miércoles, 15 de mayo de 2024

Impacto (1948)


Más que por aclarar el significado del sustantivo que da título a la película, sospecho que Arthur Lubin introduce la definición de Impacto (Impact, 1948), antes de que empiece la acción del film y de que sepamos un mínimo sobre su trama, para abrir su historia a lo inesperado, al suspense, y para generar la sospecha de choque, incluso de la “fatalidad” que no se cumple. Dicha “fatalidad” es un abstracto que, cinematográficamente hablando, se asocia al cine negro y trae a la mente la imagen de una pareja arrastrada por el destino, por ejemplo Los amantes de la noche (They Live by Night, Nicholas Ray, 1948), o la de un individuo que, sugestionado y manipulado por la figura de la mujer fatal, pierde el control sobre su existencia e inevitablemente se deja conducir hacia su fin; ejemplares de este tipo de fatalismo son Perdición (Double Indemnity, Billy Wilder, 1944), El cartero siempre llama dos veces (The Postman Always Rings Twice, Tay Garnett, 1946) y Retorno al pasado (Out of the Past, Jacques Tourneur, 1947). Mas adelante, en películas como Sin remisión (Caged, John Cromwell, 1950), el centro de dicha fatalidad será la figura femenina, engañada, condenada, encerrada y abandonada a su suerte. Lo más interesante de Impacto también es la presencia de una figura femenina encerrada, pero la interpretada por Helen Walker es quien engaña, aunque sea inocente del crimen que se le acusa y por el cual la encierran hasta que se presenta su marido, a quien creían muerto. Pero Lubin se decanta por un tono más ligero, en exceso artificioso. Tampoco siente la necesidad de crear una atmósfera de imposibilidad, ni de perdición, pues el film carece de ella. Su puesta en escena obedece al suspense con el que pretende entretener (y, según quien, logra entretener). Antes de plantear el conflicto, explica el término en relación a lo que se verá en la pantalla. Lo define como <<la fuerza con la que dos vidas pueden encontrarse. A veces para bien, a veces para mal>>. Eso es impacto, una colisión entre personas que provoca chispas y desata pasiones, algunas destructivas y otras edificantes, todas ellas irracionales. No se puede razonar lo pasional, ni prever, ni explicar a priori porqué se desata, salvo que en el film todo semeja calculado y dicho impacto no lo parece. Cierto que se produce el encuentro entre dos vidas y más vidas, vidas que alteran su curso a raíz del choque; pero Impacto carece de comisión y de negrura. La exposición de Lubin no genera atmósfera alguna, se limita a crear una situación y, a partir de la misma, introduce la intriga, pero sin ir demasiado lejos. Se queda en una zona que no incomoda, ni profundiza en la relación de los personajes. Iréne (Helen Walker) es un estereotipo y Marsha (Ellen Raines) apenas un adorno que hace acto de presencia para reconducir la vida del protagonista, guiándolo hacia el lado correcto; pues es ella quien le convence para que se presente ante la ley y declare que sigue vivo. Por su parte Walter Williams, el protagonista y víctima de la historia, gana ambigüedad en la presencia del actor que le da vida: Brian Donlevy. Sin embargo, solo es un destello, ya que se trata de un personaje plano; solo apariencia. Su presentación habla por sí sola: fiero en su negocio y un corderito en manos de Iréne, su mujer, cuya engañosa dulzura esconde el rostro de quien desea deshacerse de su marido. Esa es su intención: planifica el crimen junto a Jim (Tony Barrett). Iréne quiere su libertad sin renegar a la fortuna de Walter, pero ignora, o no tiene en cuenta, que el destino puede dar al traste con todo y hacerla su prisionera. Eso también es fatalidad, pero la suya o la de cualquier personaje del film resulta insípida, pues lo que prevalece es el suspense o el interrogante de qué pasará; un interrogante cuya respuesta se sabe de antemano.



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