleepy Hollow provoca que su mundo interior se vea sacudido por las circunstancias que le rodean y que le hacen rememorar su niñez, durante la cual se produjo el enfrentamiento entre el fanatismo paterno y el cariño maternal que ha marcado su personalidad y su comprensión presente, un entendimiento que evolucionará a raíz de los sentimientos que en él despierta Katrina Van Tassel (Christina Ricci) y de su encuentro con lo inexplicable, que se hace visible para equilibrar su conciencia deductiva (razón) y su subconsciente emocional.
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