La Reforma desató la Contrarreforma, dividió la Iglesia católica en católicos y protestantes —luteranos, calvinistas, anglicanos—. La ruptura no cuajó en países como España, Portugal o los estados italianos, su población estaba totalmente condicionada y su monarquía no presentaba fisuras, por lo que no sufrieron la tempestad protestante en la intensidad vivida en los territorios alemanes, en Suiza, en Inglaterra, en los Países Bajos, por entonces parte de la corona española, o en Francia, donde los hugonotes y los católicos se enfrentaban en un sangriento desencuentro que deparó la matanza de la noche de San Bartolomé. Patrice Chéreau la representa en La reina Margot (La reine Margot, 1994), una de las grandes coproducciones europeas (franco-alemana-italiana) de finales de siglo XX, en la que contó con un reparto de lujo y la colaboración de Danièle Thompson en el guion, adaptación de la novela de Alejandro Dumas. Isabelle Adjani, Daniel Auteuil, Jean-Hughes Anglade, Vincent Perez y Virna Lisi son cabeza de cartel de esta lujosa reconstrucción histórica del periodo de guerras religiosas en Francia (1562-1598) que Chéreau centra en 1572, año de la famosa matanza de protestantes ocurrida en Paris el 24 de agosto. Para situar el contexto, se introduce la leyenda explicativa que apunta que los católicos están liderados por el duque de Guisa y los protestantes por el almirante de Coligny. También explica que Catalina de Médicis, católica, se encuentra al mando del país: <<Fue reina, luego regenta, y ahora gobierna en nombre de su hijo, el frágil rey Carlos IX. Su hijo Anjou es su favorito y el consentido Alençon es el más joven de todos. Pero será su hermana, la bella Margot, la que se sacrificará por la paz del reino casándose con el protestante Enrique de Navarra. De esta manera, espera que los bandos de Guisa y Coligny se reconcilien.>> El rey navarro acaba adjurando de su protestantismo, para salvar su vida tras la masacre que acaba con unas seis mil vidas, y abrazando definitivamente el catolicismo cuando, tras la muerte de Enrique III y Francisco II, suba al trono de Francia, como Enrique IV, instaurando de ese modo la dinastía borbónica en la monarquía francesa. Con el tiempo, Navarra dejará de ser reino y se convertirá en cuna católica-carlista, pero, en ese momento del siglo XVI, su monarca es protestante y acepta su matrimonio con la hermosa Margarita de Valois (Isabella Adjani), obligada por su hermano, el rey Carlos (Jean-Hughes Anglade), débil, sí y, por ello, se deja arrastrar y da la orden que depara la matanza que se avecina, y por su madre (Virna Lisi) a casarse con un hombre a quien no ama y a quien, entre la nobleza católica francesa, se le considera un monarca de segunda. Incluso, para Margot, parece serlo, quizá inicialmente se plantee ¿qué es su marido, en comparación de Guise (Miguel Bosé), su amante? Aparte de su fogosidad carnal, Margot es víctima de la política de estado y una mujer cuyos principios le empujan a intentar salvar a su marido, aunque, para ella, sea apenas un extraño a quien le han unido en contra su voluntad. Cuarta adaptación cinematográfica de la novela de Dumas, La reina Margot arranca el día de la boda de la heroína y Enrique, celebración en la que introduce la conflictiva situación que se apunta en la catedral donde se celebra y la fiesta palaciega durante la cual los enfrentamientos, el rechazo y el sexo marcan la jornada. Allí, entre los invitados a la ceremonia, hay católicos y protestantes, verdugos y víctimas, intolerancia y fanatismo, carnalidad, celos e intereses que deparan la masacre que Margot condena; y de la que salva a Enrique y a La Môle (Vincent Perez), el protestante con quien comparte intimidad callejera la noche de su boda. El rechazo de la ya reina navarra y su condena a los asesinatos y asesinos, su propia familia y su antiguo amante, de Guise, convencen a su madre para encerrarla en el Louvre, palacio-prisión donde también se envía al Borbón a quien desea ver muerto para, según ella, proteger a sus hijos…
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