viernes, 21 de octubre de 2022

Carlos Velo, un cine de raíces


Pudo ser de los más grande documentalista de su tierra, pero la Guerra Civil precipitó que Carlos Velo fuese uno de los más destacados cineastas del cine mexicano, no en cuanto a la cantidad, sino por su contribución experimental y renovadora en noticiarios, documentales y en ficciones cinematográficas como Pedro Páramo (1966); así como en sus colaboraciones con directores tan dispares como Roberto Gavaldón, Fernando de Fuentes, Benito Alazraki, Luis Buñuel, Juan José Gurrola o Juan Ibáñez. Nacido en Cartelle (provincia de Ourense) en 1909, Velo tomó contacto con la fotografía y el cine en la ciudad de Ourense, filmando películas aficionadas junto al también futuro cineasta Antonio Román. Pero esta relación juvenil no influiría a ninguno de ellos, como corroboran dos filmografías muy diferentes. El contacto serio de Velo con el cine se inicia durante su estancia en Madrid, a donde su padre le envía a cursar medicina y donde él decide estudiar biología. Allí, dirige un cineclub y, emulando a sus admirados Robert Flaherty y Joris Ivens, se inicia en el cine como documentalista en La ciudad y el campo (1934). Del periodo previo al conflicto bélico, todavía se puede disfrutar su maestría documental en films como Almadrabas (1935) y Galicia (1936), que realizó junto Fernando G. Mantilla, crítico de cine y su pareja profesional en siete cortometrajes rodados entre 1934 y 1936.



La derrota republicana en la guerra civil precipitó la salida del cineasta a un campo de refugiados francés y, posteriormente, pudo llegar a México, uno de los países de acogida de los exiliados españoles. Allí también llegaron Luis Alcoriza, José Miguel García Ascot o Luis Buñuel, con quien Velo colaboraría en Nazarín (1958) y a quien había enviado las hormigas que salen en Un perro andaluz (1929), entre otros exiliados que de algún modo contribuyeron a engrandecer una extraordinaria cinematografía como la mexicana. Velo inició su periplo mexicano con noticieros para varias productoras, actividad que desarrolló entre 1946 y 1957. En 1947, regresaba al cine documental con Un día en la radio (1947); al que siguieron otros. Al contrario de Buñuel, que no creo escuela, debido a que su cine no puede tenerla al ser exclusivo de la mente del aragonés, Velo y su labor al lado del productor Manuel Barbechano Ponce fueron fundamentales en el cine del país norteamericano. Su asociación con Barbechano se inicia en 1953, y ya desde entonces destaca por su intención de renovar el noticiario. Al igual que los de Velo, los intereses de este productor independiente le guiaban hacia la realización de films arriesgados y de calidad —entre otras, produjo El gallo de oro (1964), a Roberto Gavaldón, Nazarín (1958), a Buñuel, las obras clave de Velo o los films de Jaime Humberto Hermosillo, María de mi corazón (1979) y Doña Herlinda y su hijo (1985). Artísticamente y experimentalmente, la colaboración de Barbechano y Velo deparó un cine antropológico de calidad, nuevas posibilidades y, en el caso del productor, lanzarse a la coproducción en títulos como Los clarines del miedo (Antonio Román, 1958) y Sonatas (Juan Antonio Bardem, 1959), en las que Velo participó como consejero de producción. Producidas por Barbechano, Raíces (Benito Alazraki, 1953) —en esta película no aparece acreditado como director, solo el debutante Alazraki, aunque sí como supervisor de producción y guionista—, Torero! (1956) y Pedro Páramo (1966) son pruebas cinematográficas de la impronta del cineasta ourensano en el cine mexicano. Son tres films que van del realismo documental de los dos primeros al mágico, del tercero. Pero no se trata de una evolución sorprende o que surge espontánea, sino de la amistad y el contacto de Velo con los escritores Carlos Fuentes, García Márquez y Juan Rulfo, y que las tres películas citadas encajan en su intención de realizar un tipo de cine etnográfico, atento a las raíces y la cultura popular.




4 comentarios:

  1. Diría que vi "Torero" cuando estudiaba en la universidad y me pareció una gran película. Tengo pendiente revisar la filmografía de exiliados como Carlos Velo o Luis Alcoriza.

    Saludos.

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    1. “Torero” me gustó mucho; y “Almadrabas”, “Pedro Páramo” y “Raíces” me sorprendieron gratamente. De Alcoriza, tengo comentadas algunas películas suyas en el blog. “Mecánica nacional” me divirtió mucho y guardo buen recuerdo de “Tiburoneros” y “Tlayucan”.

      Saludos.

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  2. He oído hablar de Velo. Pero aún no vi nada suyo

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