jueves, 29 de septiembre de 2016
Botón de ancla (1947)
domingo, 25 de septiembre de 2016
A hierro muere (1961)
Aunque las mejores películas de Manuel Mur Oti se decantan por el melodrama, la mixtura genérica es constante, de ahí que asuman características de westerns (Orgullo o Duelo en la cañada), de tragedia clásica (Fedra) o de cine negro (A hierro muere), pero todas tienen en común el protagonismo de una mujer o, en el caso de El batallón de las sombras (1956), de varias. A todas ellas se las descubre atrapadas en su presente, ya sea debido a la tradición heredada, como sucede con la protagonista de Orgullo (1955), a su supeditación a la sociedad patriarcal, Aurelia en Condenados (1953), o a la necesidad de crear y de creer en la mentira que posibilita la ilusión a la que se aferran Emilia en Cielo negro (1951) o la ex-convicta de A hierro muere (1961). La mayoría están condenadas a no ver cumplidos sus deseos, pero no por ello se rinden, al contrario, asumen su situación y, salvo la cantante de Duelo en la cañada (1959), pasan de ser víctimas pasivas a agentes activos en constante lucha. En este sentido, Elisa (Olga Zubarry), la protagonista de este oscuro drama criminal hispano-argentino, que adapta la novela del cineasta y guionista Luis Saslavsky A sangre fría (de su argumento para la película homónima dirigida por Daniel Tinayre en 1947), es uno de los ejemplos más claros. Su pasado, no visto en la pantalla, anuncia la fatalidad que rige su destino, una fatalidad que se instala definitivamente en su presente tras dejarse embaucar por la promesa matrimonial de Fernando (Alberto de Mendoza), quien la convence para que le ayude a asesinar a su tía millonaria. Desde el instante en el que Elisa se deja engañar, primero sin ser consciente y posteriormente porque desea hacer reales las palabras del vividor, A hierro muere se oscurece para que sean las ambiciones y la traición las que conduzcan a la pareja protagonista hacia el crimen y hacia su destrucción mutua. La secuencia de apertura se desarrolla en el presidio donde Elisa ha estado encerrada durante cinco años, cumpliendo condena por ser cómplice del delito perpetrado por su antiguo amante. Este hecho pone de manifiesto su ingenuidad respecto al sexo masculino, la cual se hará visible poco después de que abandone el correccional e inicie su labor de enfermera, cuidando a una acaudalada cantante de ópera retirada que padece del corazón. En la casa de doña Sabina (Eugenia Zúffoli) descubre al sobrino de la anciana, el futuro responsable de que se adentre en la criminalidad nacida de las ambiciones de ambos, pero también de la idea obsesiva que la empuja a hacer cuanto hace, pues las palabras de Fernando se afianzan en su pensamiento hasta nublar cualquier otra posibilidad. Primero la adula, después la conquista y, consciente del éxito de su estrategia, le promete que se casará con ella en cuanto le ayude a matar a su tía, porque solo así podría ofrecerle una vida de lujo y de comodidades que a ella poco le interesa. Sin embargo el vividor tiene otros planes y otra amante, así se descubre en su apartamento, cuando, ante la visita de la enfermera, esconde los retratos de Luisa (Katia Loritz), la cantante con quien mantiene una relación que no piensa dejar. Elisa ignora la existencia de la otra mujer, tampoco le importaría ya que solo contempla su futuro, sin pensar en el delito ni en ser la marioneta de alguien que únicamente la necesita para enriquecerse. Desde esta perspectiva, A hierro muere presenta una situación similar a la expuesta por Billy Wilder en Perdición (1944), aunque, donde allí la mujer era la manipuladora, en la película de Mur Oti se invierten los roles, de modo que la figura femenina pasa a ser la víctima de la seducción de un hombre sin escrúpulos que la emplea para obtener aquello que necesita para continuar su vida de crápula. Ella conoce el precio de su objetivo, por ello no es inocente y siempre es consciente del alcance de sus actos. Ambos actúan cegados por ambición, la de ella sentimental, no busca dinero sino la confirmación de la promesa matrimonial, y la de él no contempla más que la existencia acomodada que le proporcionaría la herencia de su tía, a quien planean asesinar con una medicina que la enfermera debe suministrarle en la leche. Sin embargo todo se tuerce cuando el doctor Alonso (Manuel Dicenta) se presenta sin previo aviso y descubre que el vaso de leche, menos luminoso y más real que el empleado por Alfred Hitchcock en Sospecha (194), contiene una sustancia que no reconoce, lo cual le lleva a compartir sus sospechas con Fernando, sin ser consciente de que está firmando su sentencia. La muerte del médico entorpece los planes de la pareja, aún así continúan en libertad pero sin ver cumplidos sus sueños. A partir de la intervención policial, el film se centra en el enfrentamiento entre los dos miembros de la pareja, que empiezan a distanciarse y a desconfiar el uno del otro como consecuencia de las informaciones que van obteniendo a través del inspector Muñoz (Luis Prendes). El juego del policía está claro, quiere enfrentarlos para que cometan el error que pruebe su culpabilidad, pero lo único que logra con ello es que Elisa, desesperada ante la comprensión de haber sido utilizada por alguien que no la ama, asesine a la anciana para atrapar a Fernando, quien, a su vez, intenta engañar a la policía para que sospeche de ella y del antiguo chófer (Luis Peña) del doctor asesinado, lo cual pasa por la delación de su pasado a la anciana, el despido de la enfermera y el viaje en tren que cierra con brillantez esta excelente incursión de Mur Oti en el cine negro.
jueves, 22 de septiembre de 2016
El expreso de Andalucía (1956)
martes, 20 de septiembre de 2016
Los amantes crucificados (1954)
Escrita por Yoshikata Yoda, su guionista habitual desde Elegía de Naniwa (Naniwa ereji, 1936), en Los amantes crucificados (Chikamatsu monogatari, 1954) el maestro japonés adaptó una pieza teatral de Monzaemon Chikamatsu —prestigioso dramaturgo de la era Genroku, finales del siglo XVII inicios del XVIII—, que le permitió enfrentar a sus protagonistas a la hipocresía, al egoísmo y a los estamentos que relegan a la mujer y a la clase trabajadora a un papel sumiso, sometidos a normas que impiden su liberación y, por ende, niegan su realización personal. La situación femenina en el periodo Edo en el que se ambienta el film se hace patente en una de las primeras escenas, cuando varios personajes observan a una pareja de adúlteros a quienes conducen a cumplir sentencia. En ese instante las mujeres muestran su desacuerdo con el castigo a la infidelidad femenina, ya que, al contrario que la masculina, aquella conlleva la crucifixión de los amantes. El cumplimiento del castigo, impuesto durante el shogunato Tokugawa, presagia otro adulterio, no consumado en un principio, que se gesta a partir de las confusiones y la mezquindad reinante en la casa de Ishun (Eitarô Shindô), donde la pareja protagonista es descubierta en la misma alcoba, hecho que se interpreta como la infidelidad que marca su fatalidad, pero también su posterior liberación existencial.
La poética de Mizoguchi domina a lo largo de su cruda exposición del devenir de Mohei (Kazuo Hasegawa), también sometido por su condición de empleado, y Osan (Kyôko Kagawa), a quien se conoce ya convertida en la esposa de Ishun. Poco después, en una escena entre su madre y su hermano, se sabe que la joven fue entregada por su familia al avaro y grotesco comerciante por cuestiones económicas. De tal manera se confirma que se trata de una relación marital sin amor, sin igualdad y sin deseo, ya que el marido asume un rol de superioridad que, en su aceptación social, legitima su acoso a Otama (Yôko Minamida), una de sus sirvientas, a quien promete todas las comodidades a cambio de sus favores. Sin embargo, ese mismo hombre, que presume de generosidad con aquella a quien pretende convertir en amante, rechaza prestar cualquier tipo de ayuda económica a sus familiares, el dinero es su único amor, u obliga a Mohei a trabajar a pesar de su convalecencia. Temerosa de la reacción de aquel a quien se debe por tradición, Osan acude al empleado para obtener las cinco monedas de plata que su hermano necesita para saldar una deuda. Ante la petición de su señora, de quien está enamorado en secreto, el siervo intenta sustraer de la imprenta la cantidad que piensa devolver lo antes posible, pero con la mala fortuna de que su compañero Sukeemon (Eitarô Ozawa) lo descubre y, a cambio de su silencio, le exige dos monedas, algo a lo que el fiel trabajador se niega. Durante los primeros minutos de Los amantes crucificados se expone la falsedad y el egoísmo de un entorno donde Ishun, amo y señor, asume su condición y no duda en hablar de su honor mancillado cuando cree que su mujer lo engaña con aquel a quien castiga por haber intentado robarle. Pero el ayudante logra escapar con la intención de regresar con el dinero, aunque esto cambia cuando Osan, ante la hipocresía de su marido, decide compartir su viaje y también el destino que les proporciona la liberación que nunca habían conocido. Sin embargo los hechos que se suceden a lo largo de la película confirman la imposibilidad terrenal de un amor que se hace real a las puertas del suicidio, mientras los todavía no amantes se preparan para arrojarse al lago, intención que no llega a materializarse porque en ese instante Mohei desvela sus sentimientos, y su confesión los convence para transitar unidos por los caminos donde el rechazo de la sociedad se visible. A este respecto queda claro el rechazo social en la escena en la que ambos deciden ocultarse en la casa del padre de Mohei, y aquel dice <<no te conozco. Mi hijo era un empleado fiel y obediente>>. La negación, que implica un orden inalterable (amo-siervo, padre-hijo, marido-esposa), se produce antes de que el anciano lo denuncie a la justicia que los persigue por el hurto denunciado por Ishun. Temeroso de su futuro, el comerciante solo ha informado del robo, ya que, como se observa en las escenas que se alejan de la pareja, intenta ocultar la infidelidad marital no por la suerte que pueda correr su esposa, sino porque puede provocar su caída en desgracia en la corte, el cierre de su floreciente imprenta y el fin de las posibilidades de recibir el título de samurái que lo aleje de su condición plebeya.
jueves, 15 de septiembre de 2016
Ava Gardner. Magnetismo innato
Lejos del supuesto glamour que muestran a su paso por los distintos festivales, durante las promociones o en los estrenos de las películas que protagonizan, los actores y las actrices viven una realidad distinta a la que se vende de puertas afuera, realidad que se confunde con la brillante imagen que empezó a ser potenciada en el Hollywood del sistema de estudios. Este brillo ficticio, evidenciado en films como Espejismos (Show People, King Vidor 1928) o Ha nacido una estrella (A Star is Born; George Cukor, 1954), surgió de la estrategia comercial de los responsables de las grandes compañías, que, en su afán de generar un reclamo que llenase las salas y que asegurase mayores beneficios económicos a sus producciones, crearon el conocido Star-system. Dicho sistema, el de estudios, en vigencia hasta bien entrada la década de 1950, estaba compuesto de hombres y mujeres de carne y hueso que alcanzaron en el imaginario popular un esplendor pocas veces igualado en su vida cotidiana. Ni eran perfectos ni aspiraban a serlo, más allá de los papeles que interpretaron, y su imagen pública (nombre, gustos, aficiones o apariencia física), preparada de ante mano por los agentes de prensa o por los publicistas contratados por las empresas, en ocasiones resultaba una interpretación más dura que la asumida durante los rodajes. Pero en el caso de Ava Lavinia Gardner, uno de sus personajes, María, aunque inspirada en la también actriz Rita Hayworth, sí guardaba paralelismos con su yo real. Su papel en La condesa descalza es el de una mujer de estrato social humilde que alcanza el estrellato en un Hollywood donde reina la hipocresía y, al igual que María, Ava Gardner se convirtió en estrella cinematográfica gracias a su belleza y a las campañas publicitarias, una de las cuales llegó a definirla como "el animal más bello del mundo". La famosa frase, al parecer ideada por alguien que dedicó sus esfuerzos al estudio comparativo de todos los especímenes del reino animal, aparte de lo obvio, poco dice de esta mujer nacida en un pueblo de Carolina del Norte y, de nuevo coincidiendo con su personaje en el film de Joseph L.Mankiewicz, en el seno de una familia de escasos recursos económicos. Como la de cualquier otro individuo, su naturaleza no estaría definida por su aspecto, sino por sus actos, anhelos, necesidades, temores o, en su caso, también por la búsqueda de independencia y privacidad, dos imposibles dentro de un entorno donde las apariencias son principio y fin. En este aspecto sí se podría decir que la fama tuvo un coste elevado, que empezó a pagar cuando se trasladó a Los Ángeles para realizar las pruebas cinematográficas que le brindaron su contrato con la MGM. Sin embargo, los siete años que estuvo en la plantilla de la major se desaprovecharon en pequeños papeles, la mayoría sin acreditar, y solo su cesión a Universal Pictures permitió que deslumbrase con su interpretación de Kitty Collins en Forajidos, la primera de las tres películas en las que recreó un personaje salido de la pluma de su amigo Ernest Hemigway —los otros dos fueron en Fiesta y Las nieves del Kilimanjaro—, y la primera que supo aprovechar su magnetismo natural. Con Hemingway coincidió durante su periodo en España, país adonde la actriz se trasladó para conseguir esa libertad que no alcanzaba en la meca del cine, paraíso imaginario donde la vida privada se había convertido en un lucrativo negocio para diferentes medios de comunicación. El caso de Ava no fue distinto al de otros compañeros y compañeras de profesión. Ella también fue portada en numerosas ocasiones, pero más que por su faceta artística, lo fue por su vida privada y por sus relaciones sentimentales, entre ellas sus matrimonios con el actor Mickey Rooney, con el músico Artie Shaw y con Frank Sinatra, historias que solo pertenecían a los implicados, aunque muchos nunca llegaron a comprender esto, como tampoco los límites entre intimidad y vida laboral. La actriz, que nunca se consideró talentosa, y que quizá no poseyera las capacidades interpretativas de otras grandes, desbordaba magnetismo innato ante las cámaras. Convertida en mito, cansada y deseosa de independencia, cambió Hollywood por Madrid y, posteriormente, en 1968 abandonó España para asentarse en Londres, donde se apartó de la escena pública. Su debut en la pantalla se produjo en 1941, aunque, como se ha escrito arriba, no fue hasta su papel en el film de Robert Siodmak, con más de una veintena de películas en su haber, y en las que aparecía sin acreditar, cuando alcanzó el reconocimiento que la encumbró. Pero, a menudo, lo obvio o lo simple vence a lo complejo, de modo que fue etiquetada y valorada por su belleza. Sin embargo continuó a lo suyo, interpretando papeles tan destacados como el de Pandora y el holandés errante, su Eloise Kelly en Mogambo, en la que se merendaba a Clark Gable y a Grace Kelly, María en la citada La condesa descalza, acertada y pesimista reflexión sobre Hollywood, o el de Maxine Faulk en La noche de la iguana, en la que John Huston insistió en contar con ella para dar réplica a Deborah Kerr y Richard Burton, gran actor y otro acaparador de portadas de la prensa rosa, sobre todo, en su relación con Elizabeth Taylor. Ava Gardner también brilló en Cruce de destinos, Fiesta, Las nieves del Kilimanjaro, En ángel vestía de rojo o La hora final, pero, ya apartada de la escena pública, sus últimos años artísticos se vieron reducidos a apariciones secundarias en películas como El puente de Casandra o Emergencia, en series y en telefilms.
Filmografía
Fancy Answers (Basil Wrangell, 1941) (cortometraje)
Filmografía
Fancy Answers (Basil Wrangell, 1941) (cortometraje)
Strange Testament (Sammy Lee, 1941) (cortometraje)
La sombra del hombre delgado (Shadows of the Thin Man; W. S. van Dyke, 1941)
Cenizas de amor (H.M. Pulham, Esq.; King Vidor, 1941)
Chicos de Broadway (Babes on Broadway; Busby Berkely, 1941)
We Do It Because (Basil Wrangell, 1942) (cortometraje)
Joe Smith, American (Richard Thorpe, 1942)
This Time for Keeps (Charles F. Reisner, 1942)
Kid Glove Killer (Fred Zinnemann, 1942)
Sunday Punch (David Miller, 1942)
Calling Dr. Gillespie (Harold S. Bucquet, 1942)
Mighty Lak a Goat (Herbert Glazer, 1942) (cortometraje)
Reunión en Francia (Reunion in France; Jules Dassin, 1942)
Hitler's Madman (Douglas Sirk, 1943)
La casa encantada (Ghost on the Loose; William Beaudine, 1943)
Young Ideas (Jules Dassin, 1943)
Dubarry era una dama (DuBarry Was a Lady; Roy del Ruth, 1943)
Swing Fever (Tim Whelan, 1943)
Lost Angel (Roy Rowland, 1943)
Dos chicas y un marinero (Two Girls and a Sailor; Richard Thorpe, 1944)
Three Men in White (Willis Goldbeck, 1944)
Maisie Goes to Reno (Harry Beaumont, 1944)
Blonde Fever (Richard Whorf, 1944)
Al compás del corazón (Music for Millions; Henry Kostner, 1944)
I'm a Civilian Here Myself (Harry Joe Brown, 1945) (cortometraje)
She Went to the Races (Willis Goldbeck, 1945)
Señal de parada (Whistle Stop; Léonide Moguy, 1946)
Forajidos (The Killers; Robert Siodmak, 1946)
Una vida y un amor (Singapore; John Brahm, 1947)
Mercaderes de ilusiones (The Husksters; Jack Conway, 1947)
Venus era mujer (One Touch of Venus; William A. Seiter, 1948)
Soborno (The Bribe; Robert Z. Leonard, 1949)
El gran pecador (The Great Sinner; Robert Siodmak, 1949)
Mundos opuestos (East Side, West Side; Mervyn LeRoy, 1949)
Pandora y el holandés errante (Pandora and the Flying Dutchman; Albert Lewin, 1951)
Odio y Orgullo (My Forbidden Past; Robert Stevenson, 1951)
Magnolia (Show Boat; George Sidney, 1951)
Estrella del destino (Lone Star; Vincent Sherman, 1952)
Las nieves del Kilimanjaro (The Snows of Kilimanjaro; Henry King, 1952)
Los caballeros de la tabla redonda (Knights of the Round Table; Richard Thorpe, 1953)
Una vida por otra (Ride, Vaquero; John Farrow, 1953)
Melodías de Broadway 1955 (The Band Wagon; Vincente Minnelli, 1953)
La condesa descalza (The Barefoot Comtessa; Joseph L. Mankiewicz, 1954)
Cruce de destinos (Bhowani Junction; George Cukor, 1956)
La cabaña (The Little Hut; Mark Robson, 1957)
Fiesta (The Sun Also Rise; Henry King, 1957)
La maja desnuda (The Naked Maja; Henry Koster, 1958)
La hora final (On the Beach; Stanley Kramer, 1959)
El ángel vestía de rojo (The Angel Wore Red; Nunnally Johnson, 1960)
55 días en Pekín (55 Days at Pekin; Nicholas Ray, 1963)
Siete días de mayo (Seven Days in May; John Frankenheimer, 1964)
La noche de la iguana (Night of the Iguana; John Huston, 1964)
La biblia (The Bible; John Huston, 1966)
Mayerling (Terence Young, 1968)
La viuda del diablo (The Devil's Widow; Roddy McDowall, 1970)
El juez de la horca (The Life and Times of Judge Roy Bean; John Huston, 1972)
Terremoto (Earthquake; Mark Robson, 1974)
El hombre que decidía la muerte (Permission to Kill; Cyril Frankel, 1975)
El pájaro azul (The Blue Bird; George Cukor, 1976)
El puente de Casandra (The Cassandra Crossing; George Pan Cosmatos, 1976)
La centinela (The Sentinel; Michael Winner, 1977)
Emergencia (City on Fire; Alvin Rakoff, 1979)
El secuestro del presidente (The Kidnapping of the President; George Mendeluk, 1980)
Sacerdote del amor (Priest of Love; Christopher Milies, 1981)
Regina Roma (Jean-Yves Prat, 1982)
miércoles, 14 de septiembre de 2016
George Cukor. Destellos de un cineasta elegante
The Virtuous Sin (1930)
The Royal Family of Broadway (1930)
Honor mancillado (Tarnished Lady, 1931)
Girls About Town (1931)
Hollywood al desnudo (What Price Hollywood, 1932)
Doble sacrificio (A Bill of Divorcement, 1932)
Tentación (Rockabye, 1932)
Our Betters (1932)
Cena a las ocho (Dinner at Eight, 1933)
Las cuatro hermanitas (Little Women, 1933)
David Copperfield (1933)
La gran aventura de Silvia (Sylvia Scarlett, 1935)
Romeo y Julieta (Romeo and Juliet, 1936)
Margarita Gautier (Camille, 1936)
Vivir para gozar (Holiday, 1938)
Zaza (1938)
Lo que el viento se llevó (Gone to the Wind; Victor Fleming, 1939) (sin acreditar)
Mujeres (Woman, 1939)
Susana y Dios (Susan and God, 1940)
Historias de Filadelfia (The Philadelphia Story, 1940)
Un rostro de mujer (A Woman Face, 1941)
La mujer de las dos caras (Two-Faced Woman, 1941)
Her Cardboard Lover (1942)
La llama sagrada (Keeper of the Flame, 1942)
Luz que agoniza (Gaslight, 1942)
Cita en los cielos (Winged Victory, 1942)
Doble vida (A Double Life, 1947)
Edward, mi hijo (Edward, My Son, 1948)
La costilla de Adán (Adam's Rib, 1949)
A Life of Her Own (1950)
Nacida ayer (Born Yesterday, 1950)
The Model and the Marriage Broker (1951)
Chica para matrimonio (The Marrying Kind, 1952)
La impetuosa (Pat and Mike, 1952)
La actriz (The Actress, 1953)
La rubia fenómeno (It Should Happen to You, 1954)
Ha nacido una estrella (A Star is Born, 1955)
Cruce de destinos (Bhowani Junction, 1956)
Las Girls (Les Girls, 1957)
Viento salvaje (Wild is the Wind, 1957)
El pistolero de Cheyenne (Heller in Pink Tights, 1960)
El multimillonario (Let's Make Love, 1960)
Confidencias de mujer (The Chapman Report, 1962)
My Fair Lady (1964)
Justine (1969)
Viajes con mi tía (Travels with My Aunt, 1972)
Amor sobre las ruinas (Love Among the Ruins, 1975)
El pájaro azul (The Blue Bird, 1976)
El trigo está verde (The Corn is Green, 1979)
Ricas y famosas (Rich and Famous, 1981)