Partiendo de que el cine está repleto de personajes rebeldes y marginales, El indomable Will Hunting (Good Will Hunting, Gus Van Sant, 1997) gusta porque es una película que disfraza su conformismo en la aparente rebeldía de su personaje principal, condicionado por el miedo que le pone a la defensiva y que desata su ira, por su pasado y por las relaciones que establece, pero su estatus actual se debe más a que no exige y a sus consecuencias —éxito comercial, premios, popularidad y mitificación— que a lo que realmente ofrece, pues no deja de ser un film repetitivo en cuanto a lo que propone. El éxito del que hablo situó tanto a Matt Damon como a Ben Affleck entre los nuevos talentos de Hollywood. Fueron premiados con el Oscar al mejor guion original del año, siendo los guionistas más jóvenes en recibirlo, pero lo de original supongo que se refiere a que no parte de ninguna obra literaria, ni guion anteriormente llevado a la pantalla. Lo sospecho porque su propuesta reitera palabras y discursos oídos con anterioridad e ideas y formas ya vistas. Por ejemplo, la de superación del joven, un prodigio de condición desfavorable, víctima de abusos, autodidacta y con tendencias violentas, prácticamente sentenciado a una vida de miseria, que sale adelante cuando nadie, tampoco él, daba un centavo por su triunfo o su posibilidad de futuro. Suena a Forja de hombres (Boys Town, Norman Taurog, 1938), a Semilla de maldad (Blackboard Jungle, Richard Brooks, 1955), incluso hay aspectos de Will que comparte con los protagonistas de Marcado por el odio (Somebody Up There Likes Me, Robert Wise, 1957) y Rocky (John G. Avildsen, 1976), pero Will no es un genio del cuadrilátero, aunque, al igual que los pugilistas, también acaba por vencer sus miedos y triunfar en la vida. Es decir, aprende a vivir sin sentirse una víctima. Will no tiene de terapia dar guantazos a ningún chuletón, lo suyo es pegar a quienes considera que lo merecen, pero ¿cómo saberlo? ¿Y por qué usar la violencia? Aunque no lo acepte, Will precisa canalizar su rabia, su rechazo del mundo, su miedo, su genialidad. Necesita liberarse para decidir quien ser. Condicionado por su todavía breve y dura experiencia vital, trabaja limpiando los suelos de los pasillos del M. I. T. de Boston, donde exhibe su brillante cerebro matemático cuando, por afición y curiosidad, resuelve la ecuación que el profesor Leambeau (Stellan Skarsgård) ha planteado a su alumnado. Will la resuelve mientras hace un alto en su trabajo. La soluciona sin aparente esfuerzo. Sin ser consciente de que ese momento será el punto de inflexión de su recorrido existencial, hasta entonces a la deriva, quizá condenado a caer en el olvido, a delinquir, a caer en el alcoholismo o a sentirse derrotado cuando la juventud le diga adiós.
El premio recibido por Affleck y Damon significó el espaldarazo que les abría el camino hacia las estrellas; hasta entonces, apenas eran conocidos en el mundillo. Ambos venían de participar en Persiguien a Amy (Chasing Amy, 1997), una comedia realizada por su amigo Kevin Smith. Cuando se inició el rodaje, Damon tenía por estrenar Legitima defensa (The Rainmaker, Francis Ford Coppola, 1997) y las perspectivas de Affleck dentro de la industria estaban por ver; todavía no le había llegado la oportunidad de protagonizar un éxito comercial. En definitiva, El indomable Will Hunting fue su puerta de entrada a los grandes contratos. A Damon le vino la idea en su época de estudiante en Harvard y trabajo el guion con Affleck, pero tuvieron que pasar varios años para verlo hecho película y ellos siendo parte protagonista de la misma. El personaje principal habría sido escrito para ser el propio Damon quien lo interpretase; era un personaje que se adaptaba a la perfección a las exigencias de la industria. Así, uno se quedó con el papel principal y el otro con el de su amigo, siendo respaldados por la presencia de dos veteranos como Stellan Skarsgård y Robin Williams, quien, tras su profesor en El club de los poetas muertos (Dead Poets Society, Peter Weir, 1989), volvía a ejercer de guía y liberador, pero en esta ocasión con la recompensa del premio Oscar al mejor actor de reparto. También fue una de las más exitosas incursiones de Gus Van Sant en la industria hollywoodiense, que hizo suya la historia de superación, que tanto gusta al público general, dando prioridad a tres relaciones de Will, personaje que encaja entre los marginados, heridos y soñadores de Van Sant. Así le vemos en su hábitat natural y marginal, donde se mueve junto a sus amigos, en su romance con Skylar (Minnie Driver), el cual le genera conflicto y agudiza su inseguridad, y aquella que le depara el aprendizaje, la amistad, la maduración y el equilibrio que le permitirán conocerse y encontrar su lugar en el mundo…
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