viernes, 12 de octubre de 2012

El hidalgo de los mares (1951)


La narrativa cinematográfica de Raoul Walsh logra la sencillez estilística suficiente para contar sin perder de vista la historia que cuenta, a la que dota de un ritmo que apenas sufre altibajos, un ritmo que se observa  diferente a las necesidades de cada film y de cada personaje protagonista, ya fuese una aventura —la alegría del El mundo en sus manos (The World in His Arms, 1952) choca con la mayor sobriedad de El hidalgo de los mares (Captain Horatio Hornblower, 1951)—, un western —Murieron con las botas puestas (They Died with His Boots on, 1941) se enfoca desde la intimidad (grandeza) del héroe en contra de la intimidad (imposibilidad) del pistolero de Juntos hasta la muerte (Colorado Territory, 1949)— o una película de cine negro —poco tiene que ver el desencantado gángster de El último refugio (High Sierra, 1941) con el edípico criminal de Al rojo vivo (White Heat, 1949)—. Por ejemplo, en El hidalgo de los maresWalsh se decantó por exponer el día a día de un grupo de marineros, desde sus alegrías hasta sus penas, pasando por las batallas que siempre amenazan en el ancho mar o la importancia vital de los fenómenos atmosféricos para la navegación. Esta perspectiva intimista del marino (camaradería, desarraigo, necesidades) y del medio (barco y mar) también sería desarrollada brillantemente por Peter Weir en Master and Commander (2003), film con el que guarda ciertas similitudes: ubicación histórica, un capitán respetado y admirado por su tripulación, reparaciones en la nave, la vida cotidiana de la marinería o la presencia de jóvenes guardamarinas entre marineros veteranos.


El barco del capitán Hornblower (Gregory Peck) lleva siete meses en alta mar, apenas se mueve por la ausencia del viento en las velas, circunstancia que obliga a la tripulación a remolcar la nave utilizando las barcazas. El rumbo del Lydia se antoja incierto para ellos, sólo el capitán conoce su destino y la misión que deben llevar a cabo, que consiste en satisfacer los deseos de una caricatura de general que se llama a sí mismo el supremo, y afirma ser libertador y conquistador de un pequeño país sudamericano. Hornblower debe acatar las órdenes aunque no le guste el tal don Julián Alvarado (Alec Mango), ya que un oficial debe cumplir las órdenes del almirantazgo, aunque éstas signifiquen acceder a los caprichos de un dictador que necesitan para enfrentarse a los españoles (en ese instante aliados de Napoleón). El capitán Horatio Hornblower es un oficial admirado y respetado por su tripulación, asume su rango y se muestra consecuente con la responsabilidad que éste le confiere, a pesar de que en ocasiones deba hacer suyos los errores de sus oficiales, cuestión inherente al cargo que ostenta. Dicha responsabilidad le obliga a cumplir las órdenes y entrega al cacique el buque de guerra español capturado tras una batalla naval que se produce sin que sapa que España e Inglaterra han firmado la paz y han unido sus fuerzas en la lucha contra Francia. Esta sería la primera parte de El hidalgo de los mares, la más alegre, donde se enfrenta a Hornblower y a su tripulación con un dictador de pacotilla consumido por su ambición desmedida, además depara el encuentro entre el capitán y lady Bárbara Wellesley (Virginia Mayo), hermana del duque de Wellington, que viaja de regreso a Inglaterra a bordo del navío de Hornblower, produciéndose una atracción que resulta imposible, ya que el capitán es un hombre casado (con el mar y con una esposa con quien apenas ha compartido esos mínimos momentos de estancia en tierra) y la joven dama que se ha prometido con un almirante. Durante los seis meses que dura el viaje comparten el mismo espacio, primero desde la lejanía y posteriormente, cuando ella cae enferma, desde la intimidad en la que acercan sus sentimientos; sin embargo, la llegada a Inglaterra produce la inevitable despedida (se observa al capitán en la soledad de un barco anteriormente lleno de vida) y se inicia un paréntesis que permite ahondar en aspectos personales del oficial antes de que se embarque en la segunda parte del film. Raoul Walsh aprovechó esos minutos de pausa para mostrar la intimidad de un hombre casado con el mar, que ha vivido un matrimonio que nunca llegó a funcionar al sacrificar su vida personal por su vida profesional. La segunda parte del film cobra un ritmo más pausado para mostrar una nueva aventura que enfrenta a la armada británica y a la napoleónica, pero esta vez en los mares europeos a los que Hornblower ha regresado para luchar contra las naves enemigas bajo el mando de sir Rodney Leighton (Denis O'Dea), ahora esposo de lady Bárbara, almirante inepto que choca con la evidente veteranía de un oficial que se ha pasado la vida en el mar.

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