viernes, 23 de agosto de 2024

Balzac y La comedia humana

<<Todos los libros de Balzac no forman más que un solo libro, un libro vivo, luminoso, profundo, en el que vemos ir y venir, andar y moverse con un no sé qué de turbador y de terrible mezclado con lo real, toda nuestra civilización contemporánea: un libro prodigioso que el poeta tituló Comedia y que hubiese podido titular Historia.>> (1) Sus caracteres viven en sociedad, en la historia social en la que se van haciendo y en la que, cual poseso, Balzac escribe y escribe sobre el papel, creando un reflejo de la realidad francesa de su época. La imaginación y la capacidad de observación del autor de Papá Goriot le permite llenar su universo socio-literario de hombres y mujeres dominados por una pasión que se erige en su motor existencial; siendo la suma de estas figuras y de cada una de las pasiones (dinero, éxito, poder, revolución, sexo, maternidad, paternidad…) el todo humano y social que da sentido pleno a los personajes, que son parte indisociable del cuerpo social. El entorno les hace ser; es decir, para el escritor de Eugenia Grandet <<todo individuo era un producto formado por el clima, el medio, las costumbres, el azar, por todo aquello que lo afecta fatalmente, todo individuo absorbía su identidad de la atmósfera que lo envolvía para a su vez irradiar otra nueva: el axioma de que todo está condicionado por el mundo interior y el exterior.>> (2)

El coronel Chabert (Le colonel Chabert, Yves Angelo, 1994)

Su obra literaria es tan extensa que la lectura completa de La comedia humana puede entretener durante meses; y esto a buen ritmo lector. En todo caso, sería tiempo “regalado” para quien, gustoso y curioso, se adentre en el universo literario de este escritor que <<libera el género narrativo de las limitaciones de la autobiografía y de la mera psicología dentro de cuyos límites se había movido desde la segunda mitad del siglo XVIII. Rompe el marco de los destinos individuales, en el que tanto las novelas de Rousseau y Chanteaubriand como las de Goethe y Stendhal estaban confinadas, y se emancipa del estilo de confesión del siglo XVIII, aunque, naturalmente, no puede desprenderse de un golpe de todo lo lírico y autobiográfico>>. (3) En él, los rasgos humanos adquieren una veracidad inusitada hasta entonces. No por realista, aunque haya quien asegura que introduce el realismo en la novela. A este respecto, quizá sea más acertado decir que desvela a los individuos en la sociedad que les hace ser. Los descubre en ella. Estudia sus comportamientos y concluye que el ser humano, representado en sus personajes, no puede vivir asilado. Para Balzac somos criaturas sociales, hijos de la historia que quiere llevar al papel. <<Todos sus esfuerzos tienden a comprimir los fenómenos, a pasarlos por un tamiz en el que se queda todo lo que no es esencial y solo se filtran las formas puras, y luego a estrujar estas formas aisladas y dispersas en el rescoldo de sus manos, integrar esa enorme diversidad en un sistema claro y fácil de comprender, como Linneo compendia los millones de plantas en un cuadro sinóptico o el químico las innumerables composiciones en un puñado de elementos: tal es su ambición. Simplifica el mundo para luego domeñarlo, y, una vez sometido, lo encierra en la grandiosa cárcel de La comedia humana>>. (4) Grandiosa cárcel en la que apresa a la diversidad de quereres y pasiones, de psicologías y emociones, de héroes y heroínas. Balzac crea en conflicto entre dos mundos: el íntimo y el social; comprende e idea su comedia humana como la “prisión” de la que individuo alguno escapa.

Papá Goriot (Le père Goriot, Robert Vernay, 1945)

<<Algunos contemporáneos de Balzac nos dicen que era vulgar y vanidoso. Pero lo cierto es que es capaz de crear personajes de una grandeza que no condicen con ese Balzac real (¿o aparente?). Los personajes surgen del corazón del escritor, pero pueden superarlo en bondad, en sadismo, en generosidad, en avaricia>>, expone Ernesto Sabato en Relación entre el autor y sus personajes. (5) Las figuras que pueblan el mundo del autor de Las ilusiones perdidas carecen de la profundidad psicológica de las de Dostoievski, capaz de escribir Crimen y castigo, El idiota o Los hermanos Karamazov como espacios íntimos, filosóficos, emocionales, en constante conflicto interno, contradictorios, en lucha consigo mismos, pero es que en el escritor francés la psicología del “yo” no es prioritaria. En el retrato que se propone realizar a través de sus novelas, la sociedad burguesa, la historia, la civilización resultan determinantes en la creación del “yo” social protagonista. Como creador, se aísla del mundo para construir el suyo literario, en el que viven sus personajes y, tal vez, él exista a través de aquellos, pues, tal como afirma Sabato, <<todos los personajes de una novela representan, de alguna manera, a su creador. Pero todos, de alguna manera, lo traicionan>>.


Eugenia Grandet (Mario Soldati, 1946)

<<Balzac mismo habla siempre de sus figuras como de fenómenos naturales, y cuando quiere describir sus objetivos artísticos no habla nunca de la psicología que emplea, sino solo y siempre de la sociología, de la historia natural de la sociedad y de las formas del individuo en la vida del cuerpo social.>> (6) Como el ruso o como Stendhal, Honoré de Balzac fue un loco que desafió la normalidad literaria de su época y salió disparado a la posterioridad en la que su influencia quizá ya no sea reconocible a simple vista, pero ahí está, recogida por escritores que, a su vez, han inspirado a otros; incluso a las vanguardias que pretendían romper con el pasado, pues toda ruptura con el anterior supone un conocimiento de este, si no ¿respecto de qué romper o a qué poner fin? Cervantes y Rabelais inauguran la novela moderna, Stendhal y Balzac avanzan en el género novelístico en el que Dostoievski profundiza para priorizar la psicología que en Dickens prácticamente se estandariza para mayor entretenimiento de la conservadora sociedad victoriana. La hace cercana, sencilla, mundana, incluso conformista, pero Zola protesta, acusa y señala los males de la realidad que en su ficción describe y desvela con naturalidad injusticias e intereses sociales que oprimen al individuo a quien Tolstoi dota de mayor humanidad y, más adelante, de religiosidad. Pero quizá Balzac sea el más febril y compulsivo de estos autores que, salvo Cervantes y Rabelais, que son anteriores, engrandecieron el género novelístico en el XIX. Se encierra en sí mismo para vivir en la sociedad que escribe y en la que ubica a sus criaturas. Ahí, todo lo puede. Es el dios creador de un mundo propio, hecho a imagen y semejanza del que se aparta, y de humanidad, que sería la suma de los monomaníacos, dominados por la pasión que les ilumina, quizá devore, que viven a flor de piel la comedia humana…


La eterna llama (The Eternal Flame, Frank Lloyd, 1922), adaptación de La duquesa de Langeais


(1) Victor Hugo, discurso en el funeral de Honoré de Balzac

(2) (4) Stefan Zweig: Tres maestros (Balzac, Dickens, Dostoievski) (traducción de J. Fontcuberta). Acantilado, Barcelona, 2004.


(3) (6) Arnold Hauser: Historia social de la literatura y del arte. Volumen 3 (traducción de A. Tovar y F. P. Varas-Reyes). Editorial Labor, Barcelona, 1978.


(5) Ernesto Sabato: El escritor y sus fantasmas. Seix Barral, Barcelona, 2011.


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