Con apenas dos años de diferencia, Enrique Jardiel Poncela y Noel Coward estrenaron dos comedias que encuentran su parecido razonable en la aparición del espectro de un cónyuge —masculino, en el caso del autor español; y femenino, en el inglés— que regresa al mundo de los vivos para enredar más si cabe el presente de su media naranja en vida. Hay similitud entre ambas funciones. ¿Coincidencia? ¿Influencia de Un marido de Ida y vuelta (1939) sobre Un espíritu burlón (1941)? Cierto que guardan un parecido razonable, pero, más allá del fantasma, las diferencias son mayores que las similitudes, en la trama y en el tipo de humor; aunque las dos asuman un tono fantástico y cómico cuyo enredo encuentra el nexo común no solo en dicha aparición, sino en el triángulo amoroso entre el más allá y el más aquí. El éxito de las dos obras no pasó desapercibido para el cine y ambas tuvieron sus adaptaciones cinematográficas, siendo la de Coward la que primero vio la luz, de la mano de un ilustre cineasta, David Lean, en 1945. La de Jardiel, hubo de esperar algo más; hasta la segunda mitad de la década de 1950, cuando Luis Lucia, que venía de rodar otra exitosa comedia teatral, La vida en un bloc (1956) —basada en el texto de Carlos Llopis—, se puso detrás de las cámaras para filmar su versión de Un marido de Ida y vuelta (1957) contando con el protagonismo de tres inolvidables del cine español: Emma Penella, Fernando Fernán Gómez y Fernando Rey.
Allende lo apuntado hasta ahora, los estilos, el ritmo de los diálogos y las situaciones que plantean las dos comedias difieren. Más alocada la española que la británica, más fría, elegante y sofisticada la de David Lean, pero más viva la de Luis Lucia, que logra momentos cinematográficos más divertido, sobre todo gracias a sus diálogos y a los personajes, con especial acierto en la presencia de los impagables actores y actrices de reparto. El enredo de Un marido de Ida y vuelta gira en torno al triángulo amoroso entre la pareja de casados y un amigo del matrimonio, pero solo es la excusa para dar rienda suelta al absurdo y al humorismo de Jardiel. Dividida en tres actos, la trama se desarrolla en una fiesta de disfraces en la que Pepe fallece entre carcajadas, en la imposible luna de miel de Paco (Fernando Rey) y Leticia (Emma Penella), y en la aparición del primero dos años después de su muerte, cuando Pepe, don José para sus sirvientes y para los empleados de su empresa de seguros, regresa con la misión de lograr que su mujer sea feliz y, para ello, debe lograr que Paco rompa con Gracia (Luz Márquez), su amante, pero algo falla, igual que fallan algunos momentos en la puesta en escena de Lucia, con evidentes altibajos en su ritmo, aunque se trata de un tono menos cansino que el de Lean en la adaptación de Coward, sin duda un dramaturgo menos dotado que Jardiel para la comedia.
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