sábado, 14 de diciembre de 2013

Jean-Pierre Melville, sombras y silencios en el círculo polar


Ya desde niño, Jean-Pierre Melville mostró su afición por el cine al rodar algunas películas caseras, pero no sería hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando se involucró de manera profesional en el ámbito cinematográfico, creando su propia productora, hecho que delataba su carácter independiente. Aparte de ser un excelente manipulador de sombras y silencios, a Melville, precursor de la Nouvelle Vaguele importaba más la calidad que la cantidad, de ahí que su filmografía se reduzca a tan solo catorce títulos, uno de los cuales es el cortometraje 24 horas en la vida de un clown (Vingt-quatre houres de la vie d'un clown, 1946). Tres años después de realizar dicho corto dirigió su primer largometraje, El silencio del mar (Le silence de la mer, 1949), ambientado en la Francia ocupada y centrado en tres personajes que comparten espacio, emociones contenidas y el silencio con el que se expresan muchos de los seres que habitan el universo cinematográfico del cineasta. Pero a Melville se le reconoce sobre todo por sus policíacos, género en el que desarrolló un universo propio y reconocible, que influiría en directores como Alain Corneau, Fernando di LeoJohn Woo, Quentin Tarantino, que le dedicó Reservoirg DogsJim Jarmusch y su Ghost Dog, o los miembros de la Nouvelle Vague, que a modo de homenaje contarían con él en pequeños papeles en algunas de sus películas. La personalidad cinematográfica de Melville queda reflejada desde su primer largometraje, en el que asumió las facetas de realizador, productor, guionista y editor, lo cual confirmaba su independencia y una manera propia de entender el cine como medio de expresión de emociones. La constante de participar en los guiones de sus películas se prolongaría hasta el final de su carrera, repleta de títulos inolvidables como El ejército de las sombras (L'armee des ombres,1969), una visión desmitificadora de la resistencia francesa durante la ocupación de Francia en la Segunda Guerra Mundial, o El silencio de un hombre (Le samourai, 1967), quizá su policíaco más popular y el primero en el que contó con Alain Delon, uno de los actores más representativos del cine de Melville. Su segunda película de larga duración fue el drama Los niños terribles (Les enfants terribles,1950), basada en la obra homónima del polifacético Jean Cocteau, con quien colaboro como figurante en Orfeo (Orphée, 1950). Posteriormente rodaría otros dramas: Quand tu liras cette lettre (1953), el drama criminal Dos hombres en Manhattan (Deux hommes dans Manhattan, 1959), en el que también aparece como actor, y el protagonizado por Jean-Paul Belmondo Léon Morin, sacerdote (Léon Morin prêtre, 1961), su tercer film ambientado en el periodo de guerra. Pero fue en 1955 cuando Melville se adentró por vez primera en el género al que más se le asocia. En Bob el jugador (Bob le flambeur, 1955) se observa el ambiente nocturno, en bares o locales, por donde se deja ver Robert Montagné, un antecedente del resto de delincuentes que se rigen por un código de conducta que les diferencia de los demás individuos (ladrones, confidentes, policías o asesinos) con quienes comparten espacio físico, pero nunca moral. La conducta de estos personajes viene marcada por sus emociones contenidas y a menudo enfrentadas, y les descubre como seres silenciosos como los protagonistas de El silencio de un hombre o El confidente (Le doulos, 1962), característica que les aparta de ese espacio con el que no se identifican y por donde transitan sin opción a éxito, como sucede con el trío protagonista de El círculo rojo (Le cercle rouge, 1970). Sus otros policíacos son: El guardaespaldas (L'ainé des Ferchaux,1962), de nuevo con Belmondo, la excelente Hasta el último aliento (Le deuxième souffle, 1966), protagonizado por Lino Ventura, otro de los rostros reconocibles de su cine. y Crónica negra (Un flic,1972), su última película, en la que Alain Delon asumió el rol de un policía cercano a las personalidades de los delincuentes que había interpretado en sus dos anteriores participaciones con el cineasta; y aunque este film resulta más irregular que los anteriores no desentona con la personal visión cinematográfica de uno de los grandes cineastas que ha dado la cinematografía francesa.



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