martes, 1 de abril de 2014

Un americano en París (1951)


Al hablar de Un americano en París (An American in Paris, 1951) resulta inevitable no hacer alusión a Arthur Freed, su productor, Vincente Minnelli, su realizador, Gene Kelly, su protagonista, coreógrafo y supuesto director de algunas escenas que, por asuntos personales, Minnelli no pudo rodar, y Alan Jay Lerner, como guionista en sus inicios cinematográficos, posteriormente Lerner sería el artífice de My Fair Lady (George Cukor, 1964) o Camelot (Joshua Logan, 1967). Estos cuatro nombres propios de la historia del musical juntaron sus talentos para dar forman a esta obra cumbre del género. cuya materialización inicialmente pasaba por que Freed, responsable de la sección musical de la MGM y productor de Minnelli en Una cabaña en el cieloCita en San Luis, El pirata o Brigadoon, convenciese a su amigo el letrista Ira Gershwin para que, a cambio de unos ciento cincuenta mil dólares, cediese los derechos de la pieza musical compuesta por su hermano George en 1928. Tras alcanzar el acuerdo económico, a Minnelli y a Freed les tocó perfilar el reparto, y entre los actores que podrían dar vida al protagonista solo cabía la posibilidad de que fuese un gran bailarín, lo que redujo la lista de posibles candidatos a Fred Astaire y Gene Kelly, aunque este último fue el más adecuado para las intenciones del productor y del director al poseer mayor destreza como bailarín de ballet. Mientras se iba perfilando el elenco también se habló de contar con Maurice ChavalierCyd Charisse, pero por uno u otro motivo fueron Georges GuetaryLeslie Caron, por aquel entonces una desconocida, quienes finalmente asumieron los papeles de Henri y Lise.

Un americano en París semeja extraída del sueño pictórico de su protagonista, no en vano, Jerry (Gene Kelly) es un joven pintor instalado en un París impresionista donde aguarda a que su obra se impregne del arte que mana de la ciudad. Sin embargo no consigue colocar ninguno de sus cuadros, como tampoco su amigo Alan Cook (Oscar Levant) logra ofrecer el concierto con el que sueña en su reducido cuarto parisino. No obstante, la suerte de Jerry parece cambiar cuando Milo Roberts (Nina Foch), una mecenas del arte, se cruza en su camino y alaba su obra; aunque en realidad a esta mujer le interesa más el atractivo físico del artista que aquel que observa en las pinturas que le compra. Sin sospechar las intenciones de la millonaria, el pintor acepta acompañarla a su hotel y posteriormente al local donde se enamora de Lise (Leslie Caron), que resulta ser la misma chica con quien Henri (Georges Guetary), el amigo de Alan, piensa casarse. Este sencillo argumento se convirtió en el mejor musical rodado en la MGM gracias al colorido de la fotografía de Alfred Gilks y John Alton, a la dirección artística de Preston Ames y Cedric Gibbons, a las coreografías de Kelly y a la puesta en escena de Minnelli, en la que se combina la comedia, el romance, la ilusión y los sueños que habitan en un París imaginario, musicalizado por la partitura de Georges Gershwin, que alcanza su apogeo con un ballet cercano a los dieciocho minutos de duración y a los quinientos mil dólares de presupuesto, algo hasta entonces nunca visto en la gran pantalla.

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