martes, 18 de septiembre de 2012

Robin Hood (1922)

Los personajes históricos y aquellos que habitan en las leyendas son, desde los albores del cine, una constante fuente de inspiración para guionistas y escritores, ya sea el caso de personajes reales, a quienes se mitifica, o personajes cuyos orígenes se encuentran en el folklore medieval, como sería el caso de Robin Hood, héroe legendario que ha sido llevado al cine en más de sesenta ocasiones. Entre las mejores producciones protagonizadas por el bandido de Sherwood se encuentra la versión muda dirigida por Allan Dwan e interpretada por la estrella del cine mudo Douglas Fairbanks, actor que inicialmente no deseaba participar en la producción, pero que finalmente atendió a las razones de un director que le aseguró de que el personaje le permitiría realizar aquello que el público esperaba de las películas en las que participaba: piruetas, equilibrismos, diversión y acción. Desde el momento que Fairbanks aceptó participar puso todo su empeño para sacar adelante el proyecto (él mismo escribió la historia), lo mismo que Allan Dwan, volcado en la que sería su película más ambiciosa, la producción más cara hasta la fecha de su rodaje, con un presupuesto de un millón cuatrocientos mil dólares. Con dicha inversión el film tenía que ser espectacular, asombrar al público y marcar un precedente en el género de aventuras, para ello se construyeron los decorados más grandes que se habían hecho hasta entonces, destacando el gigantesco castillo del rey Ricardo Corazón de León (Wallace Beery) donde se desarrolla parte de la acción, que se inicia antes de la partida del rey a Tierra Santa. Allan Dwan dividió su Robin Hood en un antes y un después del nacimiento del mito; inicialmente Robin Hood no existe, tampoco su idea de ser, ya que el noble llamado Earl de Huntingdon (Douglas Fairbanks), caballero fiel y amigo del monarca, no sabe qué le depara el futuro, pero sí su presente, durante el cual se gana la enemistad de Guy de Guisbourne (Paul Dickey) y del príncipe Juan (Sam De Grasse). Earl vence al primero en el torneo que se celebra en el castillo, donde poco después amonesta al segundo por su descortés comportamiento hacia lady Marian (Enid Bennett), de quien el héroe se enamora sin remedio. La segunda parte se inicia después de que Little John (Alan Hale, volvería a interpretar al mismo personaje en la versión de Michael Curtiz, muy diferente a ésta) entregue a su señor la carta que le informa del abuso al que el príncipe Juan somete al pueblo inglés, información que provoca que Earl se presente ante su monarca e intente convencerlo para que le deje partir. Ante la negativa de Ricardo (piensa que su amigo desea regresar por motivos de faldas), Earl asume, por su cuenta y riesgo, la decisión de regresar sin el consentimiento real, pero cae herido por una flecha lanzada por el traicionero Guisbourne. Apresado y encerrado, a la espera de la justicia del rey, logra escapar con la ayuda de su fiel Little John, con quien regresa a Inglaterra donde se convierte en el famoso proscrito de Sherwood. Esta segunda parte sería más del gusto de Fairbanks, más alegre al cobrar mayor protagonismo la acción, que descubre a un el bandido que corretea a sus anchas por el castillo o por el bosque, al tiempo que molesta al sheriff de Notthingham (William Lowery) y se reencuentra con su amada. Como consecuencia de los numerosos gastos de rodaje, los responsables del film se vieron obligados a estrenar una primera versión de bajo coste, táctica empleada para recaudar el capital necesario con el que hacer frente a los costes de versión definitiva, la cual reafirmaría a Douglas Fairbanks como la mayor estrella del cine de aventuras de aquella época.

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