jueves, 22 de enero de 2015

Dillinger (1973)


Los guiones que John Milius escribió para John Huston (El juez de la horca), Sydney Pollack (Las aventuras de Jeremiah Johnson) y Ted Post (Harry el fuerte) facilitaron su debut en la dirección de largometrajes en una producción que expone los últimos momentos de la carrera delictiva de un referente del cine gangsteril de la década de 1930, un delincuente, nacido de la Gran Depresión, que ya había sido llevado a la pantalla por Max Nosseck en Dillinger, el enemigo público número uno (1945). No obstante, el planteamiento narrativo de Nosseck poco tiene que ver con el expuesto por Milius, quien dotó a su Dillinger de mayores dosis de violencia y ofreció parte del protagonismo al agente Melvin Purvis (Ben Johnson), cuya presencia sería uno de los aciertos de un film irregular, que destaca por su cuidada ambientación de aquellos años de depresión económica que afectó hasta extremos asfixiantes al ciudadano corriente. El Dillinger interpretado por Warren Oates pretende alcanzar el sueño americano atracando bancos, aunque, en realidad, anhela ser una estrella mediática que llame la atención de la masa social, la cual, condenada a la pobreza y a la miseria, ve en él a un héroe donde solo hay un criminal que actúa en beneficio propio y sin prestar atención a la realidad social que afecta a todo un conjunto. Y quizá sea esta creciente popularidad lo que más afecta a los representantes de la ley que lidera Purvis, agentes que actúan como matones de gatillo fácil a la hora de descargar su armas sobre esos forajidos a quienes sin prisa, pero sin pausa, van dando caza a lo largo del film. De tal manera, Dillinger y Purvis se igualan en su ausencia de escrúpulos y en el empleo de métodos expeditivos que les permita alcanzar aquello que persiguen: dinero y reconocimiento, el primero, obsesionado con la idea de la fama, y exterminar a los forajidos que componen la banda, el segundo, lo que implica que tras la placa se esconda una necesidad tan obsesiva como la que guía al delincuente.

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