A Andy Dufresne (Tim Robbins) le condenan a dos cadenas perpetuas, por lo que se deduce que una vez muerto tendrá que regresar para cumplir la segunda, este hecho muestra la saña con la que el juez dictó sentencia de culpabilidad contra un empleado de banca acusado de matar a su esposa y al amante de ésta; si fue o no el autor del crimen no queda demostrado (al menos no totalmente) durante su juicio, pero las imágenes iniciales y las pruebas circunstanciales parecen decir que sí ha sido el autor del doble homicidio. Sin embargo, cuando se le observa en sus primeros momentos en la prisión de Shawshank uno se convence de que Andy Dufresne no es un hombre violento capaz de asesinar, más bien semeja ser un individuo sensible que únicamente desea vivir. Su estancia en la prisión le depara buenos y malos momentos, si es que existen los primeros en un lugar como Shawshank. Aún así, encuentra un aspecto positivo: su amistad con Red Redding (Morgan Freeman), y con un grupo de presos que forman parte de su día a día. En cuanto a los malos momentos, éstos vienen acompañados por los abusos físicos de Bogs (Mark Rolston) o por un alcaide, Warden Norton (Bob Gunton), y su esbirro, el sádico capitán Handley (Clancy Brown), quienes le utilizan para sus fines, lucrativos e ilegales. Más o menos así va Cadena Perpetua (The Shawshank Redemption, 1994), cuyo gran logro es apostar por los buenos sentimientos —siempre gratos al público mayoritario—, por la amistad y libertad que surge dentro de un recinto cerrado y violento, donde las víctimas serían esos hombres que se encuentran a merced de individuos como el capitán o el alcaide, individuo que en un primer momento expone una de sus dos máximas, la de no blasfemar, así como indica que la salvación se encuentra en la biblia, afirmación que Andy toma al pie de la letra para lograr la suya.
La vida de Andy en Shawshank viene marcada por una tortuosa cotidianidad que se ve alterada por varios acontecimientos: el nacimiento de su amistad con Red, su aceptación dentro del grupo de reos (gracias a unas cervezas que a punto estuvieron de costarle la vida), su conversión en delincuente, al blanquear el dinero del alcaide, o la creación de una biblioteca que permitiría a convictos como Tommy (Gill Belows) aprender y sacarse el graduado escolar durante su estancia entre rejas. La relación entre Andy y Red se muestra sólida, sincera y complementaría, porque son diferentes, tanto entre ellos como con el entorno; allí donde Red ve miedo y aceptación, Andy observa la esperanza de ser libre a pesar de tener que cumplir dos condenas perpetuas en una sola vida. Andy se aferra a pequeños detalles que le proporcionan la ilusión de ser un hombre que no ha sido relegado a la condición de animal, quizá esta esperanza es la que le empuja a mostrarse creativo, no sólo fabricando figuras de piedra con el martillo de gemas que le ha proporcionado Red, sino también al soñar con la libertad que descubre en el póster gigante de Rita Hayworth (también conseguido por Red), que con el paso de los años será sustituido por uno de Marilyn Monroe, y este, a su vez, lo será por uno de Raquel Welch, exponiendo de ese modo el transcurso de los veinte años que no le han podido institucionalizar, pero sí a Red o a Brooks (James Whitmore), temerosos de la libertad del mundo exterior, porque más allá de las rejas se alza lo desconocido. La base argumental para su película más prestigiosa, la encontró Frank Darabont en la novela corta de Stephen King, Rita Hayworth and the Shawshank Redemption —autor que volvería a adaptar en La Milla Verde (Green Mile, 1999) y La niebla (The Mist, 2007)—, para filmar un emotivo fresco que descubre que la libertad de Andy se encuentra en su interior, por eso resulta un preso distinto al resto, quizá porque ha encontrado el medio para escapar de toda la inmundicia que le rodea y demostrar que sus ilusiones no pueden ser borradas con la violencia y las amenazas de un alcaide que, de existir justicia, estaría compartiendo una celda con alguien similar a Bogs.
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