martes, 15 de marzo de 2022

Happy People: A Year in the Taiga (2010)


La vida de los cazadores de la aldea de Bakhta, en el interior de Siberia, es el centro de atención de este documental realizad por Dmitry Vasyukov y Werner Herzog, aunque más que documentar los autores filman poesía de lo cotidiano y de lo extraordinario, poética que encuentran en la primitiva comunión entre el individuo y el medio natural extremo al que se adapta. Los protagonistas de Happy People: A Year in The Taiga (2010) son autosuficientes y su aislamiento, y alejamiento de la sociedad, les procura una libertad imposible en espacios civilizados. Durante la temporada de caza, cuando en la compañía de sus perros se adentraba por un paraje nevado donde ellos y sus presas viven y mueren en su inevitable enfrentamiento, a nadie deben explicaciones, las leyes y normas sociales carecen de sentido. Allí, en la naturaleza, entre la nieve y el deshielo solo existe espacio para el individuo físico en contacto con la naturaleza a la que se adapta y en la que sobrevive gracias a otras normas y otros recursos ajenos a la civilización. En ese momento, ante nada ni ante nadie responden, salvo la naturaleza donde viven su dura realidad, implacable, fría, extrema y natural. Precisamente por eso tampoco es la suya una libertad absoluta, pues son prisioneros del medio que solo no pueden controlar, solo conocerlo y adaptarse.


La totalidad de la filmografía de
Werner Herzog apunta sin disimulo a que el cineasta alemán disfruta fuera del mundo que la sociedad de consumo demanda y considera cotidiano; para su cine, dicho mundo es una prisión de la que escapar en busca de la libertad quizá perdida, ya olvidada, para el humano adaptado y atrapado en el sueño de consumo, imagen y bienestar. La búsqueda y admiración de Herzog hacia este tipo de personajes recorre las imágenes de Happy Year (2010), el mismo título apunta hacia esa felicidad que solo puede sentir en la libertad que hace audible cuando pronuncia <<Ahora, dependiendo de sí mismos, los cazadores se convierten en lo que esencialmente son: personas felices. Acompañados sólo de sus perros, ellos viven de la tierra y son completamente autosuficientes. Son verdaderamente libres, sin reglas, sin impuestos, sin gobierno. Sin leyes, sin burocracia, sin películas, sin radio. Equipados solo con sus valores individuales y reglas de conducta>>

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