Con las nuevas perspectivas, el género asumía su mortalidad y, precisamente, ese fin (el del western que había arraigado en la cultura fílmica desde el periodo silente) le permitió vivir. Pero todavía se mostraba reacio a expresar su crítica socio-histórica y, desde esta, replantearse las falsedades que había hecho pasar por verdades. La actitud crítica cobró mayor protagonismo hacia la segunda mitad de la década de 1960 y parte de la siguiente, en películas que a la par desmitificaban y expresaban su postura hacia la historia de su país. En este punto, se encontraban Arthur Penn, Robert Altman o Ralph Nelson al enfrentarse al género; lo cuestionan y cuestionan el pasado y el presente. Penn, ambicioso e irónico en su intención, pretende abarcar en Pequeño gran hombre (Little Big Man, 1970) el periodo mitificado, que concreta en el devenir temporal de Jack Crabbe (Dustin Hoffman), desde sus orígenes como "ser humano" -como miembro de la comunidad de seres naturales, ajenos a la doble moralidad a la que accederá posteriormente- hasta el ocaso de su abuelo Cheyenne (Chief Dan George). Entremedias, el antihéroe y narrador de los hechos, vive sus desventuras y su desubicación por un país en constante derramamiento de sangre. Es testigo y parte de los acontecimientos que ya han sucedido, y que recuerda en su ancianidad, cuando afirma ser <<el último de los pioneros>>. El periodista que lo escucha alude a la leyenda y el anciano muestra su enfado, pues él estuvo allí y recuerda... En Pequeño gran hombre la mirada de Penn se vuelve hacia el pasado idealizado y mira de reojo el presente (marcado por la guerra de Vietnam o los movimientos por la igualdad de Derechos), pero lo hace desde la sátira y con la certeza de la imposibilidad de construir una realidad sobre la irrealidad pretérita idealizada. A sus ciento veintiún años de edad, el pionero recurre a la memoria y evoca instantes que el reportero graba. Su contacto con los cheyennes, su época religiosa, de charlatán, de pistolero, de hombre de negocios, de buscador de familiares desaparecidos -que caricaturiza al de Centauros del desierto (The Searchers, John Ford, 1956)- o de mozo de mulas desvelan una realidad diferente a la de Murieron con las botas puestas (They Died With Their Boots On; Raoul Walsh, 1941), una en la que Custer (Richard Mulligan) ni es épico ni un icono, solo un narcisista desequilibrado, ambicioso e incompetente. La realidad expuesta por Penn contempla a los nativos americanos como seres naturales en contacto armónico con el entorno -aunque ataquen la caravana en la que viajaban el Jack de diez años y su hermana mayor- y encuentra salvajismo (normalizado por la presencia militar) en el afán de conquista y en los intereses del ser moral, el civilizado que no duda en incumplir sus promesas para alcanzar el fin perseguido.
miércoles, 19 de febrero de 2020
Pequeño gran hombre (1970)
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