lunes, 27 de noviembre de 2017

Zavattini. Conciencia de la realidad


El 20 o el 29 de septiembre de 1092, nacía en la localidad italiana de Luzzara (Reggio Emilia), un bebé a quien pusieron de nombre Cesare. Como bebé, Cesare no era consciente de este hecho, ni de otro cualquiera. Tampoco era una cuestión que preocupase a sus padres, y menos a él, pues, como cualquier otro recién nacido, aquel bebé tenía mejores cosas que hacer que pensar quién era, dónde había nacido, cuál era su natalicio, si le gustaba su nombre, quiénes eran aquellas sombras que, sin ser consciente, lo observaban emocionados o qué le depararía el presente y el futuro. En su mente virgen no había lugar para antropónimos ni topónimos, tampoco para conceptos temporales, ni de otro tipo. Lo suyo era alimentarse, dormir, llorar, dejar que su aparato excretor funcionase a capricho y observar su entorno, abriendo sus diminutos ojos infantiles a la realidad que le descubría su amanecer a un mundo de sonidos, formas y colores. Aquella novedosa, luminosa y en ocasiones dolorosa verdad se presentaba ante él para convertirse en su cotidianidad, en la sensación de seguridad en la que iría creciendo y modelando su mente, asimilando las palabras que otros le repetían y que él acabaría por repetir hasta conceder al significante su correspondiente significado. Adquirida su capacidad para desarrollar pensamientos complejos, pudo imaginar y también discernir, aunque, de ahí a fantasear con ser una figura clave del cine italiano mediaba un abismo. Primero porque el cine no llamaba la atención de aquel niño y segundo porque había cuestiones que no interesaban a un muchacho que empezó a socializarse, a ir a la escuela, a tener dudas, a amar su ciudad, a buscar respuestas y a crecer hasta convertirse en un joven que ingresó en un instituto de Bérgamo. Años después, a las puertas de la edad adulta, se matriculó en la facultad de Derecho en la Universidad de Parma, pero resultó que las leyes como oficio no llamaron su atención. Así que, buscando su lugar, en 1923 empezó a dar clases en un instituto parmesano, aunque lo suyo tampoco iba a ser la docencia, ya que prefería los dibujos y las letras, escribirlas, primero en forma de artículos y de cuentos que fueron publicados en la Gazzeta di Parma, también de críticas teatrales y, más adelante, en libros y guiones cinematográficos. El cine tardó en entrar dentro de sus planes, lo hizo cuando La quimera del oro (The Gold Rush; Charles Chaplin, 1925) despertó su interés, mostrándole nuevas posibilidades narrativas. Aunque el momento crucial, aquel que iniciaría su idilio con la pantalla, se produjo tiempo después. A medida que desarrollaba sus intereses artísticos, también lo hacía su conciencia social y su rechazo al régimen fascista, pero ¿cómo expresarse en un país sin libertad de expresión ni libertades individuales? En clave de humor. 



En 1935 el camino de Zavattini se cruzó con el de Vittorio de Sica (y viceversa). Por aquel entonces, Za era un escritor reconocido por el estilo humorístico de sus artículos y de su novela Parliamo tanto di me (1931) y De Sica una prometedora estrella de la gran pantalla que iba a protagonizar Daré un millón (Darò a milione; Mario Camerini, 1936), el primer guión escrito por nuestro Cesare y un éxito rotundo en Italia. Como el resto de películas producidas en aquel país bajo dominio fascista, Daré un millón estaba condicionada por la censura, que imposibilitaba cualquier intención de mostrar en la pantalla las distintas realidades que afectaban a sus gentes, sin embargo, en el film de Camerini asoma una ironía que no esconde su crítica social. Zavattini había llegado al cine no para expresarse y ni siquiera la censura se lo iba a impedir, como tampoco pudo impedir la amistad entre el escritor y el actor, ni que dos años después empezasen a trabajar en un proyecto común, basado en un guión titulado Demos a todos un caballito de madera, que milagrosamente vería la luz doce años más tarde en Milagro en Milán (Miracolo a Milano, 1951). Antes de producirse este feliz alumbramiento, estalló la guerra, la más sangrienta y aberrante, Italia fue ocupada por los alemanes, los aliados desembarcaron en Sicilia con la intención de cruzar el estrecho de Mesina o navegar hasta Salerno y avanzar por la "bota", de sur a norte, liberando Nápoles, Roma, Florencia,.., y otras localidades donde intercambiaban saludos y costumbres con lugareñas y lugareños mientras recuperaban el aliento o curaban sus heridas. La campaña contra las fuerzas del eje, que se replegaban ofreciendo resistencia, proseguía, al tiempo, los partisanos italianos se enfrentaban en una lucha sin cuartel a los soldados germanos y a los fascistas, también italianos. Así, pues, durante la Segunda Guerra Mundial en Italia se combatía en las sombras, en el campo, en las ciudades, en Montecasino o en el valle del Po, hasta que un buen día la paz llegó y con ella se inicio el tiempo de posguerra, el momento de reconstruir, de modernizar, de soñar, de curar las heridas sufridas, de hablar con libertad, de aprovechar la promesa del cambio político-social y de salir a las calles. Este instante histórico trajo consigo la modernización de la cinematografía italiana, cuya industria y su Cinecittà habían sido destruidas durante el conflicto armado. De tal manera, de los escombros floreció un breve periodo de inusitada libertad ideológica y creativa, un periodo que fue aprovechado por cineastas o futuros cineastas, intelectuales o no, escritores o aspirantes a serlo, y otras gentes que habían tomado conciencia, personas que se lanzaron sin paracaídas a la realidad para dar testimonio del momento y de las personas que lo vivían. En esta situación, apurados por la necesidad humana de expresar inquietudes, de dar a conocer los hechos de su tiempo, por la inexistencia de una industria que marcase los límites a los cineastas, surgió, sin planteamiento teórico previo, lo que alguien solo supo calificar de neorrealismo. Y allí estaban, De Sica y ZavattiniViscontiRossellini, Sergio Amidei, Giuseppe De Santis, Federico Fellini, Michelangelo Antonioni, entre otros muchos protagonistas de un suspiro que es Historia e historia del cine. De todos ellos surgieron películas inolvidables y de la colaboración de los dos primeros inapreciables documentos humanos como El limpiabotasLadrón de bicicletas, Milagro en Milán o Umberto D., aunque también realizaron otros grandes títulos lejos del verismo que les dio fama internacional, cuando el segundo de los nombrados fue premiado con el Oscar a la mejor producción de habla no inglesa. Cesare y su amigo Vittorio, una de las parejas más homogéneas que ha dado el cine mundial, habían colaborado antes del nacimiento y continuarían haciéndolo después de la defunción de aquel paréntesis cinematográfico que, inconsciente en su origen, transformó y modernizó el modo de hacer películas, influyendo en la futura comedia a la italiana, en el free-cinema inglés, en la nouvelle vague francesa o en los nuevos cines del este de Europa, surgidos en los albores de la década de 1960. Pero el guionista no solo trabajó al lado de De Sica. Su ironía, su humorismo, su mirada a la realizad y su conciencia social, que no rehuye mostrar la crueldad y la miseria que también proliferan en los espacios humanos, ya hacen acto de presencia en Cuatro pasos por las nubes (Quattro passi fra le nuvole; Alessandro Blassetti, 1942), un filme que, junto a Obsesión (Obssessione; Luchino Visconti, 1942), anuncia el neorrealismo italiano de la posguerra. El escritor italiano también ideó la historia que daría como resultado Bellísima (Bellissima; Luchino Visconti, 1951), una lúcida e irónica mirada hacia la nueva industrialización del cine italiano, participó en el guión de las espléndidas Caza trágica (Caccia tragica, 1947) y Roma, a las once (Roma ore 11, 1951), ambas dirigidas por De Santis, en la adaptación de Golgol en El alcalde, el escribano y su abrigo (Il cappotte; Alberto Lattuada, 1952) y fue el responsable del noticiario Documento mensile y L'amore in città (1953), que contó con la participación de Antonioni, Fellini, Lattuada, Dino Risi, Tullio Pinelli o Marco Ferreri, entre otros participantes de aquel momento cinematográfico que sería teorizado, estudiado, imitado y admirado.




Filmografía (parcial)

Daré un millón (Darò un milione; Mario Camerini, 1935)
La danza delle lancette (Mario Baffico, 1936)
I'll Give a Million (Walter Lang, 1938) (basado en su argumento)
Bionda sotto chiave (Camillo Mastrocinque, 1939)
Senza cielo (Alfredo Guarini, 1940)
Una familia imposible (Una famiglia impossibile; Carlo Ludovico Bragaglia, 1940)
San Giovanni decollato (Amleto Palermi, 1940)
Nacida en viernes (Teresa Venerdi; Vittorio de Sica, 1941)
È caduta una donna (Alfredo Guarini, 1941)
La scuola dei timidi (Carlo Ludovico Bragaglia, 1941)
Avanti c'è posto (Mario Bonnard, 1942)
I sette peccati (Ladislao Kish, 1942)
Don Cesare di Bazan (Riccardo Freda, 1942)
Quarta pagina (Nicola Manzari, 1942)
Cuatro pasos por las nubes (Quattro passi fra le nuvole; Alessandro Blasseti, 1942)
C'è sempre un ma! (Luigi Zampa, 1942)
Il birichino di papà (Raffaello Matarazzo, 1943)
Gian Burrasca (Sergio Toffano, 1943)
I nostri sogni (Vittorio Cottafavi, 1943)
Silenzo, si gira! (Carlo Campogalliani, 1943)
Piruetas juveniles (Giancarlo Capelli, Salvio Valenti, 1943)
Los niños nos miran (I bambini ci guardano; Vittorio de Sica, 1943)
L'ippocampo (Gian Paolo Rosmino, 1945)
La puerta del cielo (La porta del cielo; Vittorio de Sica, 1945)
La freccia nel fianco (Alberto Lattuada,1945)
Il testimone (Pietro Germi, 1946)
Un giorno nella vitta (Alessandro Blasetti, 1946)
El limpiabotas (Sciuscià; Vittorio de Sica, 1946)
Canto, ma sottovoce (Guido Brignone, 1946)
Il marito povero (Gaetano Amata, 1946)
L'angelo e il diavolo (Mario Camerini, 1946)
Roma città libera (Marcello Pagliero, 1946)
Biraghin (Carmine Gallone, 1946)
Sperduti nel buoi (Camillo Mastrocinque, 1947)
Cronaca nera (Giorgio Bianchi, 1947)
La grande aurora (Giuseppe Maria Scotese, 1947)
Il passatore (Duilio Coletti, 1947) (sin acreditar)
Caccia tragica (Giuseppe de Santis, 1947)
Lo sconosciuto di San Marino (Michal Waszynski, 1948)
Guerra alla guerra (Romolo Marcellini, 1948)
Ladrón de bicicletas (Ladri di bicilette; Vittorio de Sica, 1948)
Fabiola (Alessandro Blasetti, 1949)
Il mundo vuole così (Giorgio Bianchi, 1949)
Demasiado tarde (Le mura di Malapaga, René Clément, 1949)
La sposa non può attendere (Gianni Franciolini, 1949) (historia original)
Vent'anni (Giorgio Bianchi, 1949)
La roccia incantata (Giulio Morelli, 1949)
È primavera... (Renato Castellani, 1950)
Domenica d'agosto (Luciano Emmer, 1950)
Il cielo è rosso (Claudio Gora, 1950)
Una hora en su vida (Prima comunione; Alessandro Blasseti, 1950)
En el último segundo (È più facile che un cammello...; Luigi Zampa,1950) (historia)
Milagro en Milán (Miracolo a Milano; Vittorio de Sica, 1951)
Bellísima (Bellissima; Luchino Visconti, 1951) (argumento)
Mamma mia, che impressione! (Roberto Savarese, 1951)
Umberto D. (Vittorio de Sica; 1952)
Buenos días, señor elefante (Gianni Franciolini, 1952)
Roma ore 11 (Giuseppe de Santis, 1952)
El alcalde, el escribano y su abrigo (Il Cappotto; Alberto Lattuada, 1952)
5 poveri in automobile (Mario Mattoli, 1952)
Piovuto dal cielo (Leonardo de Mitri, 1953)
Estación Termini (Stazione Termini; Vittorio de Sica, 1952)
Un marito per Anna Zaccheo; Giuseppe de Santis, 1953)
Nosotras las mujeres (Siamo donne; 1953) (idea y guión del episodio de Alfredo Guerini)
L'amore in città (1953)
La passeggiata (Renato Rascel, 1953)
La cavallina storna (Giulio Morelli, 1953)
Alí Babá y los cuarenta ladrones (Ali Baba et les 40 voleurs; Jacques Becker; 1954) (historia)
El oro de Nápoles (L'oro di Napoli; Vittorio de Sica, 1954)
El techo (Il Tetto; Vittorio de Sica, 1956)
Hombres y lobos (Uomini e lupi; Giuseppe de Santis, 1957)
Hablemos de amor (Amore e chiacchiere; Alesandro Blasetti; 1958)
En el cielo pintado de azul (Volare) (Nel blu dipinto di blu; Piero Tellini, 1959)
El rosseto (Il rossetto; Damiano Damiani, 1960)
Dos mujeres (La ciociara; Vittorio de Sica, 1960)
El joven rebelde (Julio García Espinosa; 1961)
El sicario (Il Sicario; Damiano Damiani, 1961)
El juicio universal (Il giudizio universale; Vittorio de Sica, 1961)
Los condenados de Altona (I sequestrati di Altona; Vittorio de Sica,1962)
El especulador (Il Boom; Vittorio de Sica; 1963)
Ayer, hoy y mañana (Ieri, oggi e domani; Vittorio de Sica, 1963)
Iremos a la ciudad (Andremo in città; Nelo Risi, 1966)
Tras la pista del zorro (After the Fox; Vittorio de Sica, 1966) (sin acreditar)
Siete veces mujer (Woman Times Seven; Vittorio de Sica, 1967)
Amantes (Amanti; Vittorio de Sica, 1968)
Los girasoles (Il girasoli; Vittorio de Sica, 1969)
El jardín de los Finzi Contini (Il giardino dei Finzi Contini; Vittorio de Sica, 1970) (sin acreditar)
El viaje (Il viaggio; Vittorio de Sica, 1974)

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