
<<Durante los preparativos del Congreso del Partido me encontré con una mujer que ya me había impresionado durante mi época de estudiante: Leni Riefenstahl, estrella o directora de conocidas películas de montañismo y esquí. Hitler le había encargado la realización de una película del Congreso. Aún siendo la única mujer con un cargo oficial en el engranaje del Partido, muchas veces se mostró contraria a su organización, que al principio llegó a estar cerca de desencadenar una revuelta contra ella. Para los jefes políticos de un movimiento tradicionalmente hostil a las mujeres, la seguridad en sí misma de Leni Riefenstahl, que manejaba sin miramientos aquel mundo de hombres para lograr sus fines, constituía una verdadera provocación. Esta mujer, segura de sí, constituía una provocación para los jefes políticos de un movimiento que por tradición era enemigo de las mujeres, pues la resuelta mujer gobernaba sin rodeos este mundo de hombres con la mirada puesta en sus fines particulares. Se urdieron intrigas y le fueron contadas a Hess difamaciones tendentes a provocar la caída de esta mujer. Sin embargo, los ataques cesaron después de la primera película del congreso del partido, que convenció también a los corifeos de Hitler de la capacidad de Leni Riefenstahl como directora cinematográfica>>, escribe Albert Speer, arquitecto del régimen y ministro de guerra, acerca de Leni Riefenstahl en sus Memorias. Las palabras del arquitecto, colaborador de la directora en la creación de la estética de la reunión de Nuremberg, confirman el éxito de la cineasta en aquellos días de auge y propaganda nazi. Su documental propagandístico sobre el congreso del partido nacionalsocialista celebrado en Nuremberg en 1934, El triunfo de la voluntad (Der Triumph des Willens, 1934), y su relación con los dirigentes nazis la convirtieron en la cineasta más famosa de su época y, finalizada la Segunda Guerra Mundial, también en una de las figuras más controvertidas de la historia del cine.

Atrapada entre las luces y sombras en las que vivió desde el fin de la contienda bélica hasta su muerte en 2003, desde un punto de vista creativo-cinematográfico, Leni Riefenstahl demostró su talento en la composición visual y en el montaje de sus dos largometrajes más conocidos: la película oficial de la convención del partido nacionalista, de 1934, y Olimpiada (Olympia, 1936-1938), su recreación de los Juegos Olímpicos celebrados en Berlín en 1936, que también fue un encargo de la propaganda nazi. Berlinesa de nacimiento, su infancia estuvo marcada por su afición a la interpretación y a la danza, aunque ambas chocaron con la severidad paterna. Su padre no contemplaba ni el baile ni la interpretación como futuro profesional para su hija, tampoco creería en sus posibilidades de triunfo, sin embargo la joven Leni no tardaría en demostrar que su ambición, su perfeccionismo, sus relaciones dentro del totalitarismo que se impondría en la década de 1930, su energía, su capacidad de manipulación y su ego le permitirían abrirse paso en un ámbito artístico que, salvo excepciones, era de exclusividad masculina, más si cabe en la Alemania del Tercer Reich.

Antes de convertirse en actriz profesional, durante apenas un año fue bailarina de danza clásica, pero su lesión de rodilla reorientó su carrera. En cuando a su debut en la pantalla existen opiniones dispares. Biógrafos como Steven Bach, en su documentado libro sobre la realizadora, apuntaron una fecha anterior a la recordada por esta en sus memorias. En sus recuerdos ella prefirió poetizar el momento y situarlo en una estación de metro berlinesa, donde, de camino al médico que atendía su rodilla, descubrió un letrero publicitario de La Montaña del destino (Der Berg des Schicksals; Arnold Fanck, 1924). Aquel cartel llamó su atención y acudió al cine a ver las imágenes rodadas por Fanck en espacios naturales, unas imágenes que la decidieron a ponerse en contacto con el geólogo y cineasta, que no tardaría en escribir para ella el guión de La montaña sagrada (Der hailige Berg, 1926). Bajo la dirección de Fanck, de quien aprendería los entresijos del montaje, interpretó la mayoría de sus heroínas enfrentadas al frío y nevado medio alpino, donde ella misma asumió las escenas de riesgo.

A pesar de que el subgénero de montaña le dio popularidad, su momento estelar no llegaba, encasillada en papeles que apenas variaban y que le impedían acceder a roles de mayor carga dramática. Esta contradicción implicó que se replanteara su futuro profesional y, a falta de ofertas que le permitiesen alcanzar sus fines, decidió dirigirse a sí misma. Pero ningún estudio quiso financiar el proyecto. La futura cineasta no se dio por vencida, de modo que buscó en el apoyo de varios conocidos —entre ellos Béla Balázs, Harry Scheeberger y Harry Sokal— la libertad económica y creativa para llevar a cabo la narcisista La luz azul (Dax blaue Licht, 1932). El tono pictórico y la calidad de la fotografía a cargo de Schneeberger son los aspectos más destacados de una película que sacó a relucir sus carencias dramáticas; es decir, sus carencias como actriz. Tras su ópera prima, protagonizó S.O.S Iceberg (S.O.S Eisberg, Arnold Fanck y Tay Garnett, 1932-1933), pero más importante para su futuro sería su encuentro con Hitler.

Después de presenciar un mitín celebrado en 1932, la realizadora quiso conocer a quien poco después se convertiría en canciller y, más adelante, en el máximo responsable de uno de los capítulos más atroces y sangrientos de la Historia. Al parecer, Riefenstahl quedó tan fascinada que escribió una nota al orador, expresándole su deseo de conocerlo. El líder nazi la recibió y le dijo que ella realizaría las películas del partido al que la actriz afirmó que nunca llegó a pertenecer. ¿Así de fácil? O como dicen en mi pueblo: ¿chegar e encher? Dicho y hecho, no tardó en recibir el encargó de filmar el congreso nazi de 1933. Según cuenta en sus memorias, durante el rodaje de La victoria de la fe (Der Sieg des Glaubens, 1933), el primero de los cuatro documentales encargados por el partido, sufrió todo tipo de impedimentos, debido a sus problemas con Goebbels, a quien citó como un acosador y un enemigo, sin embargo, en el diario del ministro de propaganda no hay constancia de una mala relación entre ambos, lo que apunta que quizá cuando la cineasta redactó su libro autobiográfico quisiera, en lo posible, para poder rehabilitar su imagen, distanciarse del régimen con el que simpatizó y en el que medró.

Al año siguiente, con todas las facilidades a su disposición, rodó la reunión nacionalsocialista de 1934, también celebrada en Nuremberg, la capital simbólica del movimiento nazi; pero lo hizo alejándose de la perspectiva documental de los noticiarios de la época. Despreciable en su contendido ideológico y propagandístico, desde su perspectiva formal El triunfo de la voluntad fue una premeditada y grandilocuente exhibición de vítores, banderas, uniformes, discursos, representación, cuyos <<decorados nazis se inspiraron en Die Nibelungen>>, apunta Siegfried Kracauer en su historia psicológica y cinematográfica De Caligari a Hitler. Por lo que no es de extrañar que sus imágenes marcasen el tono mediático y propagandístico de los mítines políticos celebrados desde entonces. También se pueden encontrar rastros del film en películas de ficción, quizá los ejemplos más famosos sean el Hinkel de El gran dictador (The Great Dictator; Charles Chaplin, 1940) o en la impersonalidad, uniformidad y marcialidad de las tropas del imperio galáctico de Star Wars (George Lucas, 1977). Pero dos de las consecuencias inmediatas de este documental fueron la mitificación de la figura de Hitler y la promoción audiovisual de su lacra ideológica, algo a lo que ella contribuyó y que nunca llegó a reconocer. Aunque la evidente carga propagandística e ideológica de su anterior largometraje no desaparece, sí se atenúa en Olimpiada.
Si hacemos caso a sus palabras, inicialmente pretendía no participar en el proyecto, aunque acabó aceptándolo cuando los miembros del Comité Olímpico Internacional le prometieron que no habría interferencias por parte de las autoridades alemanas, algo más que improbable dentro de un régimen totalitario. Pero eso es lo que ella dijo, la realidad apunta a que la financiación de la película corrió a cargo del partido, a través de una empresa creada para tal fin y que pusieron a nombre de ella. La calidad artística y técnica de Olimpiada sería alabada tanto por sus admiradores como por sus detractores, aunque, entre estos, hubiese peros a tanta exaltación y culto al cuerpo, ya que una de las características del nazismo eran ensalzar el físico y descuidar el intelecto —como cualquier totalitarismo, el nacionalsocialismo quería cuerpos, no mentes críticas—. La película sería imitada en posteriores films olímpicos y ejemplo para las retransmisiones deportivas que aún estaban por llegar. Para llevar a cabo esta obra fílmica, que poetiza el esfuerzo de los atletas que compitieron en las distintas modalidades y también muestra la falsa cordialidad que el régimen pretendía proyectar de cara al exterior, la directora contó con una treintena de cámaras a su servicio, con novedades técnicas, con miles de metros de película y con más de un año de trabajo en la sala de montaje. De tal modo, Riefenstahl inmortalizó los Juegos en los que Jesse Owens entró en el Olimpo del atletismo al lograr cuatro medallas de oro, demostrando, de paso, que la superioridad racial tan cacareada por el régimen era fruto de la estupidez, de la ignorancia, de la irracionalidad. Tras su éxito, la cineasta decidió dejar de rodar documentales y dedicarse a la actuación, sin embargo, durante la Guerra, de nuevo se puso detrás de las cámaras en un proyecto que ya había barajado en 1934 y que empezó a rodar en 1940 con financiación personal del propio Hitler. Tierra baja (Tiefland, 1940-1954), uno de los films más caros de aquel entonces, sufrió numerosos contratiempos, entre ellos la posterior confiscación y extravío por parte francesa del material filmado, aunque finalmente la película pudo estrenarse en 1954, poco después del reestreno de La luz azul, no sin la polémica que generó la acusación de que la cineasta había empleado como extras a gitanos prisioneros en un campo de concentración, aunque ella siempre aseguró que dicha acusación no era verdad.

Concluida la guerra fue detenida por el ejército estadounidense, aunque no tardó en ser puesta en libertad al no encontrar cargos en su contra. Posteriormente fue retenida por los franceses, que la hicieron pasar por el proceso de desnazificación que ella recordó como una tortura. Sin dinero y sin el resto de sus bienes materiales, entre ellos los originales de sus películas y los negativos sin editar de Tierra baja, que le serían devueltos años después, los proyectos cinematográficos que intentaba sacar adelante estaban condenados a no materializarse, como consecuencia de su antigua relación con el régimen nacionalsocialista que había mitificado en El triunfo de la voluntad. Uno de ellos, Cargamento negro, que iba a ser un film de ficción que abordaba la trata de esclavos en el África contemporánea, la llevó hasta dicho continente, donde sufrió el accidente en el que casi pierde la vida. Pero diversas circunstancias, como la falta de dinero o la guerra que estalló en Egipto, le impidieron realizar la película. Sin embargo su viaje no fue en vano, porque de él nació su fascinación por un continente donde nadie conocía su pasado y adonde regresaría en ocasiones posteriores y por largos periodos, durante los cuales vivió entre los nuba del sur de Sudán. Las fotografías de las tribus nuba fueron publicadas en varias revistas especializadas y posteriormente editadas en tres libros fotográficos de gran éxito, que también tuvieron sus detractores; dudo que pudiese ser de otro modo. Susan Sontag apuntaba en su ensayo publicado en Bajo el signo de Saturno sobre la cineasta alemana que buena parte de lo que se había escrito de biográfico en el libro borraba algunas cuestiones incómodas el pasado. Aparte de los ingresos económicos, una de las consecuencias del éxito de Los últimos nuba fue la propuesta que el Sunday Times londinense le realizó para que cubriese los Juegos Olímpicos de Munich de 1974, tristemente recordados por el atentado terrorista sufrido por la delegación israelí en la villa olímpica. Ya pasada la barrera de los setenta años, la realizadora encontró en los fondos marinos otra pasión, de modo que, adulterando su edad real, se presentó a los cursos de submarinismo y sacó el título, siendo la persona de más edad en hacerlo. Sumergida en un nuevo espacio que filmar y fotografiar, publicó dos nuevos álbumes fotográficos y realizó el documental Impresiones bajo el agua (Impressionen unter Wasser), estrenado en 2002, en el centenario de su nacimiento y un año antes de su muerte.

Filmografía como directora
La luz azul (Dax blaue Licht, 1932)
La victoria de la fe (Der Sieg des Glaubens, 1933) (documental)
El día de la libertad (Tag der Freiheit - Unsere Wehrmacht; 1935) (mediometraje documental)
Tierra baja (Tiefland; 1940-1954)
Impresiones bajo el agua (Impressionen unter Wasser, 2002) (documental)
Filmografía como actriz
El camino de la fuerza y de la belleza (Wege zu Kraft und Schönheit; Nicholas Kaufmann y Whilhem Prager, 1925)
La montaña sagrada (Der heilige Berg; Arnold Fanck, 1926)
El gran salto (Der grobe sprung; Arnold Fanck, 1927)
Das Schicksal derer von Habsburg (Rolf Raffé, 1928)
El infierno blanco de Piz Palü (Die weibe Hölle vom Piz Palü; Arnold Fanck y G.W.Pabst, 1929)
Tormenta en el Mont-Blanc (Stürme über dem Montblanc; Arnold Fanck, 1930)
Der weibe Rausch - Neue wunder des Schneeschuhs (Arnold Fanck, 1931)
S.O.S. Iceberg (S.O.S. Eisberg; Arnold Fanck y Tay Garnett, 1932-1933)
Tierra baja (Tiefland; 1940-1954)
Libros fotográficos
Los últimos nuba (The Last of Nuba, 1973)
Los nuba de Kau (People of Kau, 1976)
Jardines de Coral (Coral Gardens, 1978)
Mi África (Mein Afrika, 1982)
Maravillas submarinas (Wonders under Water, 1990)
Bibliografía
Bach, Steven; Leni Riefenstahl (Leni); Circe Ediciones, S.A., Barcelona, 2008.
Gubern, Román; Historia del Cine; Anagrama, Barcelona, 2014.
Kracauer, Siegfried; De Caligari a Hitler. Una historia psicológica del cine alemán (From Caligari to Hitler. A Psychological History of the German Films, 1947); Ediciones Paidós, S.A., Barcelona, 1985.
Sontag, Susan: Bajo el signo de Saturno (Under the Sign of Saturn). DeBolsillo, Barcelona, 2007.
Riefenstahl, Leni; Memorias (Memoiren, 1987); Editorial Lumen, Barcelona, 1991.
Speer, Albert: Memorias. Círculo de Lectores, Barcelona, 1970.
Otras fuentes
Gubern, Román; Leni Riefenstahl (2006) (cortometraje documental)
Müller, Ray; Leni Riefenstahl. Una vida de luces y sombras (Die Macht der Bilde: Leni Riefenstahl; 1993) (documental)
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