viernes, 28 de septiembre de 2012

Juegos de guerra (1983)


Durante la década de 1980 se produjo el boom del héroe adolescente que se enfrentaba como protagonista absoluto a aventuras de diversa índole; de ese modo se pudo ver a un niño ayudando a un E.T. a regresar a casa, a Los Goonies buscando un tesoro escondido, al joven Sherlock Holmes investigando El secreto de la pirámide o a Marty McFly intentando su Regreso al futuro, aunque hubo otros muchos, como aquel muchacho enclenque que daba y pulía cera sin saber muy bien para qué le serviría tanto esfuerzo. Juegos de guerra (WarGames, 1983) fue una de aquellas exitosas producciones juveniles que llenaron las salas de adolescentes, que acudían en tropel con ganas de pasar un buen rato, disfrutando con la aventura de un joven de diecisiete años que, sin saber cómo, se ve envuelto en un lío que él mismo provoca a raíz de su desmesurada afición a la informática (sobre todo a los juegos de estrategia bélica). David (Matthew Broderick) prefiere una partida al Hybrid Fighter que la compañía de chicos y chicas de su edad, por eso no extraña a nadie que sienta la necesidad de ser el primero en disfrutar de un nuevo juego de ordenador que, en breve, será lanzado al mercado. Como no puede esperar a su comercialización decide introducirse, utilizando la línea telefónica, en la computadora de la empresa que ha desarrollado el software, contactando por casualidad con el ordenador central del sistema de defensa, encargado del lanzamiento de misiles nucleares. La trama principal nada tiene que ver con la tensión que se observa en Punto límte (Fail-Safe, 1964) o con la sátira adulta de ¿Teléfono Rojo?, volamos hacia Moscú (Dr.Strangelove, or How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, 1964), magníficas películas que pusieron de manifiesto los peligros inherentes a La Guerra Fría que se produjo durante más de cuarenta años (1946-1991); sin embargo, Juegos de guerra (WarGames) es un film juvenil y como tal presenta una aventura adolescente, durante la cual el protagonista debe mostrar su pericia para salvar al mundo de la amenaza que se genera como consecuencia de sus ansías por jugar una partida con un sistema que aprende de sus errores, y que solo piensa en vencer. Juegos de guerra (WarGames) apenas aborda las cuestiones que sí aparecen el los films de Sidney Lumet y de Stanley Kubrick, pero eso sería pedirle demasiado ya que fue concebida para entretener a un púbico adolescente que se vería identificado con David y Jennifer (Ally Sheedy), y que no profundizaría (algo por otra parte normal) en un hipotético conflicto nuclear entre soviéticos y estadounidenses. Lo que realmente prima en el film de John Badham, a parte de diálogos simplones y personajes planos, es la acción que se desata tras el contacto entre David y la máquina, y que provoca el enfrentamiento entre los dos adolescente protagonistas y los adultos responsables del proyecto, quienes semejan menos capaces que la pareja responsable del conflicto que se produce. ¿Quién ganaría en una hipotética destrucción a escala mundial? Joshua (así llama David al sistema informático) aprende deprisa, no se detiene y continúa buscando soluciones para vencer en el juego, pero descubre la respuesta a la pregunta anterior: nadie gana en una guerra que lo destruiría todo, esa es su conclusión (y la de cualquiera con dos dedos de frente). Pero en ocasiones la situación se escapa al control, como descubre David cuando en su inocencia empieza a sospechar que el juego es real, si no ¿por qué iba a ser arrestado, acusado de traidor a su patria, y obligado a darse a la fuga para intentar encontrar una solución que ponga fin al lío en el que se ha metido?

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