domingo, 9 de octubre de 2011

Aparajito (el invencible) (1957)


Siguiendo la historia donde la había dejado, Satyajit Ray contó la evolución vital de Apu, quien con diez años experimentó una nueva pérdida, la de su padre, viéndose obligado a trabajar para poder mal vivir, ayudando a su madre, en una ciudad que le ofrecería la oportunidad de asistir a la escuela. En el centro, el pequeño Apu (Pinaki Sengupta) destacó desde el primer momento, circunstancia que no pasó desapercibida para sus maestros, quienes vieron en él a un estudiante con grandes posibilidades. Para Apu el aprendizaje lo es todo, devora libros y experimenta todo cuanto lee, hasta que llega el momento de tomar una decisión que cambiará su vida. Aparajito (el invencible) sería la imagen de ese pequeño, que se ha convertido en adolescente y que desea ingresar en una escuela de Calcuta, donde podrá continuar, gracias a una beca, con sus estudios, aquellos en los que basa todas sus esperanzas, pero que por desgracia le alejará de su madre (Karuna Bannerje). La decisión del Apu adolescente (Smaran Ghosal) choca con los deseos de una madre que se asusta ante la idea de una nueva pérdida y la soledad que ésta significa; el miedo, y un posible egoísmo, le lleva a enfrentarse con su hijo, negando la posibilidad que tanto desea Apu, pero que finalmente debe asumir porque el muchacho ha tomado su propia decisión, una elección que le conduce a la gran ciudad y a la separación familiar. Allí, además de estudiar, tendrá que trabajar para poder pagar su estancia, desdoblando sus esfuerzos y careciendo de tiempo para nada más. Aparajito (el invencible) se presenta desde una perspectiva realista, que sigue la evolución de Apu desde un punto de vista vital y emocional. Para él no hay nada más importante que los estudios, por ese motivo la relación con su madre se produce mediante cartas o visitas esporádicas, cuando puede ausentarse de Calcuta. Sarbojaya se encuentra en la más absoluta de las soledades, pero no es capaz de confesar su dolor y vacío a un hijo que ha medio desparecido de su vida y que desea que regrese a su lado, pues esa soledad está haciendo mella en su salud. Apu pasa esa situación por alto, no de un modo consciente, pero sí evidente, porque ha puesto sus deseos por encima de cualquier otra cosa, sin embargo, continúa siendo ese joven de buen corazón, entregado a todo cuanto hace, que le provoca un enfrentamiento interno, pues no se olvida de su madre, pero el momento de tomar una decisión ha llegado, y sabe que su camino no es seguir un oficio familiar que ni le llena ni le proporciona los conocimientos que anhela.

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