domingo, 17 de diciembre de 2017

La conquista de un reino (1947)


Seis años y varios proyectos frustrados después de su llegada a Estados Unidos, entre ellos Vendetta (Mel Ferrer, 1950), Max Ophüls u Opuls, como aparece acreditado en sus largometrajes estadounidenses, pudo dirigir su primer film en Hollywood. Producida por Douglas Fairbanks, Jr., La conquista de un reino (The Exile, 1947) presenta dos caras, aquella que encajaría mejor con el tono aventurero de Fairbanks hijo (y de Fairbanks padre) y la más próxima al cineasta centroeuropeo, que se desarrolla en la parte central del largometraje para alejarse del cine de capa y espada que domina al inicio y en el tramo final. La presentación del héroe nos muestra a un monarca sin corona, alegre y mujeriego, que vive en la pobreza y en el exilio. Charles Stuart deambula por un mercado holandés mientras los "cabezas redondas" lo buscan para darle muerte. Esta circunstancia queda relegada a un plano secundario hasta que se produzca su enfrentamiento con el coronel Ingram (Henry Daniell). A la espera de que esto ocurra prevalece la relación de Charles con Katie (Paule Croset), la joven a quien conoce en el mercado y a quien poco después le pide cobijo en su granja. Allí trabaja la tierra, sirve las mesas del albergue y se le observa feliz, porque se ha enamorado, lo cual provoca el olvido de las responsabilidades monárquicas y del peligro que llega desde Inglaterra. En este paréntesis rural del exiliado en la granja de Katie (Paule Croset) prevalece la mirada ophulsiana. Su cámara parece liberarse para alargar los planos que siguen la evolución de los personajes, de igual modo se desarrolla la relación de un amor imposible, debido al distanciamiento social que separa a un monarca sin corona y a una granjera que lo acepta en sus tierras ignorando su identidad. Pero, como película protagonizada, escrita y producida por Fairbanks, Jr.La conquista de un reino es un film de aventuras de capa y espada, por momentos desenfadado, con sus duelos, sus números acrobáticos (herencia de los films de Fairbanks padre) y su inevitable romance, aunque este no contemple el típico final feliz hollywoodiense, sino uno más cercano a la ensoñación del amor que frecuenta el cine de Ophüls, lo cual confirma el intento del cineasta por encontrar su lugar dentro de la industria cinematográfica hollywoodiense, equilibrando sus intereses creativos con los del cine realizado en Hollywood.

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