domingo, 8 de mayo de 2011

Fragmentos de Apocalipsis, creatividad a la carta


¿Existe el límite creativo? Probablemente sí, y por lo que se deduce ese límite creativo se encuentra delimitado por la propia creatividad de cada uno (algo así como una pescadilla que se muerde la cola mientras se decide si fue primero el huevo o la gallina). Este planteamiento da pie a una soberbia novela de Gonzalo Torrente Ballester, quien indaga en ese proceso a través de la puesta en escena de una idea que ni siquiera existe y que le lleva a la creación de unos personajes y de una ubicación (Villasanta de las Estrellas, que viene a ser el nombre imaginario que da a una ubicación real, Santiago de Compostela) que no entienden de fronteras temporales ni argumentales. La excusa de la que se vale para desarrollar el derroche imaginativo que viaja por cada una de las páginas de Fragmentos de Apocalipsis (Premio de la Crítica 1977) no son más que dos palabras, a las que pretende encontrar hueco en el argumento (isotopo y parámetros, ahí es nada) y es a partir de esa divagación de cómo introducirlas, cuando el autor (irreal, un personaje de ficción con muchos aspectos reales) irá dando forma a una serie de sucesos que se entremezclan en una originalidad que le permite, no sólo introducir las dos palabras citadas, sino cualquier situación, personaje o idea que llegue a la cabeza de este alter ego de él mismo. Esta situación permite que la novela circule por un mundo real (que no lo es) y otro imaginario, fruto de la mente de ese escritor anónimo (que siempre se piensa que es el propio Ballester) y que le permite viajar sin moverse de su sillón o trasladar, en el tiempo, a un famoso arquitecto que pretende copiar unos planos que no le convencen y que él mismo ha creado centurias atrás para dar forma a una catedral que se erige en una de las localizaciones de la historia (pero el maestro no sabe nada de todo esto, así pues no podemos acusarle de plagio). Con Fragmentos de Apocalipsis, Gonzalo Torrente Ballester deja claro que en el arte en general y en la literatura en particular todo es posible, ya que existe la plena libertad para deambular por un sin fin de universos, al tiempo que la creación de personajes se adapta a las necesidades de cada situación, aunque una vez creados, estos cobran vida y pensamiento propio, así como la conciencia de serlo. Sin duda alguna, una novela fresca, extraña y sobre todo original que incide en la libertad creativa del autor (algo que otros grandes autores habían hecho en el pasado y que esperemos que otros muchos hagan en el futuro, por no decir que lo hagan en el presente).

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