martes, 19 de mayo de 2020

Seijun Suzuki y la flor del cerezo

<<Toshiro, cabalgando a su lado, admiraba la destreza de su padre en el manejo de Sakura, el arma de la familia. Una espada que había pasado de padre a hijo, generación tras generación y que en algún momento le pertenecería.>>

El fragmento pertenece a mi novela Sakura (la flor del cerezo), una historia épica ambientada en Japón durante la época Heian. Cuando en 2008 decidí el título, y el nombre de la catana de la familia Kure, no había leído a Seijun Suzuki hablar de su relación con la flor del cerezo. Conocía su importancia en la cultura japonesa, en su cotidianidad y en el arte, pero ignoraba su presencia en el cine de Suzuki, un cine que desconocía.



<<Si le preguntan a Kurosawa por qué hay humo rosa que asciende de pronto por una chimenea en una de sus películas en blanco y negro El infierno del odio (Tengoku to Jigoku, 1963) no creo que se obtuviera una respuesta satisfactoria. Y Ozu, con toda probabilidad, no sería capaz de decir exactamente por qué utiliza con tanta frecuencia una tetera de un rojo intenso en sus filmes. Los directores siempre están buscando imágenes expresivas, pero cómo llegan hasta ellas es algo muy difícil de explicar con palabras. Es puramente emocional. Es una de las más claras diferencias entre cine y literatura.
En mis primeras películas, los cerezos en flor no eran más que un instrumento visual, el escenario para una batalla. Quizá la gente le otorgue una importancia especial a los pétalos que caen en Elegía a la violencia pero también era un decorado, nada más.
Las flores del cerezo que se caen son una imagen del teatro Kabuki. En Yoshitsune senbon sakura [Yoshitsune y las mil flores del cerezo] las últimas palabras del enemigo de Yoshitsune son: “Cuando los cerezos de Yoshino enciendan su fuego de nuevo, desencadenaremos una nueva y valiente batalla en medio de la centelleante lluvia”. No sé si las palabras derivan del escenario o el escenario de las palabras, pero yo también veo las flores del cerezo como objetos centelleantes en el aire. La primera imagen que evocan en mí las flores de los cerezos es la de una batalla. La primera vez que utilicé el cerezo en flor de esa manera fue en La juventud de la bestia. El hecho de que la historia sucediera en abril tiene una importancia secundaria. Primero rodé los cerezos en flor a lo largo del río Edo, y después filmé la persecución de coches bajo los cerezos junto al río Tama. En Elegía a la violencia también situé la escena de una batalla literalmente bajo flores de cerezos. Aunque no existe una lucha real, el enfrentamiento entre amigo y enemigo y el intercambio de una carta de amenaza remiten a ella. Mi primera asociación cuando veo cerezos en flor es con una batalla, con la guerra, pero Motojiro Kaji describe, en su novela Sakura no ki no shita ni wa [Bajo el cerezo], cómo un cerezo florece con más fuerza y belleza que antes porque extrae su alimento de un cadáver enterrado debajo de él.
El cerezo en flor evoca diferentes asociaciones para cada persona, pero como director yo no busco tanto el significado o las conexiones como los escenarios que encajen con la sensación de ciertos acontecimientos. La flor del cerezo sirve perfectamente para ese propósito porque suscita un amplio abanico de sentimientos en los japoneses. Ya al principio de la era Heian [794-1192], la flor del cerezo se consideraba la flor de las flores, y sus excelencias se cantaban en innumerables tanka [poemas de cinco versos]. Pero lo que convierte a la flor del cerezo en algo tan especial está claramente expresado en el siguiente tanka por parte del monje y poeta Saigyo: “Anhelo la muerte en primavera, una noche de luna llena, bajo los cerezos en flor”.
En mi opinión, no hay otra flor que simbolice la muerte y el morir mejor que la del cerezo, porque tras su belleza aparece la mortalidad y el nihilismo. No soy un experto acerca del sentido japonés de la belleza, pero sé que la muerte y el morir se han tratado durante siglos en un marco de cerezos en flor. La flor del cerezo representa la belleza y también una visión de la vida. Por eso se utiliza en tantas obras de teatro. Ha sido casi inevitable que terminara mostrándose en las películas, no como metáfora, sino como escenario para una batalla.>>1

<<...tu alma es limpia y valerosa como el filo de esta espada -susurró al tiempo que acariciaba la brillante hoja de Sakura.>>

1.Seijun Suzuki en El desierto bajo los cerezos en flor: El cine de Seijun Suzuki (traducción Juan José Pulido). Festival Internacional de Cine de Gijón/Ocho y Medio, Libros de Cine/Ediciones Áqaba, Madrid, 2001 

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