miércoles, 5 de marzo de 2025

La soldatesse (1965)


La guerra vista en la pantalla desde una perspectiva inusual, como no podía ser de otra manera al ser la novela de Ugo Pirro la fuente literaria original y Valerio Zurlini el director responsable de llevarla a la pantalla, a partir de la adaptación que escribió junto a Leo Benvenuti y Piero De Bernardi. Diferente porque Le soldatesse (1965) expone el conflicto bélico desde el viaje de doce mujeres enroladas como auxiliares del ejército italiano, eufemismo con el que el coronel evita referirse a ellas como prostitutas para los burdeles castrenses, que deben ser llevadas de Grecia a Albania, donde su destino será desahogar a los soldados del frente. La misión de transportarlas, pues las ven más como ganado que como seres humanos, le corresponde al teniente Martino (Tomas Milian) y a su sargento (Mario Adorf), a los que se les une un comandante fascista (Aleksandar Gavric) que lleva su mismo camino. Zurlini inicia su recorrido por los Balcanes explicando la situación previa, cuando Mussolini, narcisista empedernido y ávido de superar a Hitler, megalómano casi sin par, decide en 1940 invadir Grecia; pero los griegos resisten la envestida italiana y les hacen retroceder hasta tierras albanas. Un año después, el ejército alemán se impone en Grecia. Ese es el entonces en el que Zurlini ubica su drama humano y arranca el viaje de las desesperadas, adjetivo que indica que han vivido la desesperación.


 El hambre y la miseria bélicas les empujan a ejercer una actividad que les disgusta, pero a la que la situación les obliga para conseguir alimentos y lograr sobrevivir. ¿Qué elección tienen? Juzgar la conducta y las decisiones ajenas es una demostración de presunción y de estupidez, pues se hace desde el prejuicio y la ignorancia. Se desconoce su pasado, su presente, sus circunstancias; se desconoce la práctica totalidad que les condiciona. Zurlini lo comprende y no juzga a sus personajes. Recrea su situación, expone su evolución e invita a la reflexión a través de un recorrido plagado de contratiempos, pero también de contacto humano y de una crítica que no duda en señalar quiénes son las víctimas y simpatizar con ellas; convirtiéndolas de ese modo en las heroínas condenadas a superar las circunstancias de esa guerra que las condena… Vistas como meros objetos sexuales, que aligeren la tensión de los soldados, como si fuesen cigarrillos o alcohol, las heroínas de Zurlini son mujeres que han sufrido y que sufren, han pasado por situaciones desesperadas, generadas por la guerra, y todavía tendrán que vivir otras tragicómicas que van asomando en la pantalla. Zurlini las muestra en su crudeza, simpatizando con el grupo, salvo con el oficial de la camisa negra que desvela su filiación política, también su arribismo y su cobardía criminal. Por contra, el teniente, culto, sensible, joven, enamoradizo, carece de interés en la política y su perspectiva choca con la masculina dominante. Su sensibilidad queda reflejada en varios momentos, sobre todo en su relación con dos de las mujeres del grupo, Elenitza (Anna Karina) y Eftikia (Marie Laforêt), a quienes le une algo más que la misión. Junto a Ebe (Valeria Moriconi) son ellas las que quizá mejor exponen el pesar y la situación de estas mujeres; no en vano Elenitza es quien le habla del hambre, quien le dice que no es igual verla que sentirla. Ellas la han sentido, por eso están ahí ahora, sufriendo la humillación de ser tratadas como objetos sexuales a cambio de pan y latas de conservas. <<Nos han humillado>>, dice Eftikia en la intimidad que comparte con el teniente, a lo que añade que <<tratan a nuestro pueblo como bestias>>. También le susurra que lo peor de todo no es que les maten, pues el humano muere igual que nace, sino el no poder mirarse a los ojos, el que hayan desterrado la compasión, el humanitarismo y la solidaridad del significado de humanidad, el no tener respuestas a preguntas que ella hace en ese instante de amor imposible, pero real. <<Cuando todo esto acabe, ¿quién nos devolverá los años? ¿Acabará todo esto? ¿Podremos olvidar? ¿Y todas esas cosas que nos han inculcado desde la infancia? La amabilidad, la dignidad, el respeto a los débiles, el amor al prójimo…>> 


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