viernes, 29 de julio de 2022

Gigantes de plata (1977)


El primer largometraje de Ivan Passer, la comedia Iluminación intima (Intimní osvetlení, 1965), fue prohibido en Checoslovaquia; como también lo sería ¡Al fuego, bomberos! (Horí, má panenko, Milos Forman, 1967), otra espléndida sátira de la que escribió el guion junto a su compañero de escuela Milos Forman, quien asumía labores de dirección del film. Por entonces, eran de los cineastas más destacados de la nueva ola checoslovaca —junto a los Namec, Chytilová o Menzel—, pero, tras la primavera de Praga (1968), ambos se vieron obligados a huir de su país y buscarse la vida lejos. Ya exiliados en Estados Unidos, Forman alcanzó la celebridad con Alguien voló sobre el nido del cuco (One Flew over the Cuckco’s Nest, 1975) y Passer continuó rodando sin apenas hacer ruido entre el público, aunque realizando buenas películas, tales como Law and Disorder (1974), Cutter’s Way (1981) o el telefilm Stalin (1990). Otro de los títulos destacados de su filmografía es la irónica y entretenida Silver Bears (1977), producción británica estrenada en España como Gigantes de plata, que reúne una variopinta fauna de personajes: banqueros, magnates de los negocios, mafiosos, una princesa iraní (Stephane Audran) y su supuesto hermano (David Warner), una estadounidense (Cybill Shephard) ninguneada —que no duda en liberarse en cuanto se le presenta la ocasión— por un marido (Tom Smothers) entregado y sometido en cuerpo y alma a la entidad bancaria para la cual trabaja, y Doc (Michael Caine), que pretende sacar adelante un banco suizo sin activos, pero con la amistad y ayuda de un príncipe (Louis Jourdan) cuya fortuna forma parte de la leyenda familiar. Con la inestimable ayuda de estos personajes —y de los actores y actrices que les dan vida— y a partir del guion de Peter Stone —que a su vez adaptaba la novela de Paul Erdman—, Passer ironiza sobre el capitalismo, la banca, en definitiva, sobre el dinero, principio y fin de todos los personajes y de la economía, cuyos límites entre legal e ilegal carecen de importancia.



Salvo excepciones como Debbie o el príncipe Gianfranco, los protagonistas son granujas: delincuentes y hombres de negocios, y no lo disimulan. Lo aceptan como parte de su mundo, sea el de las altas finanzas o del hampa, de donde provienen Doc, Albert (Jay Leno) y Martín (Tony Mascia). Los tres son enviados por Joe Fiore (Martin Balsam), el capo y el padre de Albert, a Suiza, donde ha comprado un banco para ser admitido en la prestigiosa banca suiza y así blanquear los beneficios de sus lucrativos negocios estadounidenses. Sin embargo, al llegar a Lugano, el trío descubre que el banco que Doc debe dirigir esta sobre una pizzería y carece de activos, y de todo cuanto pueda hacerlo pasar por una entidad financiera. Este revés genera un problema: que no tienen nada y si Fiore se entera, el cuerpo de Doc podría descansar en el fondo de cualquier río; de modo que no duda y se asocia con el príncipe Gianfranco, el hombre de paja escogido para proporcionarles el banco y quien le pone en contacto con los hermanos Firdausi, quienes le piden un préstamo para su mina de plata, que valora en unos mil millones de dólares. En este punto, Passer muestra como Doc asume su condición de banquero y comprende que, para prestarles dinero y ganarlo, necesita que sus nuevos (y únicos) clientes hagan un depósito por la cantidad inicial que le pide. Lo hace porque no tiene nada y comprende que un banco toma el dinero de sus clientes y lo pone en movimiento: prestándolo con intereses que le permite los beneficios para sufragar la operación que empieza a llamar la atención de un importante hombre de negocios. Y es en esta presencia, de apariencia legal, en la que se intuye que en la jungla económica hay tantas irregularidades e ilegalidades como en el hampa de la que Doc desea distanciarse.




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