miércoles, 13 de septiembre de 2023

Sidney Poitier. La dignidad de rebelarse

Durante la primera mitad del siglo XX, en el cine, el actor (también la actriz) afroestadounidense estaba condenado a roles secundarios. Solía aparecer en pantalla en papeles sin apenas importancia narrativa, a menudo en empleos relacionados con el servicio doméstico o el ferroviario. Eran personajes caricaturizados hasta el extremo de mostrarlos iguales, negándoles individualidad y personalidad propia, ni desarrollada más allá de la apariencia infantil que se les otorgaba. Aparecían en pantalla como niños, inocentes, sin malicia, a veces ridiculizados o como excusa para introducir un momento que se suponía cómico. Pero la irrupción de Sidney Poitier en el cine rompió esa barrera, al dar vida a una amplia gama de personajes. Su primer papel protagonista fue el de cirujano en Un rayo de luz (No Way Out, Joseph L. Mankiewicz, 1950), su debut en un largometraje y la primera de las tres películas en las que compartió pantalla con su amigo Richard Widmark, que sería su compañero y rival en Los invasores (The Long Ships, Jack Cardiff, 1964) y en Estado de alarma (The Bedford Incident, James B. Harris, 1965). Lo logrado por Sidney Poitier entre las décadas de 1950 y 1960 fue un fenómeno nunca visto en Hollywood, ni en Estados Unidos, un afroestadounidense, nacido en Miami en 1927, convertido en objeto de deseo multiétnico y en estrella cinematográfica. Poitier conquistó las pantallas de medio mundo (y parte del resto) al tiempo que reivindicaba con su éxito y sus personajes, con sus actos y su innegable presencia, la igualdad social de la que fue abanderado.

No cabe duda, fue de los grandes mitos de la pantalla. La prueba está en algunas de las películas que protagonizó y en las que dio vida a inolvidables protagonistas, tales como ese joven cirujano de Un rayo de luz que se enfrenta al odio racial de su antagonista en un film transgresor que denunciaba el racismo en una sociedad que todavía no había logrado la igualdad prometida. Aún quedaba un largo camino y Poitier, con cada película, dignificaba y enorgullecía a la comunidad negra, a la que secularmente se le había pisoteado sus derechos. Sus luchadores y rebeldes, singulares dentro y fuera del sistema, también en la periferia, se enfrentan a situaciones que apuntan el racismo que, una y otra vez, intenta impedir la integración prometida tras la abolición de la esclavitud. Aparte de su cirujano en Un rayo de luz, fue alumno conflictivo en Semilla de maldad (The Blackboard Jungle, Richard Brooks), el psiquiatra jefe en La clave de la cuestión (Pressure Point, Hubert Cornfield, 1962), que recuerda un caso complicado que casi acaba con su carrera, el inspector Tibbs en En el calor de la noche (In the Heat of the Night, Norman Jewison, 1967) y en sus dos secuelas, el prófugo en Fugitivos (The Defiant Ones, Stanley Kramer, 1958), encadenado al también inolvidable Tony Curtis, o el profesor Thackeray en Rebelión en las aulas (To Sir, with Love, James Clavell, 1967) y en su televisiva secuela Rebelión en las aulas II (To Sir, with Love II, Peter Bogdanovich, 1996). No olvido su famoso rol en Adivina quién viene a cenar esta noche (Guess Who’s Coming to Dinner, 1966), que fue otro de sus hitos y, en la actualidad, una de sus películas más recordadas, quizá por la mítica de su trío protagonista, más que por el desarrollo del tema propuesto por Kramer y el guionista William Rose, que teatralizan la narración cinematográfica y supeditan su discurso a las estrellas que participan en el film: Spencer Tracy, Katharine Hepburn y el propio Poitier, que por entonces ya era uno de los actores más exitosos y mejor pagados de Hollywood.

Cuatro años antes de su cara a cara con Tracy y Hepburn, otras dos leyendas de la pantalla, Poitier rompió una barrera hasta entonces infranqueable: que un actor negro fuese el ganador del Oscar del premio al mejor actor protagonista del año. Él logró el galardón por su protagonismo absoluto en Los lirios del valle (Lilies of the Field, Ralph Nelson, 1963), un film esperanzador, de buenos sentimientos y también inolvidable —aunque dudo que fuese su mejor interpretación; por citar dos, no la encuentro superior a sus papeles en Fugitivos y En el calor de la noche—, en el que asume ser el ángel de una comunidad monjil necesitada de ayuda. Fueron muchos sus personajes fuera de la norma, rebeldes con causa, pero es innecesario nombrarlos todos, primero porque no todos están a la misma altura de sus mejores interpretaciones y papeles y segundo porque habría que dedicarle un libro, algo que ya se ha hecho en repetidas ocasiones. Y no es extraño, pues se trata de uno de las grandes personalidades estadounidenses de la segunda mitad del siglo XX: “hombre, actor, icono”, como apunta el subtítulo del libro de Aram Goudsouzian “Sidney Poitier. Man, actor, icon”….


Poitier y algunos de sus personajes más destacados:


1. Luther Brooks en Un rayo de luz (No Way Out, Joseph L. Mankiewicz, 1950)


2. Gregory W. Miller en Semilla de maldad (The Blackboard Jungle, Richard Brooks, 1954)


3. Tommy Tyler en Donde la ciudad termina (Edge of the City, Martin Ritt, 1957)


4. Kimani wa Karanja en Sangre sobre la tierra (Something of Value, Richard Brooks, 1957)


5. Rau-Ru en La esclava libre (Band of Angels, Raoul Walsh, 1957)


6. Noah Cullen en Fugitivos (The Defiant Ones, Stanley Kramer, 1958)


7. Porgy en Porgy y Bess (Porgy and Bess, Otto Preminger, 1959)


8. Walter Lee Younger en Un lunar en el sol (A Raisin in the Sun, Daniel Petrie, 1961)


9. El psiquiatra en La clave de la cuestión (Pressure Point, Hubert Cornfield y Stanley Kramer, 1962)

10. Homer Smith en Los lirios del valle (Lilies of the Field, Ralph Nelson, 1963)


11. Ben Munceford en Estado de alarma (The Bedford Incident, James B. Harris, 1965)


12. Gordon Ralfe en Un retazo azul (A Patch of Blue, Guy Green, 1965)


13. Mark Thackeray en Rebelión en las aulas (To Sir, with Love, James Clavell, 1967)

14. John Prentice en Adivina quién viene esta noche (Guess Who’s Coming to Dinner, Stanley Kramer, 1967)


15. Detective Virgil Tibbs en En el calor de la noche (In the Heat of the Night, Norman Jewison, 1967)


16. John Kane en Como el viento (Brother John, James Goldenstone, 1971)



2 comentarios:

  1. Que excelente ensayo sobre un actor que marco un antes y después en el cine. Sin lugar a dudas el legado que a dejado Sidney Poitier para la libertad será citado por siempre como parte de la historia de EEUU y del arte cinematográfico.

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    1. Gracias, Marcelo. Coincido; Poitier forma parte de la historia de Estados Unidos y del cine. Un personaje imprescindible.

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