El personaje principal de Alguien voló sobre el nido del cuco (One Flew over the Cuckcos Nest) representa la libertad y vitalidad que se opone a la intolerancia y la alienación que definen a la enfermera Ratched, una mujer que, como cualquier dictador, no puede permitir que alguien se revele para poner fin a su reinado de terror. Así pues utiliza su autoridad para conseguir retener a ese hombre que necesita sentirse libre, consciente de que no puede vivir encerrado en una jaula que le impide la libertad que necesita. Aunque, antes de que se produzca su enfrentamiento, R.P.McMurphy (Jack Nicholson) crea su propio entorno, moldea su reclusión, adaptándola a sus necesidades, al tiempo que ofrece la oportunidad para que sus nuevos amigos se decidan y le imiten, lo cual les permite experimentar y adquirir la confianza de la que carecían antes de su llegada. Observar a este inadaptado social resulta un soplo de aire fresco dentro de un ambiente donde el miedo, la represión y la rigidez son las armas de control utilizadas por la enfermera Ratched (Louise Fletcher). Tras su fría mirada esconde prejuicios, frustraciones y deseos reprimidos, sensaciones que vuelven a ella cuando su nuevo paciente pone en duda su autoridad, por eso siente la necesidad de adiestrarle y someterle, como ya ha hecho con el resto del grupo, quizá porque ella misma necesite de una terapia que la ayude a superar la monotonía en la que se ha encerrado y de la que no puede escapar. Desde el primer instante se desata una lucha entre estas dos personalidades, un pulso que marca los primeros síntomas de rebeldía en el resto de sus pacientes, quienes, gracias a la presencia de McMurphy, experimentan sensaciones que se habían prohibido a sí mismos, ya fuera por sus miedos, sus ansiedades o su necesidad de escapar de la realidad en la que vivían cuando se encontraban al otro lado. La aparición de este individuo en periodo de observación marca un nuevo rumbo y una nueva perspectiva en la actitud de los pacientes, lo cual se traduce en una mejora en sus estados emocionales, adquieren más confianza y aumentan las apuestas en sus partidas de poker, sin olvidar que se atreven a un paseo en barco que les devuelve parte de la condición que han perdido en el centro. Sin embargo, la rebeldía de McMurphy choca con la sobriedad de una enfermera que le ve como a un enemigo que mina su autoritarismo frente al resto de los pacientes, produciéndose el inevitable enfrentamiento entre dos posturas antagónicas que desvela las carencias de una mujer que se encuentra amenazada, y quizá atraída, por el conflictivo paciente. De este modo, el carácter de McMurphy saca a relucir la verdadera naturaleza de una enfermera despótica y tiránica que no se detiene a pensar en las necesidades de aquellos a quienes debe ayudar, sino que insiste en imponer su criterio, sea o no acertado, cerrando las puertas a cualquier innovación que pueda mejorar esas terapias que bajo su supervisión resultan estériles y dogmáticas. La película más alabada de Milos Forman muestra un entorno cerrado donde la libertad brilla por su ausencia y donde se desatienden las verdaderas necesidades de esos pacientes que han elegido permanecer allí por propia voluntad. Cuando McMurphy descubre que la mayoría de sus compañeros han elegido libremente, no puede más que sorprenderse, pues han decidido enjaularse y apartarse de la vida real; pero también comprende otra realidad: que se encuentra en manos de la enfermera. Su descubrimiento transforma su percepción del entorno, porque lo que semejaba una especie de vacaciones alejado de la cárcel se convierte en una estancia indefinida dentro de una jaula donde ha mostrado el camino para perder el miedo a la vida, oportunidad que tan sólo el "jefe" (Will Sampson) acepta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario