miércoles, 22 de marzo de 2017

La hora de los hornos (1968)



<<Al comenzar esta carta me pregunto: ¿cómo hacer para contarles a quienes nacieron en la fabulosa década del 60 lo que fueron esos años épicos y violentos, liberadores y represivos y llenos de rupturas, sueños y utopías? ¿Cómo poder transmitirles lo que significó para nosotros esa época en que teníamos menos de treinta años y desafiando miedos y prohibiciones nos lanzamos a la más hermosa y difícil de nuestras "aventuras" como fue concebir y realizar LA HORA DE LOS HORNOS...?...¿Cómo narrarles la violencia institucionalizada y el desánimo imperante luego de más de una década de dictaduras o de gobiernos surgidos sobre la proscripción de las mayorías nacionales?...>>, se pregunta Fernando Ezequiel Solanas al inicio de la carta de presentación que escribió con motivo del reestreno en 1989 de su famoso ensayo cinematográfico.


Violencia, utopía y ruptura forman parte de la intención ofrecida por los autores de este film-acto, ajeno a cualquier tipo de cine realizado hasta entonces en latinoamérica, una película que implicó más de dos años de exhaustivas investigaciones, entrevistas y búsqueda de material de archivo, superando de largo las cien horas de metraje filmado, lo que deparó diversos montajes hasta encontrar su forma definitiva. Producida por el grupo Cine Liberación formado por Solanas, Octavio Getino y Gerardo Vallejo, La hora de los hornos se divide en tres partes —"Neocolonialismo y violencia", "Acto para la liberación" y "Violencia y liberación"— durante las cuales se hace un llamamiento a la acción sin esconder la postura de sus autores, quienes tampoco dudaron a la hora de señalar a los responsables de la precaria situación general latinoamericana y la particular argentina. Como consecuencia, la película se aleja del documental testimonial para erigirse en un discurso que busca agitar conciencias, exponiendo causas y consecuencias desde su perspectiva combativa, también maniquea, que al tiempo que explica exige la implicación del público a quien insta a abandonar la pasividad y posicionarse ante los hechos expuestos desde la parcialidad. Esta no resta cuando se trata de considerar a La hora de los hornos desde una perspectiva histórica y documentalista, puesto que se trata de un documento cinematográfico clave para comprender aspectos de su época, de su pasado y de cómo este afecta al hoy y al mañana. En las antípodas del cine comercial y del cine de autor, el manifiesto antiimperialista y peronista de Solanas y Getino, que dio pie al llamado "tercer cine", se inicia con la introducción histórica que explica como tras la independencia americana de la corona española se produjo una nueva dependencia, generada por los intereses económicos y comerciales de distintas potencias extranjeras —neocolonialismo— y de los grandes terratenientes e industriales que dieron forma a una oligarquía autóctona que, amparada por políticos y ejército, se protegió a sí misma agudizando las diferencias socio-económicas que la película muestra en su primera tercio. La segunda parte de La hora de los hornos continúa su recorrido mostrando el auge del peronismo, su decenio en el poder y su posterior caída en la clandestinidad, dando comienzo a la década violenta y a la lucha en las sombras que perseguía el regreso de Perón. Su tercera parte se centra en hechos concretos como los fusilamientos de la Patagonia en 1920 —expuestos por Héctor Olivera en La Patagonia rebelde (1974)— y la masacre de 1956 a la que alude el superviviente Julio Trexler, quien no tardaría en protagonizarse a sí mismo en Operación Masacre (Julio Cedrón, 1970-1972), que detalla la ejecución de varios peronistas entre quienes se contaba Trexler. Inicialmente, debido a su evidente carga política y a su llamamiento revolucionario, La hora de los hornos fue montada en Roma y posteriormente proyectada en círculos clandestinos, aunque su primera parte sería exhibida en el International Film Festival Mannheim-Heidelberg (IFFMH), en el Festival de Mérida (Venezuela) y en el Festival de Pésaro, obteniendo distintos premios, la reacción positiva de la crítica y un puesto de privilegio en la historia del cine argentino.

2 comentarios:

  1. Qué necesario descubrir el cine latinoamericano en España, esa ex metrópolí altiva que se cree imperio en sus banderas y desprecia a quienes colonizó...

    ResponderEliminar
  2. Hombre, digo yo que habéis tenido tiempo de recuperaros, no? ¡Dejad de miraros el ombligo y empezad a arreglar vuestros propios problemas! ¿O también queréis que os los arregle ahora papá (USA)?

    ResponderEliminar