martes, 4 de octubre de 2011

Malas tierras (1973)



<<La gente cree que, cuando se ha sufrido en la vida, uno se comporta como un animal herido, que uno muestra sus heridas como si se hubieran producido la víspera. Esto pasa a menudo en el cine. Pero, en la vida, el sufrimiento de la gente está oculto, porque esa es su única forma de sobrevivir. Esto es lo que le pasa a Kit. Y, lejos de hacerlos grandes, mas "profundos" e inofensivos, mito en el que creen los norteamericanos, el sufrimiento, por el contrario, los ha vuelto mezquinos, estrechos de espíritu y duros. Así es como Kit se ha vuelto un narcisista, pero no en el sentido de la búsqueda de la raíz de sus problemas, sino más bien como un ser vanidoso al que no le gusta lo que es>>
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Terrence Malick


A mediados del siglo veinte, los países todavía poseían características propias, quizá no exclusivas, pero sí suficientes para señalar parte de sus identidades nacionales, pero solo uno, Estados Unidos, presentaría los contrastes necesarios para crear a un joven violento, al tiempo rebelde y reaccionario, como Kit (Martin Sheen). No se trata de alguien que no espere nada de su futuro, aunque lo parezca cuando trabaja limpiando las calles de su pueblo. Todo lo contrario. Espera y desea ser alguien importante, alguien que deje su impronta y sea admirado por futuras generaciones: graba un disco en el que habla de sus actos violentos o, a través de un dictáfono, aconseja a hipotéticos oyentes (del mañana) cómo vivir y cómo comportarse de acuerdo con la tradición conservadora. <<Kit piensa que él es un personaje con peso histórico, sin poder medir exactamente su importancia. Hace una pila de piedras para marcar el lugar de su arresto; entierra cosas en el desierto; transmite "reliquias" pensando que, en el futuro, la gente podrá sacar partido de ellas y se dará cuenta de su papel. Y la sensación de tristeza que emana de la película se debe en parte al hecho de que la chica, su mejor historiadora, vive otra vida, hasta el punto de que su historia se va a pique, sin dejar huellas>>.2 Kit tiene veinticinco años, viste jeans y camiseta ajustados, se pasea cual rebelde sin causa y con un dolor que quizá no exista más que en su decepción o no alcance a comprender de dónde procede. La supuesta desilusión le permite sentirse como una especie de James Dean; no la estrella cinematográfica que la sociedad estadounidense mitificó por morir joven, tras protagonizar tres películas. Kit es otro tipo de rebelde, el violento que, en la realidad y en la violencia, resulta más cercano a los también populares Jesse James o Clyde Borrow. Ese parecido físico con el actor de Gigante (Gigant; George Stevens, 1956) llama la atención de Holly (Sissy Spacek), la adolescente de quince años cuya voz o pensamiento habla de Kit y de su viaje a las "Badlands". La atracción, mutua, se establece en el primer intercambio de miradas y palabras, atracción que da paso a la relación amorosa o al engaño amoroso, idea del amor trágico asumido por jóvenes desorientados por su intención de dejar huella, él, y por su incapacidad de pensar por sí misma, ella (así lo confirma cuando le comenta a una de las víctimas que hace cuanto Kit le dice).

Los primeros días de relación muestran al veinteañero sin aparentes lazos afectivos y a la quinceañera viviendo con su padre, interpretado por Warren Oates -Oates había participado en el cortometraje Lanton Mills (1969), el cual supuso el debut de Terrence Malick detrás de las cámaras-. Los muchachos se atraen y dejan que sus existencias giren en torno a la relación y a la fuerza devastadora que arrasará con quienes se crucen en su camino, empezando por el padre de Holly, cuando este le prohíbe que la vea y le da a entender que su hija merece más que un don nadie sin futuro; y resulta irónico, puesto que el tiempo por llegar es el único que tiene sentido para Kit. ¿Qué tiene que perder un tipo como él? Nada, carece de ataduras y no duda en irrumpir en casa de su novia con un arma. Ni se inmuta ante la advertencia del padre, que le dice que salga de allí, que avisará a la policía, pero Kit vive en su realidad paralela, de ahí que no dude y dispare. Es su primera muerte, pero apunta a asesino nato, como confirmará en el bosque o durante el resto del viaje de huida de su presente. Puede que vea el viaje como el final que le abrirá las puertas de la posteridad, del mito, similar al de los hermanos James o Bonnie y Clyde, a base de disparar sobre sus perseguidores o cualquiera que, sin pretenderlo, se cruce en su camino. Esa facilidad de gatillo despierta a Holly de su fantasía adolescente, quien comprenderá, tras varias acciones violentas e innecesarias, que Kit disfruta con lo que hace. El joven rebelde se descubre como un psicópata que mata sin remordimientos y sin pensarlo dos veces, una circunstancia que se antepone al amor, aunque no deseen reconocerla. Por primera vez, en Malas tierras (Badlands, 1973), se deja notar la peculiar y personal mirada de Malick, aunque todavía carece del descaro o seguridad del realizador que se reafirma en Días de cielo (Days of Heaven, 1978), su segundo film y, se confirma en La delgada línea roja (The Red Thin Line, 1998). Con dinero conseguido de aquí y allí, Malick produjo, escribió y dirigió este drama de carretera, de pareja, de juventud, de un país que invita a la huida, de una invitación que Kit acepta y transforma en violencia gratuita, de sangre derramada, de un amor que no puede conservarse, de una libertad inalcanzable, tan improbable como un futuro en el que Kit sea alguien con <<peso histórico>>, puesto que nada hay más efímero y volátil que un sueño, el suyo: creerse rebelde y libre cuando, en realidad, vive atrapado.


1,2.Terrence Malick, entrevistado por Michel Ciment, marzo de 1975. Entrevista recogida en Ciment, Michel: Pequeño planeta cinematográfico. Akal, Madrid, 2007


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