La era atómica y el cine catástrofes se dan la mano en esta producción británica dirigida, producida y escrita (junto con Wolf Mankowitz), por Val Guest, en ocasiones un cineasta brillante y siempre un todoterreno de la dirección que tiene en su haber obras cinematográficas de ciencia-ficción tan populares entre los asiduos al género como las dos primeras entregas del doctor Quatermass: El experimento del Dr. Quatermass (The Quatermass Xperiment, 1955) y Quatermass 2 (1957). Otra de sus mejores aportaciones a la “fantaciencia” es la más realista El día en que la Tierra se incendió (The Day the Earth Caught Fire, 1961), para quien esto escribe, junto a las bélicas The Camp on Blood Island (1958) y Ayer enemigos (Yesterday’s Enemy, 1959), la película más contundente de las suyas. Realista por su sobriedad y por el tono de crónica con el que Guest detalla los hechos que suceden noventa días antes del presente que nos descubre un Londres inusual, tórrido más que cálido, asfixiante, prácticamente vacío de vida, salvo la de un individuo sudoroso, extenuado, que resulta ser el periodista que pretende escribir su último reportaje; pero no puede al descubrir que la cinta de su máquina de escribir se ha deteriorado debido a la extrema temperatura ambiente, que se acerca a la máxima tolerada por el cuerpo humano. Su mundo se encuentra al borde del colapso; un altavoz informa que faltan diecinueve minutos para la cuenta atrás. Es la cuenta atrás de la especie humana, una cuenta que ha estado ahí desde el origen, pero que ahora se hace patente. La desaparición es un hecho y la población mundial lo ignora en buena parte de la analepsis en la que se desarrolla el film, que no por ciencia-ficción deja de mirar la realidad de la época, amenazada por las armas nucleares de las dos superpotencias que el El día en que la Tierra se incendió realizan sus pruebas nucleares el mismo día, en lugares opuestos del globo: en las cercanías del Polo Sur y en Siberia. Entonces, si esto apunta el inminente fin de la humanidad, ¿la crónica de Peter (Edward Judd) qué sentido tiene? ¿Pretende dejar constancia para la gente de un futuro improbable, ya casi imposible?…
El periodista y novelista habla para el presente, para el público de su hoy, que ya es nuestro pasado, para nada lejano. El personaje es la excusa con la que Guest introduce el conflicto y la catástrofe de la que somos testigos. Las consecuencias de los impactos, las mismas que los políticos niegan o a las que quitan hierro, implican acelerar el calentamiento planetario. Ante nosotros se suceden en la pantalla cambios bruscos en los fenómenos atmosféricos. Respecto a esto, el director de El abominable hombre de las nieves (The Abominable Snowman, 1957) es contundente: lluvias donde no debería haberlas, ciclones, tormentas de nieve, un eclipse solar inesperado o una niebla densa, extrañamente cálida, que cubre toda la ciudad,… dan la alarma en la redacción en la que trabajan Peter y Bill Maguire (Leo McKern), que sospecha que la coincidencia en las explosiones nucleares, en extremos antagónicos del eje terrestre, guarda relación con el bruscos cambio climático que se convierte en la realidad a la que se enfrenta el mundo y que los periodistas investigan sin saber a qué atenerse. Una de las hipótesis que manejan en la redacción es la relación entre dos hechos: las bombas y la alteración climática, pero les suena a ciencia-ficción. No obstante, la confidencia que Jannine (Janet Munro) hace a Peter, después de que este le prometa no decir nada a nadie, la confirma. Solo que ya es demasiado tarde para la especie, condenada por los usos y rivalidades de los líderes mundiales. En esto, Guest es bastante claro, e incluso se permite establecer dos momentos en un mismo instante que se desmienten: las imágenes muestran un mundo moribundo y la radio emite el comunicado del Primer Ministro británico en el que desmiente la noticia que aparece en los titulares del periódico. Quita hierro al asunto, afirma que no se trata de una catástrofe, pero la imagen inicial, la de una ciudad fantasma, y las que en ese momento asoman en la pantalla, desmienten al político…