La isla del tesoro (1950)
Un antepasado lejano del antihéroe infantil y juvenil puede encontrarse en El Lazarillo de Tormes, pero la figura del héroe adolescente tiene uno de sus orígenes en la novela escrita por Robert Louis Stevenson, cuyo protagonista es un muchacho que se aventura en un viaje que le lleva a enfrentarse a temibles piratas mientras busca el tesoro escondido del capitán Flint. Y, sobre todo, le permite acceder al aprendizaje que derivará en su yo adulto. Este argumento ha sido fuente de inspiración para numerosas aventuras cinematográficas que, en su mayoría, llevaron el título que Stevenson empleó para dar nombre a un relato que ha hecho disfrutar a legiones de lectores de todas las edades. Consciente del éxito que La isla del tesoro tenía entre el público, Walt Disney puso en marcha una nueva revisión cinematográfica de la novela, que tuvo como realizador a Byron Haskin, y que podría considerarse si no la mejor, sí una de las mejores adaptaciones de la narración del aventurero escritor escocés. Haskin se decantó por emplear un ritmo fluido y rápido que agiliza la aventura del joven Jim Hawkins (Bobby Driscoll) en su enfrentamiento con Long John Silver (Robert Newton), más oscuro y menos amable que el interpretado por Wallace Beery en la versión que Victor Fleming realizó en 1934: La isla del tesoro (Treasure Island, 1934). La historia, bien conocida por todos, arranca en la posada del almirante Benbow donde Jim vive con su madre sin saber que su nuevo huésped, el capitán Bones (Finlay Currie), es un pirata que posee el mapa de un tesoro que ambicionan sus antiguos compinches, quienes, como en cualquier aventura similar, están dispuestos a todo para conseguirlo. Sin embargo, tras la muerte de Bones, es Jim quien se apodera del mapa, lo que le permite partir a bordo de La Hispaniola, acompañado de sus mentores y de un villano que se presenta como un ser ambiguo, capaz de adular a los caballeros al mando de la expedición o atemorizar a los suyos, pero también se le descubre un lado humano, aquel en el que ofrece gestos amables a ese pequeño que se debate entre la atracción y el rechazo que el pirata le genera. Pero, tras sus muchas apariencias, Silver persigue lo que cualquier otro hombre de su condición, pues él anhela apoderarse del tesoro que también desean el doctor Livesy (Denis O'Dea) o Trelawney (Basil Sydney), los compañeros adultos del joven Hawkins, quien durante la travesía y la estancia en la isla vive una aventura marcada por el peligro, el aprendizaje y la amistad en la que Silver juega un papel fundamental, como también lo hace en la evolución de un muchacho obligado a asumir decisiones complejas que nunca antes se habría planteado, muchas de las cuales vendrían marcadas por la admiración y la repulsión que el veterano pirata despierta en él.
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