miércoles, 12 de septiembre de 2012

Gente en domingo (Los hombres del domingo) (1929)



Parece el inicio de un chiste, ¿pero qué tenían en común un joven oriundo de una región polaco-ukraniana llamada Galicja, un vienés, dos hermanos nacidos en Dresde y un muchacho procedente de la actual República Checa? Común a todos ellos fue 
su nacimiento en territorios pertenecientes a Imperios centroeuropeos —el austrohúngaro y el alemán— que vieron su fin tras la Gran Guerra, su origen judío y su posterior asentamiento en los Estados Unidos, donde desarrollarían la mayor parte de sus carreras artísticas. A estas coincidencias habría que sumarle una cuarta, su encuentro en el Berlín anterior al triunfo del nacionalsocialismo, y una quinta: habían llegado a la capital alemana en busca de un porvenir, algunos sin pensar que lo encontrarían en el cine. La sexta coincidencia fue el joven medio de expresión que los unió en un experimento cinematográfico común, del cual, en la actualidad, se ha recuperado prácticamente su metraje original. Muchas películas rodadas durante el periodo mudo se perdieron para siempre; otras, parte de ellas y, a pesar de los esfuerzos de filmotecas, museos y fundaciones, que intentan recuperar y restaurar parte de ese legado artístico, a menudo resulta imposible encontrar rollos con las películas íntegras, tal como fueron concebidas por sus autores. En ocasiones afortunadas se recuperan gracias a colecciones privadas, aunque este no fue el caso de Gente en domingo (Menschen am Sonntag, 1929), que fue estrenada con una longitud de dos mil catorce metros de película, de los que se han podido recuperar mil ochocientos treinta y nueve; pero esta es una cuestión para conservadores e historiadores cinematográficos.


Más sencillo resulta hablar de los jóvenes encargados de filmar este experimento que mezcla documental urbano —si prefieren, llámenlo sinfonía—, con la ficción de cinco personas (actores y actrices por un día, como señalan los intertítulos) que disfrutan de su día de descanso en el Berlín de 1929. Aquellos jóvenes emprendedores, que se convertirían poco después en reputados directores, también tuvieron en común la salida de su país natal, bien por su deseo de aprender cine en Estados Unidos o bien por el ascenso al poder del partido nazi. Billy Wilder
 fue el encargado de escribir el guion, que se basó en un reportaje de Kurt Siodmak (posteriormente cambiaría la K por la C), que dirigieron los primerizos Robert Siodmak (hermano de Curt) y Edgar G. Ulmer, que había participado como ayudante y diseñador en Las financias del gran duque o El último, ambas películas dirigidas por el gran Friedrich W. Murnau. A estos cuatro talentos se unió un quinto principiante, Fred Zinnemann, que asumió las labores de asistente de cámara, formándose un quinteto que sería candidato a ganar el anillo de una NBA cinematográfica. Rochus GlieseEugen Shüfftan (fotografía), Moritz Seder (dirección artística) también formaron parte del equipo. Gente en domingo arranca en sábado, cuando Wolf aborda a una desconocida, Christl, a quien invita a pasar el domingo con él y con su amigo Erwin, cuya esposa ha decidido dedicar su día libre a pasarlo en la cama. El domingo, los berlineses se levantan con ánimo de pasarlo bien, es su día de ocio, y pretenden disfrutarlo tras una larga semana laboral. Los parques, las calles y las playas fluviales se llenan de gente que pasea, se baña, juega o simplemente coquetea mientras disfruta de la buena temperatura reinante; pero la cámara se centra con mayor frecuencia en Wolf, Erwin, Christl y su amiga Brigitte, esta última acaba manteniendo una relación con Wolf, el ligón del grupo, sin saber que para él sólo es una diversión dominguera. Por su parte, Christl no se toma demasiado bien que su amiga se líe con el chico que la ha invitado a pasar la jornada festiva, porque a ella también le gusta, si hubiese sido de otra forma no habría aceptado la propuesta de un extraño. La jornada transcurre plácidamente, son personas normales que necesitan escapar de la rutina diaria que amenaza con regresar la mañana del lunes maldito, el día en el que todo vuelve a ser gris. igual de cansino e igual de aburrido, pero siempre queda la esperanza de un nuevo domingo, que volverá a traer la libertad de un día exclusivo para cada uno de ellos.

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