El cine negro encontró en la Serie B un lugar privilegiado para desarrollar historias de perdedores y de seres marcados por el pasado y por el desengaño que significa comprender la realidad en la que viven; el personaje central de Calle River 99 (99 River Street, 1953) es un buen ejemplo de uno de esos hombres. Ernie Driscoll (John Payne) perdió su oportunidad tras caer noqueado en un combate de boxeo que le apartó del ring. Pero no sólo ha perdido en su carrera profesional, sino también en su vida personal, pues no tarda en descubrir que Pauline (Peggy Castle), su esposa, le es infiel. Para colmo de males, parece que la mentira y el engaño le persiguen más allá del matrimonio, cuando, poco después de enterarse accidentalmente de la infidelidad, Linda James (Evelyn Kayes), una amiga en quien confía y a quien pretende ayudar en un supuesto asesinato accidental, le utiliza como parte de su representación teatral para obtener un papel en la obra a la que se ha presentado. Sin embargo, no acaban ahí sus problemas, porque su violenta reacción tras descubrir que Linda estaba actuando le enfrenta a los responsables de la obra. Así pues, los directivos aprovechan el altercado para obtener publicidad y denuncian al pobre Driscoll a la policía. ¡Qué demonios! ¡Habrá que darle otro buen golpe para dejarlo fuera de combate! ¡Si tiene buen encaje! Dicho y hecho, porque poco después de abandonar el teatro recibe una llamada de Pauline, quien dice arrepentirse de cuanto le ha hecho, pero cuando llega a recogerla la esperanza de recuperar a su frívola esposa se convierte en un nuevo engaño, quizá no el engaño que Pauline hubiese deseado, porque, al fin y al cabo, también ella ha sido engañada por Victor Rawlins (Brad Dexter), quien la asesina. Driscoll encuentra el cadáver de su esposa en la parte trasera del taxi que conduce. Ahora sí que no hay vuelta atrás, no le queda más salida que calmarse y encontrar al individuo que había visto en compañía de su mujer, un tipo retorcido que se ha desecho de ella para poder cerrar un negocio de diamantes, que por culpa de la presencia de Pauline no pudo realizar con anterioridad. Calle River 99 (99 River Street) deambulan por las calles nocturnas de una ciudad en la que Ernie Driscoll se encuentra atrapado por su mala suerte y por la policía que le acecha por todas partes. No obstante, este pobre perdedor no se encuentra solo, aunque no es un gran consuelo ante una situación límite que le golpea más duramente que la vivida en su último combate; cuenta con la inestimable ayuda de Stan Hogan (Frank Faylen), un viejo amigo con quien trabaja, y con la presencia de Linda James, quien, arrepentida y avergonzada, cree en la inocencia de Driscoll y se encuentra dispuesta a arriesgar su vida para demostrarlo. Lo que sucede a continuación, Phil Karlson lo resolvió, manteniendo cierta tensión, de un modo bastante convencional tras una puesta en escena cercana al mejor cine negro.
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