En El bandido (Il bandito, Alberto Lattuada, 1946) aparecen dos actrices en apariencia opuesta y complementarias; dos de los grandes rostros femeninos del cine italiano de la segunda mitad de la década de 1940. Una es Anna Magnani y la otra Carla Del Poggio; la primera es la imagen visceral y la fuerza desatada; la segunda, la inocencia perdida y la cotidianidad sufrida. Ambas fueron las actrices del neorrealismo, pero mientras la primera se convertía en icono cinematográfico, la segunda decidió dejar de actuar casi al tiempo que desaparecía ese periodo que cambió el cine mundial. Jovial en sus comienzos en dos comedias de Vittorio De Sica, la actriz nacida en Nápoles, el 2 en diciembre de 1925, asumió el rol de superviviente en la miseria a la que se enfrenta en sus papeles neorrealistas. Tanto físicamente como por su temperamento en la pantalla, Magnani y Del Poggio son distintas, casi opuestas. Esa diferencia queda patente en los rostros humanos interpretados por cada una de ellas: mujeres que tienen en común que sobreviven en la precaria cotidianidad de la misma época.
A los quince años, Carla estudiaba lenguas extranjeras y danza y se dejaba ver por el Centro Experimentale de Cinematografia donde De Sica la escogió para el papel de Maddalena. De la mano del gran cineasta que llegaría a ser De Sica, ella se convirtió en la joven protagonista de Magdalena, cero en conducta (Maddalena: zero en condotta, 1940), su primera aparición en la pantalla y su primer paso hacia la actriz que se descubriría como uno de los rostros femeninos indispensables del neorrealismo italiano de posguerra. Con el responsable de Ladrón de bicicletas (Ladri di biciclette, 1948) volvería a trabajar en Recuerdo de un amor (Un garibaldino al convento, 1942), otra comedia romántica que se adaptaba al cine de su época: escapismo de la inestable realidad que no tardaría en estallar. Pero su mejor etapa coincide con la posguerra, con la eclosión del neorrealismo. Tanto en lo personal, se casaría con Alberto Lattuada, como en lo profesional, se convertiría en uno de los rostros más populares del momento gracias a sus interpretaciones en El bandido, Caza trágica (Caccia tragica, Giuseppe de Santis, 1947), Juventud perdida (Gioventu perduta, Pietro Germi, 1948), Sin piedad (Senza pietà, Alberto Lattuada, 1948), El molino del Po (Il mulino del Po, Alberto Lattuada, 1949), Luces de variedad (Luci del varietà, Alberto Lattuada y Federico Fellini, 1950) o Roma, a las 11 (Roma ora 11, Giuseppe de Santis, 1951). Después de su participación en esta última, tardaría cinco años en protagonizar su siguiente película, El vagabundo (I girovaghi, 1956), bajo la dirección del argentino Hugo Fregonese, tras la cual abandonó el cine y sus trabajos se redujeron a varias interpretaciones en producciones televisivas. Dejando el mundo del espectáculo en 1966 para dedicarse por entero a su familia.
Filmografía
1. Maddalena Lenci, Maddalena, cero en conducta (Magdalena: zero en condotta; Vittorio De Sica, 1940)
Sin duda, una de las mejores actrices que ha dado el cine italiano. De todas las películas que mencionas, la que tengo más reciente es "Luci del varietà".
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Sí que es una coincidencia “inversa”, porque “Luci del varietà” es la que tengo más lejana en la memoria. Tengo que volver a verla.
EliminarSaludos.