domingo, 4 de marzo de 2012

Gertrud (1964)


La frialdad y vacío que transmiten los planos secuencia en los que se encuadran los personajes podría ser los mismos que habitan en el interior de Gertrud (Nina Pens Rode), una mujer que no encuentra en su marido, metódico y pausado, a alguien que le proporcione la pasión que anhela. Gertud desvela que no desea continuar con un matrimonio falto de contacto y de emoción. Gustav (Bendt Rothe) la escucha mientras intenta convencerla de que todo marcha como debe ser; afirma que la ama, pero tras oírla parece que dedica más tiempo a su trabajo y a sus aficiones que a su esposa. En realidad, Gustav no la ama, al menos no como ella necesita ser amada, porque parece confundir la palabra amor con la costumbre de tener a su lado a una persona que le ayude a olvidarse de su propio vacío. Gustav se autoengaña confundiendo sus sentimientos, por ese motivo su reacción busca la negación que le impida aceptar que, desde el principio, su matrimonio no fue más que una relación basada en la conformidad de dos personas que lo aceptaron sin profundizar en por qué lo hacían. Gustav prefiere creer que su esposa ha conocido a otro hombre; y no se equivoca, pues ella se ha enamorado del joven compositor Erland Jansson (Baard Owe), quien llena sus oídos con un susurro: “te amo”, una frase carente del sentimiento al que alude, como se comprueba en la fiesta en honor a Gabriel Lidman (Ebbe Rode), famoso poeta y primer amor de Gertrud. Como si se tratase de una especie de sueño, alrededor de ella se reúnen su pasado, que regresa en un último intento de recuperarla, su presente moribundo, que se aferra a una última esperanza, y su futuro incierto, que no será más que la confirmación de sus fracasos y del inexorable paso del tiempo; los tres periodos (representados por los tres hombres) confirman la compleja interioridad de una mujer consciente de su imposibilidad. El pensamiento de Gertrud gira en torno a la idea de que sólo existen dos aspectos importantes en la vida: la juventud y el amor, pero la imposibilidad de retenerlos se descubre en cada uno de los planos que comparte con los hombres que la pretenden (o rechazan), descubriendo que esa juventud se ha consumido dejando tras de sí la certeza del inexorable paso del tiempo y del nacimiento de una incomunicación que la condena a esa soledad siempre presente. Así pues, la desilusión que Gertrud ha reconocido en su imagen le confirma que las cosas nunca ocurren como uno se imagina, pues ella rechaza a quienes dicen amarla y ama a quien le ha rechazado, quizá por ese motivo, también ella resulta contradictoria, pues tras su ruptura con el joven músico, se convence de alejarse de todos para vivir en soledad, pero no tarda en llamar a un viejo pretendiente, Axel (Axel Strobye), para decirle que asistirá a sus clases en París, excusa que le sirve para aferrarse a una última esperanza para resucitar un corazón vacío, que sí ha conocido el amor. Gertrud fue el último film del gran director danés Carl Theodor Dreyer, en él realizó una pausada reflexión sobre la vida y la muerte, el amor y el deseo, los aciertos y los fracasos, desde una perspectiva fría y profunda que remarca el carácter de una mujer que desea encontrar una chispa que reavive el fuego que sintió en otro momento de su vida, cuando vivía en la inocencia de su primer amor; pero los planos ofrecen a una mujer condenada a una soledad de la que desea huir, pero que no se desaparece aunque se encuentre acompañada, porque también sus acompañantes se encontrarían dominados por la imposibilidad de amar y de comunicar sus sentimientos.

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