La vida de los cazadores de la aldea de Bakhta, en el interior de Siberia, es el centro de atención de este documental realizad por Dmitry Vasyukov y Werner Herzog, aunque más que documentar los autores filman poesía de lo cotidiano y de lo extraordinario, poética que encuentran en la primitiva comunión entre el individuo y el medio natural extremo al que se adapta. Los protagonistas de Happy People: A Year in The Taiga (2010) son autosuficientes y su aislamiento, y alejamiento de la sociedad, les procura una libertad imposible en espacios civilizados. Durante la temporada de caza, cuando en la compañía de sus perros se adentraba por un paraje nevado donde ellos y sus presas viven y mueren en su inevitable enfrentamiento, a nadie deben explicaciones, las leyes y normas sociales carecen de sentido. Allí, en la naturaleza, entre la nieve y el deshielo solo existe espacio para el individuo físico en contacto con la naturaleza a la que se adapta y en la que sobrevive gracias a otras normas y otros recursos ajenos a la civilización. En ese momento, ante nada ni ante nadie responden, salvo la naturaleza donde viven su dura realidad, implacable, fría, extrema y natural. Precisamente por eso tampoco es la suya una libertad absoluta, pues son prisioneros del medio que solo no pueden controlar, solo conocerlo y adaptarse.
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